Solemos pensar en las manifestaciones del Universo como ejemplo de orden o de caos, pero a veces se trata de cosas que son ni lo uno ni lo otro y algunas de ellas son los cuasicristales, publica IFLScience. Unos científicos anunciaron el descubrimiento de un cuasicristal natural que jamás se había visto en laboratorio o proveniente de la naturaleza.
El reciente descubrimiento, que se está discutiendo en Nature Scientific Reports, resulta ser el tercero de unos fragmentos que provienen todos del mismo lugar: el meteorito Khatyrka, que fue encontrado en Siberia. Estos objetos son extremadamente difíciles de hallar, porque son muy diminutos –este último mide menos de medio milímetro.
Paul Steinhardt, investigador líder del equipo de la Universidad Princeton que halló el cuasicristal, predijo la existencia de este material en los años 80, como una configuración estructurada entre sólidos amorfos caóticos y los patrones repetitivos regulares encontrados en los cristales. Los cuasicristales tienen una estructura regular, pero no tienen un patrón que se repite.
Los investigadores han estado creando cuasicristales en laboratorio desde 1982 y han sintetizado más de 100 tipos diferentes, pero los naturales han sido muy difíciles de encontrar.
El equipo cree que éstos se formaron en algún fuerte impacto entre asteroides, en algún momento de los primeros años del Sistema Solar, y que al entender cómo se formaron, podríamos aprender algunos nuevos detalles sobre esa época misteriosa, publica IFLSience.
El mineral descrito está compuesto de aluminio, cobre y hierro, una combinación nada extraña para ser un objeto proveniente de un meteorito, pero la receta de estos elementos es lo bastante inusual para que se trate del primer cuasicristal que no ha sido creado en laboratorio.
Claramente la naturaleza conoce muchas más formas de hacer cuasicristales que los humanos, y los humanos podríamos empezar a imitarla. «Una vez que conoces la respuesta, no es tan difícil reproducirla», dice Steinhardt a New Scientist.
Los cuasicristales son rarezas geológicas y químicas, pero aún falta encontrarles una aplicación en la industria. Sin embargo este nuevo descubrimiento podría llevar a una búsqueda más sistemática, que abriera nuevas posibilidades aún inexploradas.
El Ciudadano