El Secano de la Región de Coquimbo: Como una brasa de una parrilla de churrascas

Llámese secano a todos los territorios que no cuentan con otra fuente de agua aparte de la lluvia para desarrollar sus actividades humanas y productivas

El Secano de la Región de Coquimbo: Como una brasa de una parrilla de churrascas

Autor: Wari

Llámese secano a todos los territorios que no cuentan con otra fuente de agua aparte de la lluvia para desarrollar sus actividades humanas y productivas. Hay por montones en el planeta, en Chile, pero yo hablaré del Norte Chico.

El agua, vital elemento, es condicionada, entre otros factores, por la presencia del Cambio Climático en una región que llueve aproximadamente 50% menos desde 1900 (Meneses, 1993), por lo cual, no existiendo innovación en materia productiva durante siglos y con un peor escenario ambiental, hace que las condicones de vida sean más difíciles. Simple.

Hay variada literatura y mucho camino recorrido tanto por publicaciones, documentales, proyectos, acerca de este particular territorio que se debate en ser árido o semiárido, bajo riego-secano, urbano o rural. Quizás esto haga que sea tan apasionante el Norte Chico, un territorio en constante cambio y en constante crisis.

Hoy la situación del secano se ve mejorada «paisajísticamente» con los más de 150 milimetros caídos este 2011 (Elaboración propia); el agua pasó por lugares que desde 1997 no pasaba y el verde predomina en un paisaje que, sin embargo, no puede borrar los problemas estructurales a los cuales está sometido.

Como es una zona «archiestudiada» y reconocida en el mundo científico entero, existen múltiples diagnósticos, pero quisiera ahondar en algunas situaciones después de tanto andar (siete años) por el secano de las comunas de Combarbalá, Ovalle y Punitaqui.

La primera situación es la drámatica migración, si bien este fenómeno no es para nada nuevo en América Latina (migración campo-ciudad) sumando que la región es la N°1 en Chile en crecimiento de la población urbana (según los datos del Censo 2002) y la N°2 en decrecimiento rural después de la de Aysén (ibid), lo que observo es la migración de «informantes claves» (diría un aburrido estudio), líderes locales en edad económicamente activa que se cansaron de la falta de oportunidades y del propio comunitarismo; el carro neoliberal los obligó a ellos a viajar a la minería del Norte Grande en el caso de los hombres, al agro o a las ciudades de La Serena u Ovalle (entre otras) principalmente las mujeres. Conozco nueve casos de personas (2006-2011) así en la comunidad donde trabajo, dejando un vacío dirigencial muy dañino y sin recambio para las ya alicaídas organizaciones de base; si el hastío urbano se manifiesta en cacerolazos o marchas, en la ruralidad el hastío al actual sistema se manifiesta en una creciente apatía hacia todo y todos.

La segunda situación es que hay un problema de los proyectos referidos al secano, dado que no se puede decir que no se han inyectado fondos desde por ejemplo el Plan Punitaqui de la ONU por los 70´s hasta hoy, ni que tampoco el secano es invisible ya que existen multiples trabajos (audiovisuales, culturales, seminarios; la presencia de la cooperación europea y de ONU, publicaciones, estudios, etc..) acerca de su problemática (la constante crisis); hay deficiencias de décadas en los seguimientos de los proyectos, en el establecimiento de equipos de trabajos estables por años en terreno; el establecido chip en hacer mejor un documental que contribuir a subir los ingresos rurales. La gente rural está harta de entregar información, mostrar su forma de vida sin recibir nada a cambio, ni siquiera ver los trabajos acerca de ellos.

Lo tercero es una falta de innovación en las prácticas desarrolladas en la investigación científica, ya que en Chile se hace desde un punto de vista comercial y, «en terreno», algun@s tienen formas de vida pre-capitalista (plop! diría Condorito) y muchas veces el principal ganador es solo el (la) investigador(a); algo pasa desde la aprobación de un fondo, que a niveles altos y medios se va todo el dinero del proyecto, y -como me dijieron en Socos en junio- «a terreno llegan solo migajas, lo demás se queda en Serena». Por último después de décadas no hay capacidades instaladas en las organizaciones, las que hay son propias de notables autodidactas (que aún existen en cantidad en el Norte Chico), y a alguien se le considera emprendedor en el secano, cuando migra a la ciudad o caserios bajo riego, eso si está instalado.

