El presente documento es la propuesta que redondea el texto “Apuntes sobre sororidad, affidamiento y camaradería amorosa como estrategias de subversión en la construcción de la identidad amorosa de las mujeres” ya anteriormente publicado.
Hoy comienzo sugiriendo entonar con fuerza la segunda nota musical. Sí, darle vigor al RE, es decir, un RE que sean tres y que permita: RE-plantear, RE-problematizar y RE-pensar nuestras relaciones con el otrx. Ese otrx como infierno, al modo del existencialista Sartre, o un otrx, que, “(…) desde el momento que me mira, yo soy responsable de él… es una responsabilidad que va más allá de lo que yo hago”(1) desde la totalidad Levinasiana. Sin embargo, en este camino de repensar y no seguir las pautas de las linealidades, es que –propongo- un reto epistemológico que implica apostar a los actos libertarios en una conjugación colectiva, particularmente con otras mujeres.
Aclaro que utilizo (me posiciono) la palabra mujer como categoría y ficción política, como espacio de re-conceptualización, subversión e identitaria resistencia. Como estrategia necesarísima para hacer trabajo conjunto con otras desobedientes del mandato de género.
De ahí que dice Hannah Arendt que lxs humanxs sólo son libres, si actúan, si mueven al mundo, es decir, ser libre y actuar es ser y hacer una misma cosa. La libertad es entonces una realidad política.(2)
Indispensable entonces, re-problematizar, re-plantear, re-pensar nuestro accionar en el mundo y nuestra relación con el otro, la otra, el otre, lo que implica sustancialmente la configuración de nuestra singularidad y que abre ventanas hacia el empoderamiento, o dicho de otro modo, por una apuesta ética-política de la construcción de un camino autónomo.
Para ello -propongo- nada nuevo bajo el sol, pero sí renombrando cinco estrategias de un posicionamiento contra-amoroso desde nuestra singularidad:
1) DESAPRENDER, DESTERRAR ESE AMOR DE NOVELA QUE DEVIENE EN VIOLENCIA.
Sí, sí. Lo hemos afirmado de muchos modos, pero no desistiremos en argumentar que “el amor” esa pasmosa metafísica en tierra de nadie, e ideologizada por una estructura falogocéntrica, resulta un paquete romántico que se vende “veladamente” en las tierras del imaginario colectivo, como un dispositivo de control -particularmente- para las mujeres y que sigue colocado y formalizado a través de un modelo “natural” “exclusivo, necesitado de “emparejamiento” envuelto por un racimo de instituciones como el matrimonio, la familia, la heterosexualidad y por supuesto, la monogamia que –además- lo consagra en diversos mitos que refuerzan el sacrificio, la complementariedad, la idealización, el reforzamiento de las figuras de madre y esposa, la separación de lo público y lo privado y en resumen, la adscripción al poder afectivo llevará a las mujeres según Jane Baker Miller a una afiliación servil (3), una relación entre dominados y dominadores que es la fuente principal para construir las identidades y que implica una determinante colonización de nuestras ideas, pasiones, sentimientos y por supuesto nuestro modo de mirar al mundo y colocarnos en éste.
Mabel Burin llama como el poder de los afectos (4), es decir, la adscripción de un poder afectivo que conduce a las mujeres a moldear sus relaciones y con ello configurar su identidad a partir de una afiliación a un sistema de valores donde destaca sus percepciones sobre feminidad, la creación de un ideal materno, e incluso el de erigirse como madre universal en el vínculo cotidiano de sus relaciones, que reforzado a través de alguna presencia masculina que le brinde seguridad y confianza y que la lleva a afiliarse a los intereses del otrx, a partir de sus necesidades y consolidándose como figura de alteridad.
Ese molde conlleva –además- una adaptación social en términos de las necesidades y exigencias del imaginario patriarcal que como decíamos, implica la renuncia de sí, la disimulación, el recato, la manipulación, competencia con otras mujeres, pero sobre todo el de ganarse un lugar al que es posible renunciar si se presenta con la compensación de afecto y compañía.
De ahí que desde la infancia comiencen a fincarse modelos de dependencia que posteriormente serán afinados en las relaciones de pareja y en su proyección social del deber ser a través de los modelos de “ser buena” “decente” y buscar modos “fusionales” de permanecer con el otrx y en donde el idealismo platónico interpretado por una tradición religiosa permite situar las relaciones monógamas con unx y para siempre.
