La inmunoterapia, una forma pionera de quimioterapia, está ganando mucho terreno en estos días, en términos de efectividad y economía. En lugar de usar tratamientos químicos o radiológicos para destruir tumores, esta terapia usa los propios mecanismos de defensa del cuerpo para erradicar las células cancerosas.
Varias pruebas clínicas, especialmente con cáncer a la piel y a la sangre, han mostrado que hay una variedad de drogas que inducen la inmunoterapia, que pueden extender las vidas de los pacientes.
En este contexto se han dado a conocer los últimos resultados de un tratamiento contra el cáncer cerebral que ha dado resultados exitosos en un paciente de 50 años con glioblastoma (un tipo de tumor cerebral agresivo), que ya había sido tratado con cirugía, radiación y quimioterapia convencional, pero cuyo cáncer volvía y hacía metástasis.
Un equipo de científicos del Instituto de Investigación y Centro Médico Beckman del centro ‘City of Hope’ (Duarte, California), decidió usar un nuevo tratamiento contra el cáncer a la sangre en este hombre, cuyo tumor estaba ganando la batalla.
Los autores, quienes publicaron su trabajo en la revista New England Journal of Medicine, describen cómo extrajeron células del sistema inmune del paciente (específicamente células T), y trabajaron con ellas para elaborar su tratamiento.
Con ingeniería, modificaron la superficie inmune de estas células con una proteína que reconocería al glioblastoma como una amenaza. Después de la cirugía, que removió gran parte del tumor, los científicos liberaron estas células modificadas en el cuerpo del paciente, donde detuvieron los restos del tumor para que o siguieran creciendo.
Después de un tiempo, otra vez se pudo observar crecimiento del cáncer, así es que el paciente volvió a recibir más dosis del mismo tratamiento inmunológico. Pero esta vez, las células modificadas fueron inyectadas directamente en los ventrículos, unas cavidades en el cerebro. Se considera a este procedimiento altamente arriesgado, puesto que este tipo de inyección puede causar una inflamación que puede ser mortal.
Pero la apuesta dio sus frutos. Las células cancerosas no sólo dejaron de crecer, sino que además empezaron a retraerse, y un año más tarde, el tumor había desaparecido casi completamente.
Sin esta terapia, el paciente habría muerto unas pocas semanas después del resurgimiento de su cáncer. Con el tratamiento, el cáncer no volvió en ocho meses.
Este paciente es sólo uno de una prueba con nueve personas en total, por lo que será interesante ver cómo resulta el tratamiento en los demás. Si todos resultan exitosos en extender sus vidas por un tiempo significativo, se puede considerar que el método es un avance en la ciencia de la inmunoterapia.
Este estudio se vislumbra como un triunfo personal para el líder de la investigación, el doctor Behnam Badie (arriba), cuyo propio padre murió por causa de un glioblastoma hace diez años.
Por IFLScience
Versión en español de El Ciudadano