El título de este opúsculo, que atañe a una circunstancia que se avecina en Chile, comporta la voluntad de homenajear a José Saramago; mas dadas las características de quien escribe: a duras penas, alcanza para ser un ensayito; sin embargo, ello no es óbice para hacer un fervoroso llamamiento a no votar; o, eventualmente, votar en blanco, en los circos montados, en el mes de octubre de este año; y en el siguiente proceso eleccionario presidencial, y de senadores y diputados; mandón, testaferros y esbirros, respectivamente.
Y se cumplió la palabra profética del tirano, respecto de que la historia le daría la razón al haber sido juez, parte, verdugo y sepulturero del marxismo en Chile, y como pionero en el mundo; y que la opinión pública internacional: lo juzgaba en forma errada, enceguecida por la voluntad de venganza del comunismo internacional; su gran herencia y su sello, no fue el legado de sangre de sus criminales: él nunca implantó una dictadura; sino una “dicta-blanda”, que es lo que estamos viviendo de facto y de jure.
Empero, el objetivo de este escrito es remover conciencias: Anhelo que, sobre todo, rechacen el sofisma de que no sufragar significa dar el apoyo a la derecha, planteamiento de tan poca monta que no resiste ningún análisis; y, el otro lugar común sobre que “si no voto no tengo derecho a reclamar por cuanto es la forma de participar”: por el contrario, supone el repudio e impugnación a un duopolio, derecha y concertación- centro derecha- que han administrado; obteniendo los frutos de una lógica perversa, que permite y legaliza la exclusión, y que anula e impide, a rajatabla, la injerencia ciudadana y un efectivo control sobre la autoridades; por otra parte, que es absurdo presumir que si no voto por los candidatos de la oposición, lo estoy haciendo por los del gobierno: me estoy negando a la puesta en escena de la” fiesta cívica”, en la cual la única legalidad es que la que imponen los poderes fácticos y militares que sostiene el sistema y su status quo; y una representatividad y legitimidad, que concierne a los que están instalados en sus sillas curules, como una gran fronda, defendiendo y promoviendo los intereses de las grandes corporaciones, sin olvidar su tajada.
En concreto, si algún orco perverso, disfrazado de fiscal; o algún sionista empedernido, me llevaran a la cárcel, haría la apología de la lucidez de Saramago, para algunos equivalente a terrorismo intelectual: Las razones por las cuales, no debemos sufragar en las próximas y subsiguientes elecciones son diversas y radicales. Pero, sólo mencionaré algunas que, a mi entender, tiene peso específico; confío en que cada quien, en la libertad de su fuero interno, resuelva, y actúe en consonancia.
Primero, nos rige una constitución bastarda, ilegítima e ilegal, más allá de todas las operaciones fraudulentas para darle carta de ciudadanía; que nació viciada, por que fue gestada en dictadura; que fue maquillada y retocada por los distintos gobiernos de la concertación; y que hasta el día de hoy nos rige cual engendro, y que recuerda el rostro del tirano, y el de su arquitecto y principal asesor intelectual, el ejecutado Jaime Guzmán; mofándose, horrísonamente, de lo que lo que dejaron atado en vida: una vez muertos, nadie podría desatarlo- un giro perverso a una expresión bíblica-. Es esta misma infamia, la que impide convocar a un plebiscito; y, eventualmente, a una asamblea constituyente. Por lo que se advierte, los guardianes del reino, desde Escalona hasta los más fascistas, observan con terror y sobrecogimiento la eventualidad de una consulta para sondear: si procede o no gestar una nueva carta fundamental; que no quepa duda que, si así sucediere: muy pronto, reviviríamos viejos, sangrientos y feroces tiempos. Y es que ellos y ellas, se piensan dueños y poseedores de una clarividencia que no han de compartir con el perraje; cuyo único derecho es participar en las “fiestas cívicas”, en los términos que imponen, como ya lo he señalado.
