Según el Goddard Space Flight Center (GSFC) de la NASA, por primera vez se ha obtenido pruebas directas de que la recuperación del agujero de ozono es atribuible a la acción humana.
Cada septiembre, el agujero de ozono antártico se forma después de que los rayos del sol catalizan los ciclos de destrucción de ozono.
Estos ciclos incluyen cloro y bromo, que en su mayoría provienen de sustancias químicas que contienen cloro, fabricadas por el hombre , llamadas clorofluorocarbonos (CFC), que fueron prohibidas en 1996.
Los estudios anteriores sobre el ozono se han centrado en el tamaño del agujero, pero para esta investigación, el equipo de GSFC realmente midió la composición química dentro del agujero de ozono.
Utilizando la sonda de microondas (MLS) a bordo del satélite Aura, los investigadores midieron el ácido clorhídrico, que se crea cuando el cloro, después de que destruye casi todo el ozono disponible, reacciona con el metano.
El actual estudio, publicado en la revista Geophysical Research Letters, concluyó que los niveles de cloro disminuyeron aproximadamente un 0,8% cada año y notaron una disminución del 20% en el agotamiento de la capa de ozono en el invierno antártico, en comparación con 2005.
«Vemos muy claramente que el cloro de los CFC está bajando en el agujero de ozono y que debido a esto el ozono se está agotando menos», dijo Susan Strahan, autora principal del estudio y científica atmosférica de GSFC.
Eliminando los CFC
Dos años después de que se descubriera el agujero antártico en 1985, varias naciones firmaron el Protocolo de Montreal, donde se determinaron las restricciones a los compuestos que agotan la capa de ozono. Más tarde se agregaron enmiendas al protocolo, para eliminar por completo la producción de CFC.
Los investigadores atribuyen la disminución observada a esta prohibición internacional.
Si bien este hecho es prometedor, la batalla por revertir el daño que hemos causado al planeta está lejos de terminar.
«Los CFC tienen una vida útil de 50 a 100 años, por lo que permanecen en la atmósfera durante mucho tiempo», dijo Anne Douglass, científica asociada de GSFC y coautora del estudio.
«En lo que respecta a que agujero de ozono desaparezca, estamos viendo 2060 o 2080 [como plazo] y, aún así, podría haber un pequeño agujero», agrega Douglass.
Aún así, los hallazgos recientes son un recordatorio de que el compromiso y la acción colectiva pueden tener un impacto significativo en los aspectos medioambientales.
A veces el cambio climático parece un problema enorme para abordarlo de forma realista, pero si hemos podido reducir el agotamiento del ozono en la Antártida –mediante la medida relativamente simple de eliminar los CFC– no sabemos cuánto podemos llegar a lograr con las tareas que apuntan a manejar el cambio climático.
El Ciudadano, vía Science Alert