Simone de Beavouir señala que la inferioridad de la mujer proviene de lo que denomina una repetición de la vida, un confinamiento desde la vida privada que permite que los espacios familiares se fortalezcan desde los lazos del matrimonio, la vida en pareja y el trabajo doméstico. Dicha construcción identitaria es el producto de un caleidoscopio donde contribuye de modo determinante la constitución cultural de la masculinidad o de la feminidad a través de lo que Teresita de Laurentís denomina “la tecnología del género”.
El amor es un régimen totalitario que desde diversos panópticos pretende universalizarlo todo. Ante ello, las feministas respondemos: ¡No quiero tus metafísicas! ¡Estoy harta de que patriarcalices y por ende pongas jerarquías en mis afectos! ¡De-construiré y romperé esa ideología de lo “tuyo” lo “mío” que sostiene la dependencia y los celos, es decir, la posesión, la cosificación y la propiedad privada, o como dijese Eva Illouz, este “capitalismo emocional”.
En el momento en que las mujeres tomemos conciencia de los ejercicios de domesticación amorosa ejercida –diría- Mary Wollstonecraft desde el “debilitamiento del cuerpo y el entorpecimiento de la mente”, entonces podremos situarnos en una posición reflexiva y crítica que coloque al discurso amoroso también dentro de los espectros de la violencia institucionalizada y que se palpa concreta y cotidianamente en 6,4 feminicidios al día, según datos de la ONU.
En los últimos seis años han muerto más de mil quinientas mujeres, el 60% fueron encontradas en vía pública, 40% en manos de sus esposos y parejas.
13 de cada 100 mujeres afirman que su pareja la amarró, golpeó, intento ahorcar, etc., y es el Estado de México el que tiene mayor índice de feminicidios. (5)
Ese amor mediatizado y de catorce de febrero es el que tiene también rostro de cárcel y que mantuvo por un tiempo en una prisión de San Juan Chamula a Roxana una joven toztzil de 14 años por no poder pagar la multa de 24.700 a la que se hizo acreedora por “abandonar” a su esposo quien “quiere” se le reponga el daño de los gastos pagados por la boda y el tiempo invertido con ella. (6)
¿Quieres más de ese amor? Y si ¿replanteamos nuestros modos amorosos? Por ejemplo y cito a la filósofa Leonor Silvestri a través de ludditas sexxxuales: (…) Atreverse a querer sin enamorarse, atreverse a querer sin amar románticamente, eso es la afinidad libertaria, libre hasta la libertad absoluta, desatada. (…) es la libertad absoluta del deseo proliferante como fuerza productiva. (7)
Hay propuestas disidentes sobre el modo en que las afectaciones entran en nuestra vida e implica –sostengo- una importante decisión sobre el cómo vivirla. En tales abanicos quiero hoy definir el contra-amor: Se trata de la posición y acción ética y política contra cualquier discurso amoroso que violente y controle al ser humano, que cuestiona los mitos, ilusiones y expectativas de los imaginarios heteronormativos, fincándose en ejercicios libertarios a través del consenso.
Empecemos a desaprender, a desterrar y después en el tejido de nuevas construcciones que a diario reflexionemos, otra vez y otra vez, volver a cuestionar.
2) HACER MANADA O CÓMO OLFATEAR A LAS QUE… AQUELLAS BIEN PORTADAS LLAMAN SORORIDAD Y AFFIDAMIENTO.
Sería sencillo hablar de fraternidad o solidaridad como estrategias de la alegría del trabajo colectivo, sin embargo, preferimos reposicionar la categoría de sororidad que implica además, un pacto político de género entre mujeres que se reconocen como interlocutoras, es decir, la visibilidad concreta de la reciprocidad y la potenciación de los aportes de las mujeres en su empoderamiento y auto crítica.
Desde Marcela Lagarde la sororidad es “(…) una política que trata de desmontar la misoginia… ¿Cómo lograr la sinergia entre mujeres diferentes que reconocen que la diversidad es un valor positivo, que se unen para universalizar los derechos y para contribuir a la valoración de los derechos de las mujeres en el mundo?” (8)
Partamos de desafiar la lógica platónica quien sostiene a través de Lisis en los Diálogos que es imposible la amistad entre iguales o dicho de otro modo, entre hombres buenos.
