Científicos del Imperial College de Londres están probando un nuevo método para detener la enfermedad de Alzheimer, que consiste en implantar en el cerebro un virus modificado con un gen específico.
Los investigadores han logrado impedir el desarrollo de la enfermedad en las primeras pruebas con ratones. Aunque faltan muchas pruebas para ver si es posible su uso en personas, los resultados de la fase inicial prometen un potencial futuro de nuevos tratamientos.
El informe de la investigación fue publicado el lunes en la revista Proceedings of the National Aacademy of Science.
El equipo de científicos usó un tipo de virus modificado para distribuir el gen a las células cerebrales –un vector de lentivirus que se usa en terapia génica.
Estudios previos ya habían mostrado que este gen, llamado PGC1-alfa, podía frenar la formación de la proteína beta-amiloide en células en el laboratorio, informa agencia Sinc.
El péptido beta-amiloide es el componente principal de las placas amiloides, que son unas estructuras pegajosas en los cerebros de pacientes con Alzheimer. Se cree que éstas desencadenan la muerte de las células cerebrales.
La esperanza de los investigadores es que, a partir de estas pruebas, un día se logre desarrollar un método para prevenir la enfermedad o, por lo menos, detenerla en etapa incipiente.
«Aunque los resultados son preliminares, indican que esta terapia génica podría tener un uso terapéutico para los pacientes”, explica Magdalena Sastre, una de las autoras del estudio. «Pero de momento la técnica es muy invasiva, la única manera de administrar el gen es a través de una inyección directamente en el cerebro», agrega la experta.
El virus con el gen PGC1-alfa se inyectó en dos áreas del cerebro –hipocampo y corteza– de ratones susceptibles de desarrollar Alzheimer. Estas áreas son las primeras regiones en que aparecen las placas amiloides.
El tratamiento se condujo durante las primeras etapas de la patología, y a los cuatro meses los científicos encontraron que los ratones a los que se les había inoculado el gen, tenían muy pocas placas amiloides restantes, en comparación con el grupo de control.
No se observó pérdida de células cerebrales en el hipocampo de los ratones tratados, y en las pruebas de memoria fueron tan exitosos como los ratones sanos. Además, se les redujo el número de células gliales, que pueden empeorar el daño celular liberando sustancias inflamatorias tóxicas.
Los científicos planean llevar sus resultados a la práctica clínica. «Debemos poner a prueba si este tipo de terapia podría ser utilizada con seguridad y eficacia en seres humanos”, señala Sastre. “En una enfermedad que necesita urgentemente nuevas opciones para los pacientes, este trabajo ofrece esperanza para futuras terapias».
Fuente, Sinc
El Ciudadano