Un tratamiento antibiótico puede generar diferentes respuestas, desde los microbios de la boca a los de los intestinos. Mientras la comunidad microscópica que habita en la boca se recupera rápidamente, sólo un tratamiento con antibióticos puede perturbar el microbioma de los intestinos por meses, a veces hasta un año, de acuerdo con los descubrimientos publicados en mBio esta semana.
Debido a las superbacterias y el despliegue de resistencia, muchas investigaciones apuntan a los efectos -o daños colaterales- de la exposición a los antibióticos. Pero el foco se ha puesto principalmente en la comunidad microbiana que reside en las vísceras. Por mucho tiempo se han ignorado las consecuencias ecológicas para los diferentes nichos de microbioma individuales.
En dos ensayos clínicos aleatorios de control con placebos, un equipo liderado por Egija Zaura, de la Universidad de Amsterdam, siguieron el microbioma oral y visceral de 66 adultos sanos que vivían en reino Unido y Suecia. A cada participante se le dio un placebo o uno de los cuatro antibióticos orales comunes: clindamicina, ciprofloxacina, amoxicilina y minociclina. Los investigadores colectaron sus salivas y heces previamente, inmediatamente después y uno, dos, cuatro y doce meses después de que los antibióticos fueran administrados. Secuenciaron los genes de un total de 391 muestras de saliva y 389 muestras fecales.
La flora microbiana de la saliva estaba mucho más robusta, recuperada su forma en menos de una semana. Es posible que los ecosistemas microbianos de la saliva tengan una resiliencia intrínseca mayor ante el estrés. Después de todo, nuestra boca soporta múltiples irrupciones diarias gracias a la higiene bucal: la exposición a agentes antimicrobianos tópicos (como pasta de dientes y enjuague bucal) y al cepillado, como también constantes cambios en la temperatura y el oxígeno.
Pero el colon es un caso diferente. Mientras la composición del microbioma de la saliva de los voluntarios se mantuvo sorpresivamente estable, el microbioma fecal fue afectado severa y negativamente en el largo plazo. La diversidad se redujo significativamente por hasta cuatro meses en el grupo de la clindamicina e incluso hasta 12 meses en el grupo de la ciprofloxacina. Particularmente, especies de microbios que ayudan a producir un ácido llamado butirato, se redujeron significativamente. Los butiratos son importantes para las células que revisten el colon.
Es más, la exposición a los antibióticos enriqueció los genes que habían estado previamente implicados en la resistencia a los antibióticos. Desterrar a los útiles microbios de las tripas de una persona sana, pavimenta la vía para que los gérmenes y otros patógenos causen estragos.
Pero el lado bueno es que conociendo los mecanismos tras la resiliencia de la flora microbiana oral, nos puede ayudar a solucionar mejor los desequilibrios microbiales del resto del cuerpo.
Traducción: C. Chacón V.
Fuente: IFLScience