No discutiremos a fondo la tesis pero sí desde Marcela Lagarde sostenemos que es por supuesto factible la “(…)amistad entre mujeres diferentes y pares, cómplices que se proponen trabajar, crear y convencer, que se encuentran y reconocen en el feminismo, para vivir la vida con un sentido profundamente libertario.” (9)
Esta alianza de mujeres no es sencilla, dado la tradición cultural de mirar a las otras mujeres como ajenas, competencia, e incluso rivales en los temas del amor y la aceptación laboral/social. Es un proceso que nos permite, primero, reconocernos en otras mujeres, discernir las características propias y saber mirar –por ende- respetar las diferencias es el primer marco de voluntad que nos permite tomar decisiones propias con el apoyo de la otra.
Una reflexión en reunión con otras mujeres que permita rebasar a la solidaridad, dado que aún este concepto se vincula con un intercambio que mantiene las condiciones como están; mientras que la sororidad, tiene implícita la modificación de las relaciones entre mujeres.
Y más aún, abrazar en la medida de nuestros pactos, el sentido de affidamiento que nace para nombrar la tutela entre iguales y donde en conjunto se cuestiona todo tipo de subordinación, dado que en la ética de los cuidados, el affidarse a una mujer, a su igual, tiene un contenido de lucha política.
En este sentido Mouffe ofrece interesantes pistas que pueden desentrañarse para este contexto:
«La visión de una democracia radical y plural que quiero proponer entiende la ciudadanía como una forma de identidad política que consiste en la identificación con los principios políticos de la democracia moderna pluralista, es decir, en la afirmación de la libertad y la igualdad para todos. Tendría que ser una identidad política común entre personas comprometidas en muy diversas empresas y con diferentes concepciones del bien, pero vinculadas las unas a las otras por su común identificación con una interpretación dada de un conjunto de valores ético-políticos. La ciudadanía no es sólo una identidad entre otras, como en e! liberalismo, ni es la identidad dominante que anula a todas las demás, como en e! republicanismo cívico. Es, en cambio, un principio articulador que afecta a las diferentes posiciones de sujeto de! agente social al tiempo que permite una pluralidad de lealtades específicas y e! respeto de la libertad individua!» (10)
Las mujeres nos han legado con tanta poesía y anécdota de nuestras madres y abuelas ese inmenso sentimiento oceánico que de acuerdo a Lagarde, implica sumergirse en un espacio tan, tan amplio que pensamos que nos trasciende, que va incluso va más allá de ese amor –incólume- de los amantes. Este sentimiento es en conjunto con la tragedia y el sufrimiento, baluartes importantes de un amor romántico que ahora aunque cuestionamos sigue teniendo sus estragos y huellas en nuestros suspiros y proyectos, además de ser parte –cotidiana- de un cuerpo que así se le enseñó a “darse” y que ahora como todo proceso se repliega para re-pensar, pero sobre todo para re-cuperarse y ejercer nuevas reflexiones políticas que le permita un nuevo compromiso con nosotras mismas, de un amplio proceso –siempre inacabado- de autoconocimiento que vuelva al enamoramiento ya no una pérdida de sí, una ilusión de fusión, sino una apuesta de conocimiento que despliega una palabra abierta que deja claro y lo que no, que se deja sentir, que experimenta, pero siempre con la base ética del cuidado de sí. De ahí la propuesta de un delicioso egoísmo que aprende a escuchar los sentires y pensares y en una conjugación constante comparte la singularidad haciendo de la libertad una responsabilidad colectiva.
Le damos contenido sustantivo a la amistad, la presentamos en el campo de se revisan posibilidades donde no sea per se una dialéctica de amos y/o esclavos, sino entre iguales que se abren, confían, hablan, transforman. Un amistad política que deviene en práctica efectiva. Un modo en que los ecos de “lo personal es político” permiten habitarnos.
En este placer que se convierte en estrategia política permite que las mujeres repensemos los actos de la vida cotidiana donde se inscribe –entre otras- la dependencia emocional que como ya decíamos potencializa la alteridad, esto es, la construcción de la relación del yo con el otrx: la relación de intersubjetividad.
La reconstrucción de identidades permite una camaradería amorosa que coloque al ejercicio efectivo de la autonomía como eje vector de la relación con el otro/otra.
Y aquí el Emilé Armand traza elementos importantes de análisis donde propone que las asociaciones de afinidad deberían ser escogidas y entabladas libremente con la posibilidad de interrumpirlas en cualquier momento que una de las partes lo deseen, con todas las premisas políticas de comunicación y honestidad que como condición sine qua non, nos permite el sustento de nuevos replanteamientos amorosos. (11)
Además, no fue por casualidad que el francés asociara el amor, con la libertad y la camaradería amorosa. Para éste, el amor libre sólo podría existir fuera de cualquier tutela o constreñimiento estatal, religioso, familiar o vínculo contractual.
