Por Nicolás Hurtado Acuña, concejal y actual candidato a alcalde por La Florida
Han pasado más de 4 años desde que la diputada Camila Vallejo presentó el proyecto de ley para disminuir la jornada laboral de 45 a 40 horas semanales.
El proyecto fue presentado el 2017, pero recién en 2019, tras la presión social que impusieron al Congreso las movilizaciones de octubre, fue aprobado en la Cámara de Diputados y despachado al Senado, lugar donde el proyecto ha vuelto a dormir.
Entre las demandas de la revuelta popular de 2019 se encontraba la mejora en las condiciones laborales hoy precarizadas. Una mejora fundamental es la reducción de la jornada laboral, que pone al centro la calidad de vida de las y los trabajadores y sus familias.
Aunque en su momento este proyecto generó una serie de críticas en el mundo empresarial sobre el problema de la productividad, lo cierto es que otros países de la OCDE con jornadas laborales reducidas tienen un mayor rendimiento productivo, como es el caso de Holanda, Dinamarca, Alemania, Suiza y Suecia con 29, 33, 35, 35 y 36 horas de trabajo semanal respectivamente.
A pesar de que hay muestras empíricas de que la reducción de la jornada laboral es beneficiosa tanto para el empleador como los trabajadores (que tendrán más tiempo libre para dedicarle al descanso, a su familia y a su comunidad), para los integrantes del Congreso esto no es suficiente, y solo han conseguido en estos años dilatar un verdadero cambio favorable en la vida laboral y personal de la clase trabajadora.
Así lo han demostrado algunas empresas y municipalidades que han decidido implementar la jornada laboral de 40 horas, demostrando buenos resultados. Pero falta mucho por hacer aún: ¿Se imaginan vivir en un país donde la jornada laboral dura máximo 40 horas y además se desarrollen productivamente las comunas para que los trabajos queden cerca de los lugares donde vive la gente? Los Municipios tienen mucho que decir al respecto. ¿Cómo? Incorporando en las bases de licitación que quienes se empleen por la empresa adjudicada sean en un alto porcentaje residentes de la comuna; impulsando cooperativas desde los territorios para la respuesta a servicios concretos; incentivando esfuerzos público privados para que quienes inviertan en la comuna den trabajo a personas de la comuna, entre muchas otras opciones.
En las próximas semanas nos jugamos el futuro de Chile. Mientras continúa el debate por el retiro del 10% de los fondos previsionales, se debe seguir presionando al Senado para que ponga en tabla a la brevedad el proyecto de 40 horas. Por el otro, en las elecciones del 15 y 16 de mayo, no solo debemos elegir a las y los constituyentes que se la jueguen para redactar una Constitución proclive a los intereses de las y los trabajadores, sino que también elegir alcaldías que pongan en el centro el bienestar de las familias, comenzando a terminar con las comunas que se han denominado como “dormitorio”, porque en ellas sólo se duerme, no se trabaja. Estas medidas permitirán construir el buen vivir que anhelamos, siendo la política más importante que nunca, para que desde los territorios empujemos la legislación y la elección de quienes tengan la voluntad política de mejorar n