«Los humanos estamos obsesionados con la velocidad. De hecho, ya hemos viajado muchas veces más rápido que Mach 5 (velocidad hipersónica) (…) pero podríamos superar ese registro relativamente pronto», declara el columnista de la BBC Adam Hadhazy, quien cita al nuevo cohete de la NASA, el Space Launch System (SLS), que tiene previsto lanzar en 2018 la cápsula Orion, elemento con el que se puede sobrepasar el récord actual. Se prevé que la misma realice su primera misión tripulada en el año 2021.
Actualmente, los diseñadores pronostican que la velocidad máxima de Orión será cercana a los 32.000 kilómetros por hora. Sin embargo, Jim Bray, director del proyecto del módulo de la tripulación de la cápsula Orion para la firma aeroespacial Lockheed Martin, declara que «su velocidad podría ser mucho más alta de lo que planeamos ahora». «Hace cien años, es probable que no hubiéramos imaginado a un humano viajando por el espacio a casi 40.000 kilómetros por hora», indica.
¿Podríamos viajar a la velocidad de la luz?
«Sorprendentemente, la velocidad —definida como una tasa de movimiento— en sí misma no es en absoluto un problema para nosotros físicamente, siempre y cuando sea relativamente constante y en una misma dirección. Por lo tanto, los seres humanos deben —en teoría— ser capaces de viajar a velocidades cercanas a la ‘velocidad límite del Universo’: la velocidad de la luz», afirma el columnista de la BBC.
Hadhazy alerta de que, suponiendo que podamos superar los obstáculos tecnológicos de construir naves espaciales que soporten esas velocidades, nuestros cuerpos se enfrentarán a nuevos peligros significativos.
¿Podría soportarlo nuestro cuerpo?
Hace cerca de un siglo, la invención de robustos aviones que podían ser maniobrados a grandes velocidades hizo que numerosos pilotos reportaran extraños síntomas relacionados con la aceleración y los cambios de dirección, incluyendo la pérdida temporal de la visión y sensación de ingravidez. La causa de ello es la fuerza G, también llamada fuerza gravitacional, que hace referencia a la presión que ejerce la aceleración sobre el cuerpo humano en relación con la atracción gravitatoria de la Tierra.
Así, las fuerzas G experimentadas verticalmente, de arriba abajo o viceversa, son las que realmente podrían ser peligrosas para los pilotos y pasajeros (las fuerzas G negativas provocan la acumulación de sangre en la cabeza y las positivas, en los pies), pudiendo los cambios bruscos de aceleración causar desde simples desmayos hasta la muerte. Una persona promedio puede llegar a soportar una fuerza sostenida de 5 fuerzas G de pies a cabeza antes de caer inconsciente.
«Para el cuerpo humano, la constancia es buena. De lo hay que preocuparse es de la aceleración», explica Bray. Una vez que una nave espacial alcanza una velocidad de crucero constante (alrededor de los 26.000 kilómetros por hora) en órbita, los astronautas tienen la misma sensación de velocidad que los pasajeros de un avión comercial.