Estos últimos meses a lo largo de todo Chile ha quedado de manifiesto un generalizado descontento por parte de todos los actores sociales (docentes, administrativos, estudiantes secundarios y universitarios, además de padres y apoderados), quienes han salido innumerables veces a protestar y manifestarse exigiendo una educación de calidad, laica y gratuita. Pero seamos realistas ¿Para qué queremos una educación de calidad?, ¿Para ser domesticados con mayor calidad? Querámoslo o no, la educación siempre ha sido un arma de domesticación del Estado, es decir, siempre ha sido un medio por el cual una sociedad legitima y reproduce el modelo social imperante. Todas las estructuras y sistemas sociales necesitan ser reproducidos, para mantener los beneficios a favor de una clase o de una elite. Así, la educación impartida por el Estado no tiene intensión en que las personas critiquen a éste, sino que lo acepten, respetan y defiendan. La educación bajo un gobierno democrático reproduce sus valores, del mismo modo que bajo una dictadura transmite su ideología.
Si lo pensamos objetiva y críticamente llegaremos pronto a la conclusión que la escuela tiene demasiado parecido a una cárcel y que una sala de clases, más que un espacio de aprendizaje, es un lugar en el que absorbemos pasivamente las ideas que una persona nos entrega como una verdad inapelable, en donde se promueve un adoctrinamiento para el trabajo y la disciplina. Está claro que el sistema que impera en la actualidad está directamente ligado a las lógicas del mercado, por ende, su desarrollo se centra en la concentración y acumulación de riquezas que van a parar a manos de unos pocos privilegiados y propietarios, olvidando el sentido social y el progreso en comunidad. Así mismo, el sistema educacional disfraza estas carencias entregando falsas herramientas que a largo plazo solo forman mano de obra barata, dejando un inmenso abismo entre la clase dominada y los dominantes.
Es así como surge la real necesidad de crear y construir nuestro propio espacio y nuestra propia enseñanza, desligándonos de toda institucionalidad y siendo un ente autónomo, el cual lleva por nombre “Escuelitas Libres”. Las escuelitas libres han existido y existirán en muchas partes del mundo, a lo largo de nuestro país existen muchos proyectos populares que siguen ese lineamiento.
En ellas se quiere cambiar las lógicas de la educación, en donde sea ésta una de las herramientas fundamentales que priorice por la formación integral, considerando las diferencias de cada niño(a) y también aspirando a la igualdad de oportunidades que permita el desarrollo de todas sus capacidades, en donde se deje de mirar la educación como un mecanismo de control y se mire como una forma de humanizar, construir hombres y mujeres nuevos. Las escuelitas libres se diferencian de las escuelas públicas y de las demás escuelas privadas en muchos aspectos. Primero, hay que aclarar que no existe algo como “escuela pública”, lo que hay es escuela estatal. Y la escuela estatal tiene la finalidad de educar para su sistema. Es autoritaria, represora, memorista, discriminativa, individualista; es decir instruye y educa para construir un tipo de persona, la misma que necesita para mantener este sistema social caótico y deshumanizado; perpetuar el capitalismo, mantener las clases sociales y todas sus formas de represión. A diferencia de la educación tradicional, en las escuelitas libres se trata de crear un espacio de libertad, en donde las personas se vayan construyendo sobre los valores que nacen al ser uno. Ser consciente, comprender, crítico y obrar adecuadamente, este es su objetivo. Construir un mundo más humano y más libre por medio de vivir y aprender a vivir en libertad es su fin. Practicar la igualdad, la solidaridad, el apoyo mutuo, el respeto y la justicia; estos son sus hechos. Todo esto se intenta llevar a cabo sin que entre en juego la autoridad, los premios, los castigos o exámenes, donde se trabaja de forma vivencial y experimental, es decir, donde el aprendizaje se ve como un proceso colectivo y crítico.
Los actores de las escuelitas libres no son únicamente estudiantes, lo son también los pobladores, los vecinos, trabajadores, padres, juntas de vecinos, organizaciones comunales y todos quienes quieran formar parte de dicho proyecto, lo que menos se busca es ser asistencialista, sino que trabajar en una constante retroalimentación, en la que el educador y el educado tienen las mismas oportunidades de aprender, en donde ninguno sea superior al otro, sino que todos estén a la par. Es así como por medio de talleres hacia los niños y a la comunidad en general, reforzamientos, juegos y actividades se trata de lograr en lo(a)s niños(as) aprendizajes significativos que no sólo sean más y más acumulación de conocimientos, sino que aprendizajes que contribuyan a su vida diaria, que los hagan ser más autodidactas y autónomos consigo mismos. Todas estas actividades se autogestionan, la idea es no recurrir a órganos burocráticos para conseguir el financiamiento, y que sea la propia población que logre crear estas instancias de autonomía y autogestión en sus actividades, esto como ejemplo de organización que se busca construir. Es así como nos vemos en la obligación de hacer un llamado y replicar este nuevo tipo de educación en todos los rincones que sea posible, ya que, consideramos que la organización desde las bases del pueblo es la única herramienta factible para lograr un cambio real en la sociedad. Es por esto que consideramos a las escuelitas libres como luchadores sociales activos que buscan como objetivo primordial la transformación radical y real de la sociedad, no por medio de simples “reformas” que al final hacen que cambie lo superficial pero lo verdaderamente importante sigue igual, sino con la verdadera acción diaria de que nosotros mismos lo podemos lograr.
3 de agosto de 2011
Publicado en fanzineelactivista.blogspot.com
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