En comparación con otros grandes mamíferos salvajes, la investigación sobre las jirafas ha sido escasa. En la ‘Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza’ (UICN), esta especie aún no figura como objeto de preocupación, pero la realidad apunta a que su población está sufriendo un descenso significativo en los últimos años –de 150.000 individuos a poco más de 100.000.
Julian Fennessy, codirector de Giraffe Conservation Foundation, en Namibia, coordinó un estudio a fondo con el genetista Axel Janke, del Instituto de Investigación Senckenberg, en Frankfurt, Alemania. El objetivo fue analizar genéticamente a las jirafas en detalle, para detectar similitudes y diferencias entre las nueve subespecies ya conocidas de Giraffa camelopardalis. Con este estudio se podría mejorar la distribución de los animales entre parques y áreas protegidas.
Pero los científicos se sorprendieron al ver que los marcadores genéticos del ADN mitocondrial revelaban muchas más diferencias genéticas de las esperadas entre subespecies. “El doctor Janke raras veces había visto esta diferenciación dentro de una misma especie y esto a mí me intrigó”, cuenta a Fennessy a la agencia Sinc.
Algunas de las diferencias genéticas encontradas llegaban a ser mayores que las que existen entre osos polares y osos pardos, dice el experto.
En estudios más avanzados, Fennessy y Janke analizaron el ADN de la piel de casi 200 jirafas de todo el continente africano. Los resultados finalmente demostraron que no existe una sola especie de jirafa, sino cuatro. El informe del estudio fue publicado en la revista Current Biology.
“Fue muy sorprendente, porque las diferencias morfológicas y el patrón del pelaje entre jirafas eran limitados”, señala Janke. Aunque había diferencias en el número y tamaño de los osiconos –que son esas pequeñas especies de cuernos de las jirafas, los científicos habían supuesto que los requisitos ecológicos de estos animales eran similares, incluso en los diferentes territorios que habitaban. Pero Janke recalca que “realmente nadie sabía nada, porque esta megafauna había sido muy ignorada por la ciencia”.
Las especies recientemente clasificadas (foto arriba) son la jirafa reticulada (Giraffa reticulata), con parches anaranjados, definidos por una red bien marcada de líneas blancas que normalmente se extienden hasta las patas; la jirafa del norte (Giraffa camelopardalis), que incluye a tres subespecies con un patrón más claro y sin manchas en las piernas; la jirafa Masai (G. tippelskirchi), cuyos parches son de color más oscuro y en forma de hoja de parra, separados por irregulares líneas de color beige y finalmente la jirafa del sur (Giraffa giraffa), que contiene a dos subespecies de pelaje más claro que la anterior y cuyas manchas cubren todas sus patas.
El Ciudadano