Una relación entre iguales se adhiere a una ética de la reciprocidad, lo que resulta congruente con el respeto y desarrollo de la autonomía y que es posible potenciar en las asociaciones libres con lxs otrxs. Lo que está en juego – nos diría aquí Chantal Mouffe– es nuestra capacidad para pensar la ética de la política. Con esto me refiero al tipo de interrogación implícita en los aspectos normativos de la política, los valores que pueden realizarse a través de la acción colectiva y de la pertenencia común a una asociación política. (12)
Revisar la tesis de la camaradería amorosa también nos permite cuestionar los paradigmas de monogamia nuclear y posibilitar un libre contrato de asociación que se finque en construir una amistad como tejido político que destaque premisas de sororidad, igualdad y consenso, sin duda, ejes vectores de una propuesta colectiva.
«Si la tarea de la democracia radical es en verdad la de profundizar la revolución democrática y conectar las distintas luchas democráticas, esa tarea requiere la creación de nuevas posiciones subjetivas que permitan la articulación común de, por ejemplo, antirracismo, antisexismo y anticapitalismo. Estas luchas no convergen espontáneamente, y a fin de establecer las equivalencias democráticas se necesita un nuevo «sentido común» que transforme la identidad de diferentes grupos, de tal manera que se puedan articular las exigencias de cada uno de ellos con las de otros, de acuerdo con e! principio de equivalencia democrática. Pues no se trata de establecer una mera alianza entre intereses dados, sino de modificar realmente la identidad misma de estas fuerzas. Para que la defensa de los intereses de los trabajadores no se persiga a expensas de los derechos de las mujeres, los inmigrantes o los consumidores, es necesario establecer una equivalencia entre estas luchas diferentes». (13)
La creación de las identidades políticas como ciudadanas democráticas radicales, es una puerta que incluye una reflexión permanente sobre nuestras relaciones de amistad, camaradería, sororidad y affidamiento con las otras mujeres y que abre el camino para una consolidación de la autonomía que permite, siguiendo las palabras de Marcela Lagarde, recuperar el cuerpo y el tiempo.
Concluyo este apartado a través de dos afirmaciones que abrazo como propias y desde las voces de Michel Foucault e Itziar Ziga:
‘Lo que le molesta al poder es la amistad. Es decir, la posibilidad de crear redes de amigas, apoyos, afectos, solidaridades, difíciles de localizar, que escapa al control social y que van más allá del modelo individualista o liberal: “pareja-amor-matrimonio”.’ (14)
Y la Ziga se refiere a la manada como (…) “el grupo de supervivencia, lucha y placer que se autoconstruye y muta mil veces para hacer posible las vidas de sus perras, permanentemente amenazadas, ninguneadas, oprimidas. Es la familia soñada y encarnada. Por haber sido socializada como mujer, soy colectivista. No sobrevivo fuera del grupo. Aunque la manada debe siempre funcionar de forma flexible sabiendo que cada una es cada una. Y esto a veces es difícil.” (15)
¿Y cómo darle cotidianidad a esta manada y nuestro ejercicio de amistad? Sencillo, se llama Autodefensa feminista.
3) URGENTE DESOBEDIENCIA: PUTAS INFIELES Y BRUJAS.
Muchas mujeres nos hemos reivindicado –también- desde la apostasía, es decir, negamos y con fuerza establecemos un “NO” a toda imposición sobre nuestra cuerpa (16) e ideas que ha provenido tradicionalmente desde la religión, pero también de toda una serie de instituciones sobre las que ya hemos abundado. En este sentido, denunciamos el significado de unas palabras y resignificamos el sentido de otras.
Partidarias de corromper de modo reflexivo y consciente las andanzas de un lenguaje “adecuado”, de reapropiarnos y con ello arrebatar a los hijos sanos del patriarcado, los insultos y palabras que pretendían ser burlas o vejaciones particularmente contra las mujeres y en el contexto específicamente sexual, es que ahora a algunas nos interesa trabajar con los disfemismos y empoderarnos a través del uso de algunos de ellos.
Por ejemplo, coloquialmente cuando se escucha la palabra PUTA, muchas se enfurecen y abogan por su no utilización al ser ofensiva y denostadora, sin embargo cuando nos enteremos de su fuerza etimológica desde la Putza y su primer uso griego como “mujer sabia”, entonces -ahora la retomamos- como parte de nuestro trabajo estratégico de autonomía erótica y social.
