En medio de la nominación de «Una mujer fantástica» a los premios Oscar en la categoría «mejor película extranjera», la actriz Daniela Vega fue entrevistada por La Nación argentina, donde entre otras cosas, habló de su relación con Sebastián Lelio (director de la cinta), de su transición de hombre a mujer en su adolescencia e incluso opinó sobre el dictador Augusto Pinochet, en una conversación titulada «La actriz trans chilena que fue criada como un niño y ahora va por el Oscar».
«Hice mi transición (de hombre a mujer) trece años atrás. No había nadie. A los catorce años, cuando comuniqué lo que iba a hacer, no había nada. Es un momento que no sabes nada. Uno no se da cuenta de un día para el otro, esto es una cosa que se hace o te mueres. Es vital. No es cosmético, no es de maquillarse los ojos, de ponerse vestido. No. Esto es de cómo uno entiende la vida», señaló al medio argentino.
Sobre su relación con Lelio, Vega destacó el profesionalismo y las habilidades del director. «Sebastián es muy profesional y me contactó mientras investigaba sobre la realidad trans para tratar de ser lo más verídico posible en su relato. Cuando nos conocimos, el proyecto estaba muy en ciernes y él le fue dando forma y yo fui testigo de todo eso. Fue muy distinto a la creación de cine que había hecho antes. Ahí los guiones ya estaban escritos. Acá, me pude involucrar desde el inicio. Aunque el dueño de la idea es él, me involucré en las texturas del relato», expresó.
Por último, respecto a la opinión que tiene sobre el dictador Pinochet, Vega indicó aún sentirse hija de la dictadura. «Nosotros somos una generación que nació en el último momento porque se entregó el poder en el ’90, pero cuando era chica Pinochet era senador vitalicio y elegía leyes. Sí, eso: el dictador elegía leyes. No me parece que no sea tan hija de la dictadura, estaba ahí, había el mismo miedo», señaló.
En esa línea, agregó: «No te olvides del boinazo que pasó a principios de los noventa, cuando todo el mundo vio que salieron los militares a la calle a decir a ver, una más y nos volvemos a meter. ¿Qué es eso? Democracia no es, tener un genocida juzgado es seguir en dictadura. Pero que se entienda: no es lo mismo tener gente que desaparece todos los días a tener al dictador en el Senado. Eso es diferente desde la figura específica del temor, todavía no sabemos dónde están muchos de los desaparecidos, y no lo vamos a saber».
El Ciudadano