Un cráneo roto hallado en una cueva en Grecia, ha resultado ser el fósil humano más antiguo que se haya encontrado fuera de África. Los investigadores lo descubrieron hace varios años, partido y sobresaliendo de la roca, pero recientemente lograron descifrar su verdadera antigüedad e importancia. El estudio fue publicado en la revista Nature.
La cueva de Apidima en la península de Mani, en el sur del Peloponeso, tiene una antigüedad de al menos 210.000 años. Si la data se verifica definitivamente -pues muchos científicos quieren más pruebas, el hallazgo se convertirá en el fósil de Homo sapiens más antiguo conocido en Europa en más de 160.000 años, escribiendo un capítulo clave de la historia humana.
Katerina Harvati, directora de paleoantropología en la Universidad de Tübingen, Alemania, dijo que el cráneo revela que algunos humanos modernos salieron de África mucho antes de lo que se pensaba y llegaron a establecerse tan lejos como en Europa.
Otros fósiles de primeros humanos modernos, encontrados en Israel, ya apuntaban a breves excursiones fuera de África, donde las especies evolucionaron mucho antes del éxodo masivo que propagó al Homo sapiens por el mundo hace unos 70.000 años. Los paleontólogos consideran estas excursiones como dispersiones fallidas, que terminaron con la muerte de los pioneros sin dejar una marca genética en las generaciones posteriores.
«Nuestros resultados indican que una dispersión temprana de Homo sapiens fuera de África ocurrió antes de lo que se creía, hace más de 200.000 años», dijo Karvati. «Estamos viendo evidencia de dispersiones humanas que no se inscriben en un gran éxodo fuera de África».
Pero para algunos investigadores la evidencia no soporta afirmaciones tan audaces. Expertos contactados por The Guardian dudan de si el cráneo realmente perteneció a un humano moderno y tienen dudas sobre el procedimiento de datación. Una falla en cualquiera de estos dos aspectos podría echar por tierra la narrativa de los científicos a cargo del estudio del cráneo de Apidima.
La historia del cráneo es inusual desde el principio. Las excavaciones en la cueva de piedra caliza de Apidima comenzaron a finales de los años setenta. El fósil estaba incrustado en un trozo de roca, a pocos centímetros de otro cráneo y varios fragmentos de hueso. La roca misma estaba encajada en lo alto, entre las paredes adyacentes de la cueva; una configuración poco común en hallazgos fósiles de este tipo.
Fuente: The Guardian