Al colocar al visitante dentro de una célula metálica, de las que se suelen utilizarse en las morgues, los estudiosos de la facultad de Comunicación y Diseño Multimedia de la escuela de enseñanza superior Avans de Breda, proponen aprovechar la oscuridad para redoblar el olfato. Y entonces se descubre que la escena ‘post-mortem’ protagonizada por el 35.º presidente de EE.UU. John F. Kennedy estaba llena del perfume dulce de Jackie, del cuero de los asientos del vehículo descapotable presidencial y del olor a sangre de la propia víctima del misterioso magnicidio.
Asimismo, se ofrece distinguir entre los trágicos momentos finales de la princesa Diana de Gales (1997), el líder libio Muammar Gaddafi (2011) y de la cantante Whitney Houston (2012). Cinco minutos de olor y sonidos, nada de las impactantes imágenes televisadas que cada uno guarda en su memoria.
«El olfato es un sentido relativamente poco utilizado en la comunicación», admite el profesor de dicha facultad, Frederik Duerinck, pero lo que busca él es explorar cómo se puede apuntalarlo. Al estar relacionado con la parte del cerebro que regula las emociones, según el científico es «un sentido muy fuerte, que puede ser un medio de comunicación muy potente».