De hecho, en la naturaleza la monogamia tampoco se da profusamente, e incluso se ha observado que en muchas aves que se consideraban así concurren infidelidades.
Pero no voy a entrar en el terreno pantanoso de equiparar comportamientos de otras especies con el humano. Demasiadas veces se han intentado justificar la moral humana e incluso sistemas económicos comparándolos con la vida salvaje. Y en la mayoría se han obviado datos o hecho hincapié en situaciones parciales para ajustar formas de pensar propias de los hombres con la excusa de que en el mundo natural se dan los mismos principios.
Primero, miremos a nuestro alrededor. ¿Cuántas parejas conocemos que estén plenamente satisfechas con su relación? Si descartamos a las que son recientes, a las que viven sus primeros momentos de pasión y arrebato, pocas. ¿Cuántas historias conocemos de personas que estando en pareja han tenido flirteos o directamente se han acostado con terceras personas? Y mirando más de cerca, ¿usted nunca ha deseado sexualmente a otra persona diferente a su pareja? Solo este último dato ya revela algo importante. Si en uno nace el deseo… solo eso, no es necesario llevarlo a cabo… si nace el deseo de relacionarse sexualmente con otra persona diferente a su pareja actual… ¿no indica que hay una pulsión interna que escapa a la moral impuesta? ¿una pulsión que nace de las entrañas y que por tanto, es natural?
Y entonces, ¿de dónde viene esa idea de que hay que tener una, y solo una persona como compañera sentimental? Por que ojo, no estoy hablando solo de sexo. Sería simplificarlo demasiado. Estoy hablando de sentimientos, de compartir caricias, comprensión, complicidad, juegos, ayuda mutua… Muchas veces ese deseo proviene de una carencia que no necesariamente tiene por qué ser sexual.
¿DE DÓNDE VIENE LA IDEA DEL MATRIMONIO?
Como sabemos, la historia es la historia de los vencedores, no necesariamente la verdadera historia. Si algo ha sido manipulado, prostituido, modificado y suprimido en el conocimiento humano es sin duda la historia. Esa historia que habla de reyes y conquistas es una pequeña parte de lo que ha ocurrido con la humanidad. Y en esa historia parcial, se presenta ilusoriamente -y con toda intencionalidad- que el estado de las cosas actual con respecto a las relaciones hombre-mujer siempre ha sido así. Pretendiendo que el hombre siempre ha decidido y la mujer ha sido la acompañante, si no directamente su propiedad.
Pero sabemos que la historia se reescribe siempre para adoctrinar a las generaciones venideras. Incluso en la religión -especialmente la de origen judeocristiana- se muestra el origen revirtiendo el orden natural de las cosas. Diciendo el absurdo de que la mujer proviene del hombre, es la costilla de Adán. Cuando de toda la vida -y esto lo saben bien los biólogos por no decir el sentido común- todos los hombres provenimos del vientre de una mujer.
Pero hay una historia anterior a la historia que no es prehistoria, que no se trata del cavernícola arrastrando por los pelos a su hembra, figura fantástica que muy probablemente no existió jamás. En Europa, como desvela Casilda Rodrigañez estudiando los trabajos de la arqueóloga Marija Gimbutas y en la línea del antropólogo Bachofen, hubo sociedades cuyo centro fue la mujer, la madre. Y en donde todavía no existe la idea de la “pareja estable”. Muy al contrario, se practica una sexualidad libre y sin ataduras tal es así que ni siquiera existe la figura del “padre”. La línea familiar sigue por vía materna pues se desconoce realmente quién puede ser el padre.
En una sociedad en donde los hijos son educados comunitariamente, en donde los bienes son compartidos –sin propiedad privada– y por tanto sin clases.
En ese tipo de sociedad, se hace innecesario el “hombre protector”, pues no hay competencia, si no todo lo contrario: rige la colaboración y la ayuda mutua. Es la antigua familia, de la que queda un vago recuerdo en las religiones actuales cuando proclaman que “todos somos hermanos”.
No se sabe en qué momento, o quizás fue un largo período de transición, aparece poco a poco el concepto de propiedad. Y con éste, la avaricia. Y la necesidad de defenderla. Y con todo esto, la importancia de la fuerza física. Y ahí el hombre toma el poder.
Y cuando antes todo era de todos, así como todos y todas podían tener relaciones amorosas con quien quisieran libremente… aparece el matrimonio. La exclusividad en las relaciones sexuales.
Porque eso mismo es el matrimonio: un contrato de propiedad. De derecho exclusivo.
Y si uno revisa la historia, la oficial, ese derecho exclusivo se impuso a la fuerza. Desde el código de Hammurabi en adelante vemos leyes que castigan muy duramente el no sometimiento a ese contrato. Penas durísimas especialmente hacia las mujeres -que eran las articuladoras anteriores de la organización social- incluída la muerte.
¿Cómo algo que se pretende natural necesita para ser implantado en la sociedad de la pena de muerte? ¿No suena muy extraño?
Dejo aquí, de momento, esta revisión de la historia. Creo que es suficiente para reflexionar.
Volviendo al presente, la evolución humana parece estar regresando a sus orígenes. Hace tan solo 40 años estaba muy mal considerado que alguien tuviese más de una pareja sentimental en su vida.
Hoy por hoy, está plenamente normalizado y aceptado que tanto hombres como mujeres tengamos más de una pareja siempre y cuando sea de forma secuencial. Es decir, una detrás de otra pero no a la vez.
Es posible, y auguro que sea así, que quizás dentro de 20, 30 ó 40 años sea de nuevo socialmente aceptado que quien quiera tenga relaciones sentimentales y sexuales simultáneamente con varias personas.
Pero no como ahora, en la oscuridad de la noche con engaños y falsas promesas, si no a la luz del día y aceptado por todas las partes implicadas y por la comunidad.
Porque, desengañémonos, querer la exclusividad sexual de alguien es un intento de apropiarse ilícitamente de esa persona. No tiene nada que ver con el amor.
Dejemos las historias de príncipes y princesas que se quieren para siempre. Esas historias se inventaron para adoctrinarnos desde pequeños. Para justificar un contrato mercantil como es el matrimonio.
Se puede amar a más de una persona a la vez. Es suficiente con borrar los miedos, las inseguridades, las convenciones sociales impuestas, el artificio de la monogamia y el deseo de someter al otro.
Amar es darse, no apropiarse.
Como seres libres, defendamos la libertad del otro.
Lo natural es amar.
Por Ailian
Tomado de aixi.wordpress.com
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