«Un maestro Zen ve a cinco de sus discípulos volver desde el mercado sobre sus bicicletas. Cuando desmontan les pregunta: “¿Por qué andan en bici?
El primer estudiante le responde: “Con la bici cargo esta bolsa de papas. ¡Agradezco no tener que cargarla sobre mis hombros!”. El maestro elogia a su discípulo diciéndole: “Eres un muchacho inteligente, cuando seas mayor no caminarás encorvado como yo.”
El segundo estudiante le responde: “Me encanta mirar los árboles y el campo mientras ruedo por el sendero.” El maestro asiente y le dice: “Tus ojos están bien abiertos y observan el mundo.”
El tercer estudiante le responde: “Mientras pedaleo la verdad del universo penetra en mi mente.” El maestro lo elogia con firmeza: “Tu mente funcionará con la perfección con que gira una rueda recién centrada.”
El cuarto estudiante le responde: “Pedaleando me siento en armonía con todos los seres.” El maestro asiente y dice: “Estás recorriendo el sendero dorado.”
Finalmente, el quinto estudiante le responde: “Ando en bici sólo para andar en bici.” El maestro se acerca al quinto estudiante, hace el gesto de saludo y sumisión y le dice: “Quiero ser tu discípulo.”
*Editorial publicada en Biciclub Nº 170
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