Segundo, los candidatos y las candidatas que se postulan y se postularán, pertenecen a las cofradías, mafias, partidos políticos que han gobernado el Chile post-pinochet, lo que no hubiera sido factible sin su aquiescencia y acuerdo fundacionales-por consiguiente, ello, es un predicamento que no debemos ni podemos olvidar: su sombra aviesa y siniestra, se proyecta, desde el más allá, o más acá, o lo que fuera; su impronta es palmaria-. No son ciudadanos y ciudadanas, cuyo poder, legitimidad y representatividad, hayan emanado de la ciudad misma- valga la redundancia-; y, que, ipso facto, en virtud de un mérito especial, o, lisa y llanamente, merced a la delegación de una facultad o potestad: estén en condiciones de hacerse cargo de la soberanía, sin apropiarse de ella, y sin usurparla, como lo han hecho hasta ahora los “señores políticos”; per contra, son funcionarios que obedecen a las cúpulas, y que tienen la encomienda de acatar las ordenes emanadas desde sus conciliábulos y contubernios, y aplicar al dedillo las directrices que sus cerebros- no los de ellos y ellas, que dudo que los posean, sino de los intelectos que están tras bambalinas- diseñan pensando en “el bien superior del país”. Lo más eufemístico que se puede decir al respecto, es que: forman parte de los clientes que algún cacique protege y promueve, por su fidelidad y lealtad; aunque, en rigor, es entrega de cuerpo, alma conciencia; una verdadera prostitución.
Tercero, que los que fueron revolucionarios que pretendían detonar el universo, se convirtieron, por arte del neoliberalismo, en cómodos y pujantes empresarios; en vacas sagradas, instaladas en el congreso, y en las municipalidades, en siniestros burócratas que eclipsan cualquier retrato patético dibujado por Kafka en algunas de sus obras; en mercaderes que fueron capaces, sin temblar, de vender todo lo que la dictadura no tuvo el tiempo suficiente de regalar al capital foráneo; y que ahora solamente aspiran a regresar a palacio, para abrir de nuevo sus getas, para que el maná siga cayendo, graciosamente, por obra y gracia del dios mercado, en sus cuerpos que no se hartan de comer y de tomar lo que no les corresponde; mientras tanto, los delfines del tirano, sus hijos y nietos ideológicos, han podido comprobar, “en terreno”, la perfección del modelo, que ya no es necesario defender con la bestialidad de la tortura, la mutilación, el asesinato con extrema sevicia; basta y sobre con entregar una educación paupérrima; acompañado de un control totalitario de los mass media: los cuales, de mayor presencia e influencia, están en mano de la extrema derecha, y que son los mismos que definen lo que es “la opinión pública”: cuáles son sus interés y necesidades. Moros y cristianos, deben ser rechazados a rajatabla, por que son los mismos que han conspirado, criminalmente, para seguir convirtiendo a este pobre y miserable país, en un emporio de las transnacionales, en el que la última novedad del entreguismo es el litio; donde todo es fuente de lucro, desde la educación, la salud, la previsión, los recursos naturales, las energías de uso cotidiano; y que: ¡Dios nos pille confesado cuando se les ocurra privatizar el aire!.
Para concluir, un alcance sobre la novela de Saramago, ya mentada: Cuando las votaciones fueron, reiterada e inexplicablemente, en blanco, se transitó de una leve sorpresa y cierta incomodidad hasta el despertar unido y cohesionado de “todas las fuerzas vivas de la nación”- léase los partidos políticos del arcoíris-; llegando al espanto cuando el fenómeno anómalo fue repitiéndose hasta que los ideólogos inventaron la coartada de una confabulación: obra de las y los sobrevivientes de la ceguera negra, que había afectado a aquel país de ficción. Pero es mejor que lean “Ensayo sobre la Ceguera” y “Ensayo sobre la Lucidez” de Saramago. Culmino con: ¡Un fervoroso llamado a no votar; o, en el mejor de los casos, a hacerlo en blanco!.
Arturo Jaque Rojas.
10.789.448-9