Palabras como verga, pucha, papaya, puto, lencha, marica, guarra, pepa, culo, pito, entre una larga lista de sinónimos son ahora parte de un vocabulario erótico/postporno personal y consensuado, y precisamente de eso se trata: des-patriarcalizar, re-significar, re-apropiar, y con un lenguaje vívido, edificar nuevos placeres auditivos, que desde lo político nos hagan gozar.
Y no solo es el replanteamiento de un modo distinto de construir lenguajes, sino también y al mismo tiempo de cuestionar todas sus implicaciones ideológicas. Veamos el caso de dos palabras utilizadas desde el significado de los diccionarios comunes.
La Real Academia de la Lengua sitúa las siguientes definiciones:
FIEL. Que guarda Fe (del latin fidelis) que acata las normas de la iglesia, que respeta las instituciones y cumple sus obligaciones.
Definitivamente soy infiel, por supuesto que no le tengo fe a ninguna de sus instituciones.
¿Fieles a la misoginia religiosa de todos los cultos monoteístas? ¿Fiel a los mandatos que gritan, calla, no mires, no rías y que hacen de la palabra mujer una etimología que se rastrea en latín como mulier, aguado, blandenque o molusco?
¿Fiel a Adán y contra una Lilith que se declara insurgente de su paraíso moralino? No me interesa la fidelidad en ninguna de sus formas, no soy de nadie, ni exclusiva para nadie, más bien respeto la palabra tejida en el laboratorio de los afectos con las otras personas, y por ello no soy fiel sino leal.
Y… ¿bruja?
También en la definición del diccionario “oficial” se habla de una mujer que tiene pacto con el diablo, que vieja y fea va montada en una escoba. Que es crédula y de pocos alcances.
Es imposible negar el carácter sesgado y androcentrista de tales portavoces “del buen decir”, cuando precisamente la fuerza de la bruja radica en la construcción autónoma de sus decisiones, la producción creativa de nuevos saberes y que en conjunción con la conformación de aquelarres con otras iguales, constituyen un peligro para el deber ser femenino. Nuestras herejías no sólo están en nuestras pócimas, ungüentos y brebajes sino en nuestro actuar cotidiano, ese que da miedo a las buenas conciencias.
Dice la performancera mestruante Joyce Jandette:
«Somos esas sucias traidoras, hace rato ya que desertamos, no respondemos más ataques, no obedecemos más normas, partimos juntas en retirada estratégica hacia nuestra cuerpa trinchera y desde ahí volvemos a empezar. Es tiempo de sanar heridas, de construir mundos y lenguajes a donde arribar en nuestra retirada. Es tiempo de generar alianzas y reinventar utopías, tiempo de encuentros y sortilegios. ¡Tiempo de Akelarres!» (17)
La italiana Silvia Federici ha realizado un exhaustivo estudio sobre la marcha de las brujas y otras herejías como manifestaciones de resistencia, pero además como una fuerza política y económica importantísima para su tiempo, y que fue combatida con furia, particularmente a mediados del siglo XV legitimándose una contrarrevolución que perpetuó hasta el día de hoy en una “(…)una misoginia manifestada, por ejemplo, en que la violación de las mujeres proletarias que deja de considerarse en la práctica un delito en muchas ciudades europeas. La degradación de la situación de las mujeres, su “domesticación” y la redefinición de la feminidad y la masculinidad en este periodo vienen marcados por la expulsión de las mujeres de los espacios públicos y la consideración de que representan un peligro para el nuevo orden social”. (18)
Silvia apunta acertadamente que: “La caza de brujas ahondó las divisiones entre mujeres y hombres, inculcó a los hombres el miedo al poder de las mujeres y destruyó un universo de prácticas, creencias y sujetos sociales cuya existencia era incompatible con la disciplina del trabajo capitalista, redefiniendo así los principales elementos de la reproducción social.” (19)
Sin duda somos, peligrosas y feroces. Y esas brujas, putas e infieles fuimos el 9 de marzo del 2014 a clausurar el “Hotel Balcázar” donde violaron a nuestra compañera Yakirí Apuart Rubio, que nos enseñó además de su valentía y determinación, que todas nos podemos y debemos defender. No seguiremos permitiendo la criminalización de nuestros cuerpos.
4) REACTIVANDO LAS PASIONES: MASTURBACIÓN Y PLACER DIXIT. DESEO, LUEGO EXISTO.
