Carta al Director: Una imagen diferente

Una imagen diferente, podría ser la de hoy

Carta al Director: Una imagen diferente

Autor: Cristobal Cornejo

Una imagen diferente, podría ser la de hoy.  Una marcha en la que concurren obreros en huelga y estudiantes movilizados.  Podría ser, porque al mismo tiempo, es una postal de otro tiempo, lo que borraría su aparente novedad.   No deja de ser, por eso, una muestra actual, que necesariamente no desembocaría en un mayo francés o para ser más exacto, en un junio chileno.  Tal vez esa sea la principal característica de las movilizaciones de esta época, que no desembocan en lo de aquellas. El problema, claro, es aceptar, para quienes participamos en las de antes, justamente, eso.  No sólo que no se trata de lo mismo, sino, que no concluirán en nada parecido. Sumado al hecho que no sabemos en qué concluirán.  Menos si “eso”, puede ser sancionado, con claridad ideológicamente correcta, como bueno o malo.  Ante estas imágenes, la generación de la dictadura, aparece al margen.  No deja de ser una representación marginal la reunión de los presidentes concertadores con el presidente aliancista.  Es un cuadro diferente.  Una suerte de pintura demodé, ante la otra, callejera, desperdigada, caótica, variopinta, un ensamble, no un collage, menos un mural brigadista.  Ante estas puestas de escenas aparecen las voces oficiales, de uno u otro lado del arco iris, llamando al diálogo, al entendimiento, al consenso, en el cual participa activamente la clase política, esa otra representación grotesca que parece querer saber a donde va todo el descontento, el desmadre, el desenfado de un vocero estudiantil que detiene la avalancha prepotente del intendente. La clase política ¿Qué es eso? ¿Qué clase de clase es? ¿Cómo se accede a esa clase y qué clase de acceso te concede la clase? ¿Qué clase de política es esa clase? ¿el voto popular le da origen y sustento? Sin embargo, el voto no desclasa de ese espacio, el hecho de no ser más electo, no significa que abandonen ese Olimpo, al contrario, su pertenencia es a perpetuidad.  Ya no se muere cualquier ciudadano, sino un ex. Tienen un funeral glorioso y entran, de lleno, al panteón patrio selecto. Cosa extraña lo que produce el voto.

¿Indignados? Es un concepto de salón.  Llevamos 500 años de empelotamiento, una furia que pasa de generación en generación, que los estados sólo intentan domesticar y el mercado administrar.  Podría ser diferente lo de hoy o no.  Podría volver a pasar mañana, o no.  ¿Y? ¿Cuál ha sido el beneficio que hemos conseguido por asegurar que las cosas se mantengan en el tiempo? ¿Qué vuelvan a ocurrir? ¿Qué hemos ganado por sostener luchas eternas y regar nuestra conciencia con mártires? Una larga historia de fracasos y desilusiones pavimenta el camino infernal que recorremos desde hace 500 años, lo único, que se ha repetido con insistencia demencial, es haber sido abatidos una y otra vez, entonces, que pase una vez y no vuelva a ocurrir de la misma forma, con los mismos fines y las mismas caras, tal vez, sea señal que al menos el tiempo ha pasado y otra cosa incomprensible podría ocurrir.

Cordialmente

ACZ


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