Si bien hay fallas estructurales que impactan directamente al secano, como por ejemplo el Código de Agua, el Código de Minería, la situación de l@s hij@s de los comuneros, la desertificación y un modelo de desarrollo que ve al sector rural como exportador siendo que en el secano lo único que se exporta es arena y desertificación hacia el sur, aquí la lucha para hacer al secano productivo (orgánico, por ejemplo), con buenos servicios (salud-educación-agua) y que la gente que quiera pueda quedarse (conozco gente que quiere) es más bien utópica ya que dependen de cambios constitucionales que no van a ocurrir en un futuro cercano, menos en un gobierno de (más de) derecha y menos con los actuales parlamentarios de la zona, a ell@s ya los perdimos en esta lucha.

A nadie le importa lo que ocurre donde hay poca concentración de población, es así de simple. Y el binominal y la estructura de los distritos electorales 7, 8 y 9, no ayudan mucho.

Pienso que queda establecido que la forma de hacer proyectos por parte del Estado, ONG´S, consultoras o profesionales independientes está agotada y obsoleta, que los propios instrumentos estatales (no todos malos) no son bien aprovechados, que existe también una agotada forma de hacer investigación (tan necesaria) existiendo una profunda desigualdad intraproyecto; que cada vez son más los profesionales que viajan al primer mundo o a Argentina a estudiar su postgrado en vez de trabajar en el campo chileno, a ell@s también los perdimos en esta lucha.

O quizás desde su opinología, nostalgia y clic´s en las redes sociales puedan influir en políticas públicas; desde otro punto de vista quizás sea hasta bueno que ell@s al menos sepan qué es lo que pasa en la Región de Coquimbo cuando regresen y los tengamos de autoridades o dirigiendo algún programa o proyecto para así intencionar desde adentro reformas para la población desconcentrada del Norte Chico (y de Chile), ojalá que este sea el camino.

El secano no es invisible pero tiene poca «onda», mucha gente vieja, sin una trascendencia étnica (al menos evidente, casi nadie en una comunidad agrícola se siente diaguita, por ejemplo, o ¿hagamos un estudio mejor?), la minería es vista como positiva y hay pocos hippies en Ajial de Quiles; no es Valparaíso, Patagonia, Araucanía, San Pedro de Atacama o Pisco Elqui, en algun momento Alto del Carmen. Poco fashion andar a las 4 pm en enero en la plaza de Punitaqui, el calor, el polvo, la onda pastoril, cancina y casi sin jovenes desmotiva a cualquiera.

Al final entre tanto seminario, coffee break, opinólog@s de desarrollo local, burócratas, estudios de MS o PHD, centros de investigación, etc., creo que sólo realizan acciones transformadoras profesionalmente (individualmente), la intervención existente por parte de la gran mayoría al final no interviene nada en la «actual» crisis, es más, impulsa la migración rural y el establecimiento perenne de las actuales condiciones de vida bajo el alero de descarado clientelismo.

Aunque como es cíclico y en el secano han sabido de problemas desde que se llamaban tierras de «pan llevar » en el siglo 16 (Cortés, 2003) parece que ha tocado fondo. ¿Será que para el 2014 tendremos un FNDR de cultura acerca de «El Rescate de la Identidad del Habitante Rural de Secano de la Región de Coquimbo? El rescate debe entenderse con acciones productivas acordes a las tierras comunes, la capacidad local, los tiempos y los nuevos mercados.

En el Norte Chico hay materia prima tanto en los recursos naturales como en los habitantes que van quedando y sus organizaciones, pero NO van a enganchar de ninguna iniciativa si ustedes como profesionales, operadores, opinólogos, políticos, no suben los ingresos rurales (sea pecuniaria o no pecuniariamente, temporal o permanentemente), si un 50% de los dineros de los proyectos quedan en obras y un 20% para seguimientos, si no hay un compromiso real y por años aparte del lucro, sumando además un claro entendimiento de situaciones puntuales como caudillismo, estacionalidad, migraciones temporales.

Si no se puede, mejor dejemos caer al secano solo en su agonía estructural, ya que sospecho que pese a todo, seguirá siempre existiendo como una brasa de una parrilla de churrascas.

Por Nico Schneider

Geógrafo

2004-2011 en el secano del Norte Chico

30 de julio de 2011

Texto -de origen externo- incorporado a este medio por (no es el autor):


Reels

Ver Más »
Busca en El Ciudadano