Millones de personas han practicado la meditación por cientos de años, por lo que no debería sorprendernos que esta actividad tenga beneficios reales.
La novedad es que dos estudios recientes, publicados en la revista Science Advances, han encontrado que las diferentes formas de meditación pueden tener diversos efectos positivos en la mente humana, desde mejorar el intervalo de atención hasta estimular la empatía, reducir los niveles de estrés o ayudar a mantenerse estable bajo presión. Lo más llamativo de estos estudios es que los diferentes tipos de meditación parecen provocar cambios en la estructura física de diferentes áreas del cerebro.
«Aunque la plasticidad cerebral, en general, ha sido estudiada largamente en la neurociencia, hasta ahora se sabía poco sobre la plasticidad del cerebro social», explicó la profesora Tania Singer, investigadora principal del Proyecto ReSource, en Medical Express. «Nuestros resultados ofrecen evidencia de plasticidad cerebral en adultos a través de prácticas mentales breves y concentradas, llevando a un aumento de la inteligencia social», agregó la experta.
El estudio reunió a más de 300 personas que tomaron parte en tres módulos de entrenamiento distintos; cada uno enfocado en un diferentes tipo de meditación. Una de las técnicas se basó en mindfulness, una técnica psicológica usada para ayudar a concentrar la atención en la experiencia presente, usando técnicas sencillas de respiración.
Las otras dos estuvieron más inclinadas hacia la interacción social. La segunda tuvo el objetivo de que las personas se abrieran emocionalmente y contaran sus molestias cotidianas a desconocidos. El tercer método animaba a los participantes a pensar sobre temas desde una perspectiva diferente dentro de su personalidad, como la «madre preocupada» o el «niño curioso», con el fin de promover una compasión más profunda.
Después de entrenarse en estas técnicas, los participantes fueron analizados con resonancia magnética cerebral, una prueba de comportamiento y una prueba de estrés psicosocial.
Los investigadores encontraron que el grosor de sus cerebros cambiaron significativamente en algunas partes, dependiendo de qué técnica de entrenamiento habían practicado. Por ejemplo, la meditación basada en la compasión mostró aumentos en el sistema límbico, una zona del cerebro asociada con la regulación emocional. Por otro lado, las prácticas basadas en mindfulness provocaron cambios en la corteza, relacionada con la atención y las funciones ejecutivas.
Los tres grupos reportaron menos estrés en su vida después de aprender las técnicas de meditación. Sin embargo solo aquellos que practicaron una meditación con un enfoque más social exhibieron signos reducidos de estrés físico. Estos voluntarios mostraron una disminución de 51% en los niveles de cortisol (la hormona del estrés) en comparación con el grupo de control.
«En los dos módulos sociales, que se centraron en las competencias socio-afectivas o socio-cognitivas, pudimos mostrar mejoras conductuales selectivas con respecto a la compasión y la toma de perspectiva. Estos cambios en el comportamiento se correspondían con el grado de plasticidad cerebral estructural, específicamente en regiones de la corteza que respaldan estas capacidades», comenta la autora principal, Sofie Valk.
Sin duda la meditación tiene beneficios positivos verificables para el bienestar mental, y más aún: el tipo de meditación que se elija tendrá efecto sobre un aspecto particular de la salud mental.
Fuente, IFLScience
El Ciudadano