Queridos compañeros:
Hace ya más de 2 años que comencé a trabajar con ustedes en el hospital, partiendo en el REAS (recolección de residuos hospitalarios), luego en lavandería un par de semanas y después nuevamente en REAS para quedarme definitivamente allí. De la gente que trabaja en el hospital no tengo nada que decir, la mayoría es gente amable y simpática con las cuales he entablado buenos vínculos de compañerismo y amistad. El ambiente de trabajo en general es bueno básicamente porque nos las arreglamos para pasarlo bien, reírnos y alegrarnos sin dejar de vista la responsabilidad del trabajo. Sin embargo, no es lo mismo cuando de lo laboral se habla, y particularmente para nosotros los que no trabajamos directamente por el hospital sino por empresas externas.
En esos tiempos, cuando entré a trabajar en reas de manera definitiva, la empresa a cargo del servicio era “STARS”, y el jefe era Carlos Mayorga. Bastante paleteado al principio, el ambiente era bueno, tranquilo y los sueldos habían aumentado un poco en relación al contratista anterior. Pero como dicen por ahí “toda escoba nueva siempre barre bien”. No pasó mucho tiempo cuando nos quedaron debiendo dinero por reemplazos los domingos o festivos, o se atrasaban en los pagos aun cuando se mantenía una fecha específica por contrato con nosotros y con el hospital. Poco a poco la situación fue empeorando hasta que en marzo del 2013 cayó la primera víctima de la dinastía Mayorga, que por el solo hecho de ejercer su derecho de interponer un reclamo en la inspección del trabajo (curiosamente tenían conocimiento hasta del día en que se había hecho la denuncia “anónima”) no fue recontratado en el periodo de licitación que se abría al mes siguiente y que tendría una duración de 4 años bajo el cual el omnipotente señor Mayorga adquiría los servicios de Aseo Integral (aseo, reas y áreas verdes) y Alimentación. Este nuevo periodo era radicalmente distinto al anterior puesto que ahora la empresa se mantendría por 4 años y el sentimiento de seguridad de los jefes era palpable de tal manera que se podría resumir de la siguiente manera: “ahora yo hago lo que quiero”. Y, Efectivamente, sucedió así. A las deudas por trabajos extras realizados, se sumaron las deudas por concepto de no pago cotizaciones laborales, tanto AFP como FONASA, además del no pago de los descuentos por planilla realizados a los trabajadores beneficiados de créditos de consumo de la Caja “18 de septiembre” (tema que hasta el día de hoy no se ha resuelto, porque ni el hospital, ni los Mayorga se hicieron cargo del asunto, quedando la deuda al arbitrio de los trabajadores).
Sin embargo, los trabajadores gradual pero progresivamente comenzamos a perder el miedo de un eventual despido y decidimos tomar cartas en el asunto; desde las constantes denuncias a la inspección del trabajo (que rara vez producían algún efecto) hasta hablar directamente con los mandos medios del hospital me refiero a los Jefes de Unidad de Mantenimiento, Encargados de Contrato y Subdirección Administrativa para denunciar la situación. La respuesta de estos últimos fue prometedora en un primer momento: a los trabajadores se les pidió sus respectivos comprobantes para demostrar las faltas acusadas, las que, obviamente, se corroboraron. Esto tuvo un efecto positivo casi inmediato, ya que la mayoría de las deudas se pusieron al día, problema solucionado… pero solo de manera parcial.
Enero de 2014 y nuevamente nuestro empleador no pagaba las cotizaciones previsionales, los encargados administrativos del hospital hacían vista gorda, ellos “ya habían hecho su parte” y el señor Mayorga gozaba ahora de impunidad absoluta. Así que el paso siguiente a realizar por los trabajadores descontentos fue, a la vez, el más digno, la conformación del primer sindicato de trabajadores de empresas externas, del cual yo era uno de sus orgullosos dirigentes. Aunque algo inexpertos al principio, en solo 3 semanas ya teníamos a más de la mitad de los trabajadores afiliados a nuestro flamante primer sindicato ¿qué medidas tomaríamos los sindicalizados para cambiar la perjudicial situación que vivíamos? La respuesta era única: NEGOCIACIÓN COLECTIVA.
Inesperadamente, cuando apenas llevábamos un mes de constituidos, ocurrió lo que jamás pensaríamos que pasaría: el hospital rescindió del contrato con la empresa STARS.
A la tarea de la negociación colectiva surgió otra situación, la de dirigir en favor de los sindicalizados, la transición hacia la nueva empresa entrante. Salvo que ahora no mediaríamos con nuestro empleador directo, sino con el mismo hospital.