Aprendo a escuchar mi cuerpa. Pienso, siento, gozo en voz alta. Desmonto mitos que hablan de una “feminidad” receptiva y que folla por obra y gracia del amor. Mentira. Las mujeres tomamos dildos, manos, ganas, transformamos subjetividades y desde la cuerpa, la vulva abierta confrontamos y respondemos a las cicatrices de la subordinación.
Nuestro coño produce singularidad y hacemos insurgente a una cuerpa que hace preguntas desde los besos y/o los fluidos. Nos erotizamos también des-genitalizando, construimos artesanías corporales con el buen trato y el bien-estar.
Desde la masturbación, el placer, la no violencia activa, desde la construcción de nuevos pactos de afinidad sexual, desde nuestros anos que abortan en un placer no patriarcal, pero preponderantemente desde nuestros clítoris –cuestionamos- todo mandato hetero-falo centrista reproductora de estereotipos, roles, hábitos y pretensiones de “normalidad”.
Mi deseo, nuestro deseo no pertenece al deseo unívoco del imaginario simbólico masculino.
¿Qué tal revisar el activismo gordo, pornografía mutante, performance, poesía pornográfica, los ejercicios de la sexualidad tran-marica bollera, parodias mutantes, entre tantas y tantas prácticas des-controladas?
Le arrebatamos al Marqués de Sade sus disposiciones de disciplina/docilidad corporal y le damos nuevos matices y texturas a los contornos, profundidades, y con estos, hacemos ternura sexual, también pos-pornografia, escandalo, eyaculación con la glándula eskene.
Disfrutamos ya no desde la urgencia del orgasmo, sino desde el compartir. Mi clítoris, órgano hedonista se coloca contra toda moral blanca, neo-liberal y burguesa.
¿Has follado con tus amigos/amigas? ¿Por qué no? ¿Has experimentado desde otros linderos que tal vez te parecen ajenos, radicales? Hablo de multiplicidad de cuerpos, sexo casual, anónimo y consensuado, erotización del poder, dislocación de lógicas binarias, besadas orgiásticas en vía pública, prácticas como el masturbarton. (20)
¿Y si nos afectamos? Es decir, otra vez desde Leonor Silvestrí y su ética amatoria del deseo libertario construimos “(…) afinidad corporal e íntima, acontecimiento que nada tiene que ver con la tiranía del amor romántico, sino aquello hacia lo que tiende un cuerpo, nunca un territorio, sino una agencia de deseo, línea de fuga posible.” (21)
La estrategia se llama AUTONOMÍA ERÓTICA, una aphrodisia, y además no sólo pensar en el cuerpo o la cuerpa sino vivirla en el ejercicio directo y radical de posicionarse antisistema. Se trata en resumen de que la sexualidad, el género, la raza, el sexo y el cuerpo se convierten fondo y forma del análisis y de la acción política, sin embargo para ello será necesario tal y como Beto Preciado señala (…) “Desaprender tus ‘propios’ deseos, aquello que culturalmente aprendemos a desear, es una especie de tarea muy larga pero fundamental.» (22)
Tú ¿Cómo la ejerces?
5) ¿ES POSIBLE LA COHERENCIA? EN LO QUE LA CONSTRUIMOS, HAGAMOS ACUERDOS.
Se trata de organizar en los pasos cotidianos la tremenda revuelta y tomo este término de la feminista Ochy Curiel para defender la alegría, organizando la rabia a través de nuestra desobediencia. Porque en conjunto a trabajar contra una lógica por resignación, la Silvestrí nos propone una A que bien puede triangularse de modo equilátero: “(…) Afinidad, amistad, afecto. Tres modos de la alegría, tres modos de anarquía”. (23)
Y no hablamos de un purismo revolucionario que mandate los nuevos deber ser de la “mujer feminista empoderada” No, no. La propuesta es re-significar la ética de los acuerdos, implica dar cuenta de nuestras potencialidades para tener claridades sobre lo que sí y lo que no podemos y queremos entrarle.
¿Que si es importante para las mujeres hacer acuerdos/pactos contra- amatorios?
Diría no importante sino fundamental, y me permito convidar lo que dijese la filósofa Celia Amoros al hablar de que precisamente para la gran revolución feminista del siglo XX, y es que nuestra ciudadanía nos da carácter político de pactantes y con reconocimiento o no del Estado (siendo éste uno de los sostenes patriarcales más importantes) nos permite el carácter de identidad y auto afirmación a partir de la claridad y conciencia de los pasos de nuestra autonomía.
Nos permite además relaciones de igualdad y/o equidad, reciprocidad y por supuesto la confirmación de un acto de libertad.
