Una tormenta geomagnética de magnitud G1 (escala con el valor máximo de G5 ) llegará a la Tierra el 23 de julio, mientras la atmósfera permanecerá en estado de perturbación el 15, el 20 y el 22 de julio, pronostican científicos del Laboratorio de Astronomía de Rayos X del Sol del Instituto Lébedev de la Academia de Ciencias de Rusia (FIAN).
Las tormentas geomagnéticas de magnitud G1 pueden provocar fluctuaciones ligeras en los sistemas energéticos y afectar de modo insignificante sistemas de control de aparatos espaciales, así como causar auroras boreales en altitudes de más de 60 grados.
Partículas provenientes del Sol provocaron tormentas magnéticas en la Tierra el 28 de junio, el 6 y el 7 de mayo y el 20 de abril del año en curso, que fue comparable en intensidad con la del 18 de marzo, pero más duradera.
El paso de la Tierra por corrientes del viento solar no tiene nada de extraordinario y suele suceder en períodos de actividad solar mínima, cuando el campo magnético del Sol se debilita sustancialmente y pierde la capacidad de retener el plasma cerca de la superficie del astro.
Como resultado, aumenta sustancialmente la velocidad y la densidad de las corrientes de partículas que se desprenden del Sol, formando el viento solar.
Para que sea posible registrar este tipo de actividades, los científicos lanzan vehículos especiales a órbitas ubicadas a varios cientos de miles de kilómetros de la Tierra. Como resultado, se reciben datos como máximo una hora antes de que la actividad alcance nuestro planeta, explicó el comunicado del Laboratorio.
Sin embargo, los científicos todavía no llegaron a un consenso respecto al efecto que podrían provocar las tormentas magnéticas en los organismos vivos.
Las tormentas magnéticas se producen cuando el plasma expulsado por el Sol ‘golpea’ la magnetosfera del planeta. Las partículas cargadas causan perturbaciones geomagnéticas, lo que puede provocar el mal funcionamiento de dispositivos electrónicos, interrupciones en la comunicación por radio y en las redes eléctricas.