Todos aceptan que estamos ante un nuevo momento político, construido bajo el empuje de millones de chilenos que se movilizaron y que contaron con el apoyo del 80% de la población.
Los resultados de las últimas encuestas Adimark como la reciente CEP nos confirman que se ha configurado una nueva mayoría nacional ,que reclama o apoya cambios profundos que permitan mejoras sustanciales en salud, educación y salarios.
Los conglomerados y alianzas políticas que manejan en un 100% la política institucional de nuestro país, según estas mismas encuestas, no cuentan con una aceptación mayor al 18% para el caso de la Alianza y un 14 % para el conjunto de la Concertación, más un 7% que marca el Juntos Podemos.
La totalidad de las fuerzas políticas no alcanzan a contar con un 40% de apoyo. Sin embargo, la mayoría que rechaza a la actual institucionalidad y a los sectores gobernantes (oficialismo y oposición), que logra triunfos espectaculares como Magallanes y Aysén, no hemos sido capaces de construir una unidad permanente, detrás de un proyecto y un programa que interprete el sentimiento de la inmensa mayoría del pueblo.
El sujeto social que se moviliza no se ha constituido en sujeto político, es decir no se dota de un proyecto que permita construir la fuerza necesaria para realizar los cambios.
Responsabilidad importante de esta situación les cabe a aquellos que privilegian la suma de votos a cualquier costo, incluso haciendo alianzas con sectores políticos que han defendido los intereses de los poderosos, lo que ha significado postergar la construcción de un proyecto alternativo.
En esta situación, los procesos electorales en curso solo ayudarán a profundizar las diferencias en vez de constituirse en instrumentos que potencien la organización y la lucha de los sectores populares.
Los sectores que manejan el poder a pesar de contar con el apoyo de una minoría, saben que cuentan con los instrumentos para mantener el control político: ganar elecciones, sacar concejales y alcaldes.
Por eso hoy es tan grave volcar la atención del pueblo sólo en las futuras elecciones, donde nada se decide, salvo que una mayoría se abstenga de participar.
La pregunta que debemos responder es en qué lugar se construye la unidad del pueblo.
Para los sectores dominantes la apuesta está clara, ellos apuntan hacia el proceso electoral donde en las próximas elecciones municipales, a pesar de ser minoría, lograrán elegir a la mayoría de los concejales y alcaldes, al igual que en la futura elección parlamentaria, y para la próxima presidencial los dos candidatos con mayor apoyo, Golborne y Bachellet son garantías que aseguran el continuismo.
Importantes sectores de la izquierda se han dejado engatusar por los cantos de sirenas y no trepidan en abandonar la puesta en marcha de un proyecto popular, privilegiando obtener algunos cupos, incluso a costa de apoyar en la mayoría del país la sobrevida de un proyecto fracasado como es el proyecto de la Concertación.
Otro sector de la izquierda se mantiene fiel a las demandas populares. Con gran esfuerzo inscribe, donde es posible, un nuevo partido y se plantea la meta de disputar la institucionalidad para desde allí avanzar en la construccion de la propuesta popular.
Por último, existe un tercer sector que busca la unidad planteando la necesidad de no participar en el proceso electoral para obtener una abstención, que sea mayoría absoluta y desde ese resultado impulsar cambios profundos en la institucionalidad.
Estamos convencidos de que la verdadera unidad del pueblo no es posible construirla hoy día en el proceso electoral si no se construye en la movilización social, lo que queda demostrado en Magallanes y Aysén, en los estudiantes movilizados en todo Chile, en los defensores de una Patagonia sin represas, en la unidad que se construye detrás del rechazo a la termoeléctrica de Castilla, en la lucha de los pescadores artesanales o la reciente marcha de los portuarios desde Talcahuano.
La tarea es impedir que se jibarice el movimiento social, detrás de una supuesta participación electoral, abandonando la tarea central que es construir una propuesta unitaria que refleje las demandas de la mayorías constituyéndose en EL PROYECTO POPULAR.
El pueblo movilizado es más importante y tiene más autoridad moral que el conjunto de la clase política defensora de este capitalismo que huele a podrido en todo el mundo.
La tarea inmediata del conjunto del pueblo es coordinar y mantener la ofensiva, incorporando a la movilización y a la lucha activa a todos los sectores sociales.
Los sectores populares, encabezados por un sólido y masivo movimiento estudiantil, emergen con las fuerzas necesarias para imponerse sobre el abuso, la injusticia y la desigualdad, construyendo una fuerza emancipadora que recoge el anhelo de las mayorías y que no acepta salidas negociadas a espaldas del movimiento social.
El proceso de unidad debe, ante todo, estar basado en la plataforma de lucha que diferentes sectores populares han levantado donde destacan la renacionalización del cobre, recuperación del agua, la recuperación del mar y de las riquezas del subsuelo, la defensa de los valles en el norte, la defensa de la pesca artesanal, la organización y defensa de los consumidores que todos los días son engañados, estafados y abusados. Defensa del medio ambiente, oposición a las represas de HidroAysén, a las termoeléctricas, etcétera. Estos puntos, junto a la defensa de una educacion y salud gratuita, más una mejora salarial deben ser los pilares de las demandas populares.
Para conseguir los cambios, que la mayoría de la población requiere, se hace indispensable fortalecer la construcción de un poder del pueblo paralelo a la institucionalidad. Los primeros pasos están dados en la construcción de las asambleas con un carácter permanente, amplias, autónomas, transversales, al interior de las cuales es posible fortalecer la unidad y empoderar al conjunto del pueblo.
Hoy es posible construir el Proyecto Alternativo al sistema dominante, donde no tienen cabida las políticas de colaboración que aún mantienen algunos grupos con sectores que en definitiva defienden al sistema capitalista.
La tarea fundamental es juntar todas las fuerzas y con la fuerza acumulada a nivel de las organizaciones populares será posible, desde la base social, construir el Programa Popular.
Se hace necesario actuar con sabiduría, pero por sobre todo con humildad y generosidad, dejando de lado sectarismos, mezquindades personales y partidistas.
En lo inmediato apoyamos el llamado de la Coordinadora Metropolitana de Asambleas que ha convocado a una Gran Asamblea Nacional para el día de la Dignidad Nacional, para volver a levantar con fuerza la demanda de recuperar el cobre para los chilenos.
Movimiento Asamblea del Pueblo (MAP)
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