Aunque se entiende que la prevención del embarazo implica responsabilidad compartida entre hombres y mujeres, la sociedad ha asignado tradicionalmente el peso de esta preocupación sólo al género femenino. Por ello no sorprendió a muchas la noticia de la suspensión de las investigaciones sobre la inyección anticonceptiva masculina.
Aunque el mundo aplaudía su 96% de eficacia en la prevención del embarazo, científicos a cargo advirtieron que el método provocaba algunos efectos secundarios que afectan la estabilidad emocional de los hombres. Por ello, decidieron terminar con la investigación.
Elisabeth Lloyd, profesora en el Instituto Kinsey de Sexología, detalló a CNN que «el 20% o el 30% de las mujeres que toman píldoras anticonceptivas orales experimentan depresión y tienen que tomar medicamentos para ello” y cuando los investigadores de la inyección masculina evaluaron este aspecto en su método “terminaron este estudio porque mostró que la depresión afectaba al 3% de los hombres” que la probaron.
En el estudio -que fue co-patrocinado por las Naciones Unidas- fueron incluidos 320 hombres, con edades entre los 18 y 45 años. Los hombres aplicaron 1.ooo miligramos de una forma sintética de la testosterona y 200 milogramos de enantato de noretisterona. Según explicaron los especialistas, cuando el cerebro procesa la información de la cantidad de testosterona que posee en ese momento, deja de producir las propias, lo que reduce la fertilidad y comprueba su eficacia.
Los resultados no fueron negativos. Los hombres que participaron del estudio proporcionaron muestras de su semen para verificar el nivel bajo de espermatozoides y se analizó si su efecto era reversible, dejando de ser inyectados. Sin embargo, debido a los efectos secundarios como la depresión y otros trastornos del ánimo, los investigadores decidieron detener el estudio antes de lo previsto.
La eficacia de la inyección anticonceptiva masculina no fue suficiente para alentar a los científicos a continuar adelante con la investigación. Lo curioso es que la mayoría de las mujeres que consume anticonceptivos actualmente presenta exactamente los mismos efectos secundarios que significaron la suspensión de este método, sin que aquello alerte a la comunidad científica. Una nueva muestra de las desigualdades de género, que también se perpetúan desde la ciencia, y que siguen poniendo sobre la mujer la responsabilidad esencial de evitar el embarazo, cueste lo que les cueste.