El infame pesticida DDT se ha visto implicado como un posible factor desencadenante del desarrollo del trastorno del espectro autista por parte de un grupo internacional de epidemiólogos y psiquiatras que estudian a niños expuestos al químico desde el útero.
Sus hallazgos, publicados ahora en American Journal of Psychiatry, presentan la primera evidencia de un vínculo entre la sustancia a base de cloro (prohibida) y la afección neurológica. En los los casos observados se confirmó que la madre tenía DDT en el cuerpo. En investigaciones anteriores se observaron las exposiciones estimadas por la proximidad residencial de cada mujer a las áreas contaminadas con DDT.
«El DDT todavía persiste en el medio ambiente y es detectable en casi todos», dijo el autor principal, Dr. Alan Brown, a IFLScience. «No diría que las mujeres deberían alarmarse, pero es importante estar informadas de que al menos esta exposición química está relacionada con un mayor riesgo», explicó.
El DDT fue sintetizado por primera vez en 1874, pero no fue ampliamente utilizado hasta que se descubrieron sus propiedades insecticidas en 1939. Durante las siguientes décadas, el compuesto se roció libre e indiscriminadamente en cultivos alimentarios de todo el mundo y directamente en espacios públicos y hogares.
Pero según la creciente evidencia de que el pesticida era dañino, tanto para los animales como para los humanos, el DDT fue prohibido en los EE.UU. en 1972 y en la Unión Europea en 1986. Desde entonces, estudios adicionales han confirmado que el DDT se acumula y permanece en los ecosistemas y que cuando se ingiere o inhala, puede provocar problemas reproductivos y cáncer.
Con la esperanza de corroborar el trabajo pasado, el grupo del Dr. Brown extrajo datos de un gran estudio finlandés a nivel nacional, que tomó muestras de suero sanguíneo de mujeres durante más de 1 millón de embarazos que ocurrieron entre 1987 y 2005. Los sujetos de la investigación actual incluyeron 778 niños gemelos que habían sido diagnosticados con autismo en cualquier momento hasta 2007, así como 778 niños de control que fueron emparejados, uno a uno, con cada sujeto con autismo con respecto a la fecha de nacimiento, lugar de nacimiento y lugar de residencia.
El nivel de DDT en el sistema de la madre se cuantificó mediante una prueba de laboratorio para detectar DDE, el químico en el que se metaboliza el DDT.
El examen de estos datos reveló que la probabilidad de autismo fue 32% mayor en niños cuyas madres albergaron niveles de DDE en el percentil 75 (del rango de concentraciones en todas las madres), después del ajuste estadístico por la influencia de la edad materna, antecedentes familiares de trastornos psiquiátricos trastornos, número de hermanos y otros. Además, las probabilidades de autismo con discapacidad intelectual eran asombrosamente más altas si la madre tenía niveles de DDE por encima de este umbral, con un 121%.
El estudio también analizó los riesgos asociados con una clase de químicos industriales llamados bifenilos policlorados (PCB), que fueron prohibidos el 1979 en Estados Unidos y el 1985 en Europa, pero no se encontró asociación con el autismo. De manera confusa, un estudio de 2016 diseñado de manera similar sí encontró un vínculo con los PCB y no pudo identificar uno con el DDT.
Por supuesto que el DDT no es la única toxina ambiental sospechosa de provocar cambios epigenéticos durante el desarrollo fetal. El Dr. Brown espera que los resultados de su grupo ayuden a aclarar qué otras sustancias químicas estudiar, en función de las vías de desarrollo que se ven alteradas. Tanto el DDT como los PCB afectan las acciones de las hormonas sexuales masculinas en el útero (que están cada vez más implicadas en el autismo) pero lo hacen de manera diferente. Se sabe que el DDT inhibe la producción y función de los receptores de estas hormonas, mientras que los PCB aumentan el número de receptores.
Fuente: IFLScience