El cartero de Neruda, en la obra de de Antonio Skármeta, le pregunta al poeta ¿qué es una metáfora? -“Cuando hablas de una cosa y la comparas con otra…”, le responde. El cartero entiende, pero la derecha no entiende. Y cuando las entiende, su impulso conservador y represivo las convierte en armas peligrosas para el sistema; especialmente si se trata de jóvenes, “biológicamente” rebeldes; o de artistas, naturalmente incómodos. La última expresión artística censurada es el video encargado por la Defensoría de la Niñez, institución estatal dirigida por Patricia Muñoz, producido y divulgado en el marco de una campaña para visibilizar los derechos humanos de los niños, niñas y adolescentes.
Leo que unos diputados recolectan firmas para remover de su cargo a la directora de la Defensoría; escuché al subsecretario del interior (el de los utensilios) y la subsecretaria de la niñez. ¡Ufff! Mediocridad sobre mediocridad. ¿Por qué tanto escándalo? Uno de los versos dice: “siento que debes empoderarte y volar / saltarse todos los torniquetes…”. Y quedó la grande: el subsecretario del Interior –el de los utensilios- opinó que «hubiese sido mejor un mensaje de unión y más positivo». ¿De unión en torno a qué, más positivo para quiénes? Entre los versos buscan afanosamente “la comisión de algún delito”. Hasta el diputado Urrutia –quien dijo que “los verdaderos patriotas están en Punta Peuco”-es parte de la cacería.
Desde la institución cuestionada la explicación es simple: “escogimos lanzar la campaña con una canción y, como tal, ésta utiliza recursos propios del género, como son las metáforas. ‘Saltarse los torniquetes’ es una de esas metáforas, que llama a traspasar todos los obstáculos que la infancia y la adolescencia viven Chile”. Además, me tinca, está el “problema” de que desde el hastío que vivimos por los abusos está apareciendo gente –como Patricia Muñoz, que ganó su puesto en concurso público- que hace una política de nuevo tipo, coherente, con más decencia, franqueza, transparencia. Eso contrasta con parte de lo que hay y nos indigna. Hay políticos y políticas que no solo son ignorantes sino que además tienen poca creatividad; que sean pillos, no significa necesariamente que sean inteligentes. Hay tontorrones y tontorronas que dan vergüenza ajena. No critico desde ninguna superioridad intelectual ni moral, pero como ciudadano espero ser mejor representado en el parlamento y, ahora, en la Convención Constituyente. La ciudadanía merece más que un raspado de la olla.
No escuchan. En nuestro querido país, ¿acaso no hubo revolución de los pingüinos? ¿No se hizo la manifestación más grande de la historia de Chile contra los abusos? ¿No hubo un mayo feminista? ¿Acaso no renunció un ministro de cultura ante las manifestaciones de los artistas y las organizaciones defensoras de los derechos humanos? ¿No hubo estallido social? ¿No vieron los ojos del espanto? ¿No supieron que la performance del colectivo LasTesis ha sido modelada masivamente en todo el mundo? ¿Qué parte de esos ruidosos mensajes no escucharon? ¿Acaso no es tenebrosa la historia del Sename? ¿No era un adolescente el que cayó al río Mapocho empujado por un carabinero? ¿Acaso este no es un país de guachos, tiernos y temibles, que prefieren ser padres de un nuevo Chile que hijos abandonados de una sociedad moribunda? ¿Acaso no estamos en un proceso constituyente para escribir una nueva Constitución a cuyas palabras deberán darle vida y sentido los niños, niñas y adolescentes de hoy? Hay que defender ese futuro hoy; hay que defender a quienes lo defienden.
A mí gustó mucho el video. ¿Lo habrán visto (y leído) todos y todas quienes opinan? En mi vasta ignorancia, tampoco sé de música funk ni de rap (aunque ubico el sesentero tema del Dúo Dinámico que utiliza el Mineduc en su video para “jóvenes”). Entonces antes de opinar le pregunté a mi amigo Mario Rojas, músico, presidente además de la Unión Nacional de Artistas. Me cuenta que “El llamado de la naturaleza” es una canción funk-pop-rap, que es de Jaco Sánchez (seudónimo de Pablo Ilabaca ex Chancho en Piedra), interpretada también por la rapera mapuche MC Millaray: “Es original, da cuenta de un alto nivel de creatividad y se acerca sin trabas al gusto juvenil-infantil contemporáneo. Como Pablo Ilabaca lo sabe hacer mejor que nadie, puesto que es el autor de toda la música del programa 31 Minutos. Valoro la creatividad, audacia buen gusto musical y la relación con el sentir de los jóvenes chilenos contemporáneos”. Agreguemos el mérito de la coreografía de Paulina Goldsack y las y los jóvenes que bailan: Marty Gallardo, Franco Gómez, Isidora Rodríguez, Eduardo Azócar, Ani Paillalef y Elena Ponce. Además del simbólico torniquete en la canción “late fuerte el pueblo original” y el pasaje final del tema se canta en mapudungún (¿Les recuerda a Catrillanca? Qué molesto.) y plantea: “con la frente en alto el mundo hay que cambiar”. ¿Cómo se puede pensar que estos mensajes están desapegados de la labor de promover los derechos de los niños, niñas y adolescentes?
Y un pequeño detalle. ¿Qué le ha parecido a los y las jóvenes? ¿Esa música, esa estética, ese protagonismo y visibilidad juvenil? ¿Lo preguntaron los opinólogos adultocéntricos? La canción se adelanta a esto: “algunos piensan que tu opinión es una voz sin una trascendencia”. Me gustaría ser abogado para defender esa canción, pero soy un tipo de la tercera edad, lo menos rockero que hay; en mi caso me salto los torniquetes solo metafóricamente. “El presente y futuro de una nueva nación” –como se canta y baila en el video- ya es cosa de las personas nacidas en este siglo.
Jorge Montealegre Iturra
Poeta chileno del siglo pasado.
La Reina, diciembre de 2020.