Afortunadamente, las mediaciones, aunque de larga duración y posiciones contrapuestas, fueron por buen rumbo, gracias al apoyo de la Central Unitaria de Trabajadores y a la capacidad conciliadora del Director Regional del Trabajo. Se logró mantener a los trabajadores sindicalizados en sus puestos de trabajos, los sueldos no bajaron y el finiquito sería asumido por el hospital a través de los fondos retenidos a la empresa saliente. Aún así, este último no fue liquidado de manera íntegra: faltaba la indemnización sustitutiva de aviso previo, popularmente conocida como “mes de desahucio” a causa de que la empresa STARS habían entregado las cartas de despido con 29 días de anticipación, fuera de plazo según el Código del Trabajo.
El sindicato lo dejamos en receso, queríamos esperar hasta el contrato indefinido con el nuevo empleador para volver a constituirnos. Por otro lado, en cuanto a la indemnización adeudada del finiquito, hicimos las denuncias correspondientes tanto a la empresa como al hospital, a este último por su responsabilidad como empresa mandante, denuncia que hicimos en grupos (más de 40 trabajadores en total) y de las que todas han sido acogidas por el tribunal del trabajo.
El nuevo empleador fue el señor Carlos Perey, representante legal de la empresa “FC2”, quien como empleador actuó de manera ideal, respetando las fechas de pago y cancelando óptimamente las cotizaciones previsionales, lo contrario a la empresa anterior.
Seis meses se mantuvo este nuevo contrato hasta la publicación de la nueva licitación por los servicios de Aseo Integral, ganando este último contrato la empresa de aseo EPSA LTDA. Y es aquí donde quiero manifestar la intención de mi carta.
La última semana del mes de Noviembre el personal de recursos humanos de la empresa EPSA me contacta para ofrecerme la continuidad en mi puesto de trabajo, la que acepté. Sin embargo, el día Jueves 27 de Noviembre, y luego de una reunión entre el hospital y la empresa EPSA, recibo nuevamente un llamado de esta última comunicándome la revocación de su oferta de trabajo, no me contratarían. ¿El motivo?, yo no figuraba en la lista de trabajadores recomendados por el hospital, o sea que en otras palabras, el hospital no quiso que siguiera trabajando. ¿A qué se debe esta decisión? Cualquier persona entendería que si un servicio público hiciese una selección de trabajadores y prescinde de algunos es porque están mal evaluados, registran muchos reclamos o atrasos, etc. Pero difícilmente veo que mi exclusión de esta lista se deba a algún motivo exclusivamente laboral, yo me pregunto entonces, ¿quién elaboró esta lista?, ¿quién la autorizo? y ¿bajo qué criterios se desarrolló la selección?
En mi favor puedo decir que en un comienzo trabaje como recolector en REAS, para luego ser ascendido como uno de los encargados de registro administrativo en el último contrato, puesto para el cual se requiere tener las capacitaciones respectivas aprobadas por el Depto. De Prevención de Riesgos y cumplir con las normas establecidas en el Decreto Supremo N° 6, y en el que tenía la función de registrar tanto manual como digitalmente los detalles de los residuos que se generan diariamente en el hospital, además de la recolección de los residuos peligrosos e incluyendo la labor de ser encargado de turno. En este puesto me destaqué principalmente por mi proactividad, prueba de ello es que mejoré la planilla digital de registro agregándole información estadística con el fin de optimizar la información que va directamente al departamento de prevención de riesgos del hospital y al servicio de salud.