Hacer acuerdos tiene una importancia política. Me permite fijar mis convicciones y desde la asunción de una postura propia, comenzar a tejer, negociar y consensar con lxs otrxs, esto es entonces, democracia radical.
El contra-amor como discurso, se vuelve una experiencia directa, cotidiana y palpable sujeta a negociación. Y por favor no confundamos la negociación como juegos de competencia (eternos juegos de poder sobre “necesidad” de ganar) sino como una desidealización del amor que se juega en el terreno del conflicto (no entre oponentes) sino en la dialéctica de las relaciones humanas. Sin embargo, para que los acuerdos no se vuelvan (como pasa en la política tradicional) un instrumento de control es necesario partir de algunas claves básicas.
1) Es necesario construir nuevos espacios de quehacer político (las propuestas zapatistas, del altermundismo nos proporcionan elementos claros al respecto) donde los principios estén construidos desde una re-educación sentimental que implica una fuerte autocrítica sobre el chantaje, la victimización y el melodrama, por colocar algunos ejemplos comunes que vician cualquier intento de comunicación.
La fuerza política no está en quien grita más o precisa una pulcra retórica, sino en una desnudez senti-pensada que es sostenida por la amistad y la confianza, donde el poder se convierte en un puedo, quiero compartir desde la singularidad proyectos que se forjen colectivos.
2) Un trabajo de desapego que no tendría que ser interpretado como desinterés o desamor, sino como un respeto al camino de singularidades de las personas en independencia y que como parte de la amistad, camaradería y/o sororidad permite claridades en los deseos y un intercambio honesto de información y experiencias.
3) La construcción de un lenguaje común, una puesta en la mesa de lxs actuantes de diccionarios de ideas y sentimientos. No podemos dar por sentados “sentidos comunes” o elementos que pensamos como obvios, hacerlo así implicaría darle entrada a nuestra vida al ejercicio de lo “natural”.
4) Menos promesas y más acciones, lo que implica que los compromisos permitirán actos de lealtad desarrollados en un ejercicio práctico. Ser nosotras nuestras propia autoridad, saber escuchar y escucharnos, para así, acordar acciones posibles y renovables.
A través de Marcela Lagarde conocemos a Elena Simón y su texto “la democracia vital” donde pone de relieve la importancia de hacer como mínimo tres pactos para establecer una pauta básica que nos reconozca como actoras que decidimos abrirnos a la negociación y para ello es necesario, menciona “(…) el pacto intrasíquico (pacto con nosotras mismas) el intragenérico (con otras mujeres) y el intergenérico (con los hombres)” (24), tres niveles que permiten estrategias de relación y comunicación que pretenden ser diferentes.
Sin conclusiones…
Como dice en Cuatro cuartetos el poeta Thomas S. Eliot, “El final es el lugar del que partimos”, por ello las anteriores reflexiones, más que estrategias son bocados de ideas de varixs desobedientes que no tienen más pretensión o por lo menos eso parece, de hacer su propia entonación para marcar un ritmo distinto en el canto de su vida y que hacen desde la palabra y su actuar, transformaciones políticas y epistemológicas importantes. Queda escribir nuestra propia historia.
Por Diana Marina Neri Arriaga
BIBLIOGRAFÍA GENERAL:
Arendt Hannah, Qué es la política, Barcelona: Paidós I.C.E/U.A.B., 2001.
Armand Emilé, “Individualismo Anarquista y camaradería amorosa” en http://www.kclibertaria.comyr.com/lpdf/l057.pdf
Burin Maribel, El deseo de poder en la construcción de la subjetividad femenina. El “techo de cristal” en la carrera laboral de las mujeres. En Almudena Hernando Gonzalo (coord.) ¿Desean las mujeres el poder? Cinco reflexiones en torno a un deseo conflictivo, Madrid, Minerva ediciones, 2003.
Federici, Silvia, El Calibán y la bruja, Traficantes de Sueños, Madrid – 2010.
Levinas Emanuel, Ética e infinito, Madrid, S.A, 2000.
Lagarde, Marcela, La política feminista de la sororidad, tomado de: http://agendadelasmujeres.com.ar/notadesplegada.php?id=7536
Lagarde Marcela, Claves feministas para la negociación en el amor, Memoria, Managua, Puntos de encuentro, 2001.
Ludditas sexxxuales, Ética amatoria del deseo libertario y las afectaciones libres y alegres, Milena Caserola, colección (im)pensados, 2012.
