Por Sergio Arancibia
Cuando se discutió en el Parlamento el primer retiro del 10 % de los fondos individuales mantenidos en las AFP, se desató una implacable campaña del terror, en la cual se pronosticaron los desastres más horribles que tendrían lugar en la economía chilena si se aprobaba la medida que en esos momentos se discutía, y que posteriormente se hizo realidad. Se anunciaba un panorama apocalíptico, en que el sistema financiero y bursátil chileno iba a sufrir heridas de muerte.
Nada de eso convenció a los parlamentarios – que votaron mayoritariamente a favor de esa iniciativa – ni afectó el entusiasmo de la ciudadanía, que concurrió masivamente a retirar lo retirable de sus cuentas en las AFP. Nada de eso afectó tampoco a la institucionalidad económica nacional. El mundo siguió andando y casi 10 millones de chilenos pudieron tener un respiro en sus cuentas impagas y en sus postergados y reducidos niveles de consumo. Nadie discute hoy en día que ese golpe de 16 mil millones de dólares que se volcó sobre la economía chilena tuvo efectos muy positivos en términos de detener o revertir la caída del ingreso y de la desocupación nacional.
Ahora viene una segunda iniciativa encaminada a retirar nuevamente parte de los fondos presentes en las cuentas de las AFP y eso genera una nueva versión de la campaña del terror. Esta vez, se plantea, por parte de voceros importantes de la institucionalidad bancaria nacional, que si la gente consume sus ahorros, se reduce la inversión, y eso, a su vez, reduce la capacidad de crecimiento de la economía chilena. Ese tipo de razonamiento amerita algunos comentarios.
Es enteramente cierto que el crecimiento depende en alta medida de la inversión, y que la inversión depende del ahorro. Pero cada cosa a su tiempo. El ahorro realizado en los últimos 10 años – tanto el ahorro obligatorio como el voluntario – se supone que guarda una alta relación con la inversión que ha tenido lugar en la economía chilena en los últimos 10 años. Pero el crecimiento en los últimos 10 años ha sido más lento que en decenios anteriores. La economía chilena crece a tasas cada vez más lentas, y no es por causa de que la gente haya sacado sus fondos de las AFP, pues eso no ha estado presente como posibilidad en años anteriores.
La economía crece poco porque el ahorro de los chilenos se canaliza – a través de las AFP y del resto del sistema financiero nacional – hacia actividades que tienen cada menos capacidad de crecimiento y/o de rendimiento en los mercados nacionales e internacionales. Nuestras exportaciones primarias, que han sido la punta de lanza del crecimiento de la economía chilena en los últimos 40 años, y que han determinado nuestra forma de inserción en los circuitos comerciales internacionales, anuncian claramente su decadencia o su agotamiento. En síntesis, no importa solo el volumen del ahorro y de la inversión, para determinar el crecimiento, sino también la calidad de las inversiones que se realicen. Y las AFP no se han cubierto de gloria como inversionistas que generen dinamismo económico a mediano y largo plazo.
Pero en todo caso, el ahorro pasado tiene que ver con el crecimiento pasado y no con el crecimiento futuro de la economía. El crecimiento de la economía chilena durante el año 2021, por poner un ejemplo, guardará relación con el ahorro que se realice en el 2020 y en el propio 2021. Los ahorros de los últimos 10, 20 o 30 años ya se tradujeron en inversiones, buenas o malas, y aportaron mucho o poco al crecimiento de la economía nacional. El retiro actual del 10 % de las cuentas solo significará que esos activos ya creados cambiarán de mano, pero no se reducirá la inversión ya creada.
En segundo, lugar, el ahorro de la gente durante el año 2020 será indudablemente bajo, no porque retiren o no sus fondos acumulados en las AFP, sino porque se han reducido los empleos y los ingresos. La inmensa mayoría de los ingresos que han logrado llegar a manos de los trabajadores se han destinado al consumo, y no al ahorro. Si eso afecta el crecimiento del próximo año eso se deberá a que el PTB de este año será menor que el PTB del año 2019, y a que la tasa de ahorro de este año será también menor como consecuencia de la crisis, de la pandemia, y de las políticas gubernamentales, pero no por culpa del retiro del 10 % de las AFP.
En todo caso, si algún efecto va a tener un nuevo retiro de fondos será incrementar el consumo y la demanda, y por esa vía detener en alguna medida la caída de la producción, del empleo y de los ingresos. Nuevamente, la campaña del terror se quedará sin que se cumplan sus negros vaticinios.
*Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición digital de El Clarín (Chile) el día 16 de noviembre de 2020.