Entonces me pregunto, ¿cuál es el verdadero motivo por el que no se me consideró para la contratación?, Si fuese por razones de trabajo o conducta, entonces yo emplazo a los directivos del hospital a que me demuestren las pruebas que motivaron mi exclusión de la lista; muestren todas las cartas de amonestación que he recibido con los distintos contratistas con los que he trabajado a ver si existen; demuestren la cantidad de atrasos que he acumulado en este año completo a ver si es motivo de despido; o publiquen algún reclamo en contra de mí desde el OIRS, o de algún servicio del hospital en contra mía. NO, compañeros, no hubo un motivo estrictamente laboral para dejarme fuera de la contratación. Fue una cuestión exclusivamente gremial por mi activa participación como dirigente y mi clara inclinación política. A los Jefes de Departamento y Jefes de Unidades del hospital les molesta que los trabajadores reclamen por sus derechos y tengan que concurrir a tribunales por “culpa” nuestra; les molesta más que nos hayamos “revelado” formando un sindicato; les duele profundamente que hayamos tenido que sacarlos unos momentos de la comodidad de sus escritorios para estar en mediación con nosotros en dependencias de la dirección del trabajo. Y sobre todo por ser “nosotros”, trabajadores de empresas externas, subcontratados, tercerizados. Porque a diferencia del discurso que ellos nos venden, de que en el hospital no existen trabajadores de “segunda categoría”, la realidad demuestra lo contrario. ¿Tendrían, entonces, la misma facilidad para desvincular a un trabajador de planta como lo hicieron conmigo? la decisión de no considerarme para la contratación demuestra de que no les interesan para nada las personas. Invito a los jefes administrativos del hospital a que estén en un container durante 2 o 3 días seguidos con olor a pestilencia que emanan de los residuos peligrosos del hospital. A ver como se sentirían con la incertidumbre que causan los accidentes corto punzante, con agujas o bisturís que pueden llegar a tener sangre con SIDA o con hepatitis. A ver si aguantarían un domingo sin su familia por tener que trabajar, así como lo van a hacer mis compañeros por las condiciones actuales que impuso EPSA. A ver si les gustaría estar sin trabajo, como me dejaron a mí, con todos los problemas, tanto psicológicos como monetarios que pueden causar. Pero a ellos no les interesa el trabajo, les interesa tener trabajadores dóciles y sometidos, trabajadores que “no se metan donde no deben”. He ahí la verdadera intención de mí no contratación, deliberada, cobardemente deliberada: la lectura es, “si ustedes hacen lo mismo que él, esto es lo que les va a pasar”.
Lamentablemente, yo no fui la única víctima, puesto que todos los trabajadores part-time del periodo anterior no fueron considerados aun cuando la empresa EPSA los consideraba en su oferta técnica al momento de la licitación. Además de otros trabajadores que no siguieron debido a ofertas hechas por la misma empresa con sueldos considerablemente menores a lo ofertado en la sustentabilidad socioeconómica de la licitación. Y todo esto, como siempre, ha vista y paciencia del hospital.
La actitud del hospital no es otra sino un ortodoxo reflejo de la flexibilización del trabajo implementada desde épocas de la dictadura militar e instaurada con el plan laboral de 1979 por José Piñera, parte de su plan de las “7 modernizaciones del estado”. Cada vez se atomiza más y más a los trabajadores, dividiéndolos por categorías según sus estudios y salarios de manera jerárquica, como si no tuvieran la misma función e importancia en la sociedad. Cada vez más se tercerizan los servicios públicos. Cada vez más los trabajadores pierden sus derechos inmersos en un código laboral obsoleto y estamental: el trabajador está “subordinado” al empleador; el empleador puede reemplazar a los trabajadores en huelga; el empleador puede utilizar la causal de “necesidad de la empresa” para despedir gente, etc. Fiel reflejo del estado subsidiario, un estado que no se mete en nada donde al privado le interese.
Esto sucede todos los días en nuestro país, uno de los más desiguales del mundo, uno de los pocos que tienen su sistema de previsión laboral en manos privadas, uno de los pocos donde los derechos como la educación y la salud son un negocio. Características flagrantes del país laboratorio del perverso y salvaje neoliberalismo.
Pero todo esto funciona en la medida que los trabajadores lo aceptamos, en la medida en que somos cómplices de tales injusticias. Por eso, compañeros, la constitución de sindicatos no son un capricho, sino una necesidad. Aunque disminuidos legalmente hoy en día, la única forma de fortalecerlos es a través de nosotros mismo, a través de la participación, a través de la concientización de nuestro lugar en la sociedad, a través de la conciencia de clase, de pasar de ser una clase “en” sí, a una clase “para” sí.
No podemos esperar a que el hospital o nuestro empleador, por obra de caridad mejoren nuestras condiciones de trabajo, eso nunca va a pasar, porque esa es una tarea nuestra. Reúnanse, discutan, organícense, pierdan el miedo, porque trabajar con miedo no es una opción, la única opción es trabajar dignamente. SINDICALÍZENSE!!
Y a los directivos del hospital, les digo que no me han hecho retroceder ni un paso en mi determinación, de hecho, la ha reafirmado. Creo ahora más que nunca que en los trabajadores está el futuro del país, somos nosotros el verdadero eje de la sociedad y sin nosotros nada se puede hacer. Créanme que el temor que han intentado infundir no es más que transitorio, porque va a llegar el momento en que los trabajadores van a tomar conciencia del poder que tienen para generar los cambios que la sociedad necesita, y, tal como lo hicimos con STARS, se van a organizar y van a pelear por su dignidad, y ninguna artimaña como la que utilizaron contra mí, los va a hacer retroceder en sus convicciones.
¡VIVAN LOS TRABAJADORES!
SEBASTIÁN GALLARDO, EX – DIRIGENTE SINDICAL.
COBARDEMENTE DESVINCULADO DEL HOSPITAL CLÍNICO DE MAGALLANES.