Mouffe Chantal, El retorno de lo político, Comunidad, ciudadanía, pluralismo, democracia radical, México, Paidós, 1999.
Ziga Itziar, En http://www.culturamas.es/blog/2011/02/25/la-fuerza-imparable-de-la-manada-entrevista-con-itziar-ziga/
NOTAS
1) Levinas Emanuel, Ética e infinito, Madrid, S.A, 2000, p, 53-54.
2) Arendt Hannah, Qué es la política, Barcelona: Paidós I.C.E/U.A.B., 2001, p, 23.
3) Miller Jane Baker, Hacia una nueva psicología de la mujer, Paidós. 1992.
4) Burin Maribel, El deseo de poder en la construcción de la subjetividad femenina. El “techo de cristal” en la carrera laboral de las mujeres. En Almudena Hernando Gonzalo (coord.) ¿Desean las mujeres el poder? Cinco reflexiones en torno a un deseo conflictivo, Madrid, Minerva ediciones, 2003.
5) Datos tomados de http://www.elcolegiodehidalgo.edu.mx/biblioteca/archivos/arti_libres/GV0015.4.pdf
6) Tomado de http://www.heraldodepuebla.com.mx/sites/default/files/impresos/2014/03/13/pdfs_13-03-14.pdf
7) Ludditas sexxxuales, Ética amatoria del deseo libertario y las afectaciones libres y alegres, Milena Caserola, colección (im)pensados, 2012. Descargado de http://ludditastexxxtuales.blogspot.mx/2012/09/etica-amatoria-del-deseo-libertario-y.html, p, 50.
8) Lagarde, Marcela, La política feminista de la sororidad, tomado de: http://agendadelasmujeres.com.ar/notadesplegada.php?id=7536
9) Idem.
10) Mouffe Chantal, El retorno de lo político, Comunidad, ciudadanía, pluralismo, democracia radical, México, Paidós, 1999.
p, 120.
11) Armand Emilé, “Individualismo Anarquista y camaradería amorosa” en http://www.kclibertaria.comyr.com/lpdf/l057.pdf
12) Mouffe Chantal, El retorno de lo político, Comunidad, ciudadanía, pluralismo, democracia radical, Op cit, p 158
13) Ibídem,p, 39.
14) Tomado de https://www.diagonalperiodico.net/blogs/vidasprecarias/peligrosas-redes-afinidades-y-afectos.html
15) La fuerza imparable de la manada, Ziga Itziar, En http://www.culturamas.es/blog/2011/02/25/la-fuerza-imparable-de-la-manada-entrevista-con-itziar-ziga/
16) Categoría retomada de la propuesta de la feminista Karina Vergara Sánchez y que puede ser analizada a partir de su texto: “Apuntes para una cuerpa lesbiana” tomado de http://www.mujeresnet.info/2014/04-05/apuntes-sobre-la-cuerpa-lesbiana.html
17) http://musicasvisibles.wordpress.com/2014/04/17/brujas-somos-2/
18) Tomado de http://www.feministas.org/caliban-y-la-bruja-mujeres-cuerpo.html
19) Federici, Silvia, El Calibán y la bruja, Traficantes de Sueños, Madrid – 2010, descargado de: http://www.traficantes.net/index.php/content/download/24695/236104/file/Caliban_y_la_bruja.pdf
20) Esta maratón de la masturbación está abierta a hombres y mujeres y se celebró en mayo en Copenague, y después en Londres y San Francisco. También es el caso de páginas web como www.ifeelmyself.com o www.beautifulagony.com, que cuelgan vídeos de mujeres (mayoritariamente) grabadas mientras se masturban, preconizando de esta manera un enfoque más desinhibido del deseo femenino. Tomado de http://www.cafebabel.es/articulo/masturbarse-es-luchar.html
21) Ludditas sexxxuales, Ética amatoria del deseo libertario y las afectaciones libres y alegres, Milena Caserola, colección (im)pensados, 2012. Op, cit, p, 57
22) Silvestri Leonor entrevista a Beatriz Preciado, Las políticas del sexo y del deseo en http://edant.revistaenie.clarin.com/notas/2010/06/19/_-02203127.htm
23) Ludditas sexxxuales, Ética amatoria del deseo libertario y las afectaciones libres y alegres, Milena Caserola, colección (im)pensados, 2012, op, cit , 73.
24) Lagarde Marcela, Claves feministas para la negociación en el amor, Memoria, Managua, Puntos de encuentro, 2001, p, 98-99.