“Yo fui un pésimo estudiante de historia… estas clases eran como visitas al Museo de Cera o a la Región de los Muertos. El pasado estaba quieto, hueco, mudo. Nos enseñaban el tiempo pasado para que nos resignáramos, conciencias vaciadas, al tiempo presente: no para hacer la historia, que ya estaba hecha, sino para aceptarla. La pobre historia había dejado de respirar: traicionada en los textos académicos, mentida en las aulas, dormida en los discursos de efemérides, la habían encarcelado en los museos y la habían sepultado, con ofrendas florales, bajo el bronce de las estatuas y el mármol de los monumentos.
Ojalá ‘Memorias del Fuego’ pueda ayudar a devolver a la historia el alieno, la libertad y la palabra. A lo largo de los siglos, América Latina no sólo ha sufrido el despojo del oro y de la plata, del salitre y del caucho del cobre y del petróleo: también ha sufrido la usurpación de la memoria. Desde temprano ha sido condenada a la amnesia por quienes le han impedido ser. La historia oficial latinoamericana se reduce a un desfile militar de próceres con uniformes recién salidos de la tintorería”. Eduardo Galeano. Memorias del fuego. I. Los nacimientos. (1985: XV)
El Sistema de Medición de la Calidad de la Educación, SimceE, dependiente de la Agencia de Calidad de la Educación desde el año 2012, se encarga de evaluar la cobertura curricular de los establecimientos educacionales y los resultados académicos de los niños, niñas y jóvenes. Por tales razones, las pruebas se encuentran alineadas a los estándares de aprendizaje y a los objetivos de las bases curriculares. Estos niveles de logro describen el saber y saber-hacer de los/las estudiantes en un curso y asignatura concreta. Y los cuestionarios recogen información sobre los contextos, comunidades y actores educativos. De esta forma, se espera que los resultados publicados a nivel nacional, regional y local contribuyan a una reflexión pedagógica sobre los desafíos y fortalezas de cada unidad escolar. O permitan reformular las estrategias metodológicas y recursos didácticos, en función de los conocimientos, habilidades y actitudes evaluadas.
Según el Mineduc (2012), en la prueba de Comprensión de Lectura participaron 7.741 establecimientos educacionales y 218.472 estudiantes de 2° año básico. De acuerdo a los estándares de aprendizaje, en el Nivel-Adecuado, los/las estudiantes comprenden los temas de un texto literario o no-literario. Pueden secuenciar cronológicamente sus eventos, localizan información explícita e infieren situaciones a partir de algunas pistas textuales. Además, reflexionan sobre aspectos relevantes de la lectura, a fin de emitir opiniones o soluciones a un problema. En el Nivel-Elemental, ellos/ellas comprenden temas explícitamente indicados en un texto literario o no-literario. Pueden secuenciar cronológicamente los principales eventos, localizan información si se visualiza fácilmente en un texto breve, e infieren situaciones a partir de pistas evidentes. Si bien, reflexionan y emiten algunas opiniones, aluden a detalles poco relevantes. Y en el Nivel-Insuficiente, ellos/ellas no comprenden un texto literario y no-literario.
En esta prueba, el promedio nacional alcanzó los 250 puntos. De los 218.472 estudiantes evaluados/as, un 75% encuentra información explícita en un texto breve y establece algunas inferencias. De este grupo, sólo el 50% localiza información explicita en un texto largo e infiere sobre situaciones implícitas. Y un 25% no cuentan con los conocimientos y habilidades necesarias para comprender un texto. Por lo que estos resultados evidencian una brecha de 53 puntos entre el grupo socioeconómico bajo y alto. Una brecha de 43 puntos entre los establecimientos municipales y particulares pagados. Y una brecha de sexo-género, dado que las mujeres obtienen 10 puntos más que los hombres en comprensión lectora. Tales diferencias se van acrecentando de forma significativa y sustantiva durante la trayectoria escolar de los niños, niñas y jóvenes.
Dicho de otro modo, en la prueba de Comprensión de Lectura de 2° año básico, los peores puntajes se sitúan en las regiones con alta población indígena; en los grupos socioeconómicos bajo y medio-bajo; en los establecimientos rurales con subvención estatal; y en el género masculino.
En Chile, estamos habituados a escuchar los resultados de las pruebas Simce, cuyas cifras son coherentes con las extremas injusticias sociales y desigualdades económicas. Donde no es casualidad que los peores resultados siempre se concentren en los mismos sectores de la población. Es decir, en los/las estudiantes con mayores índices de vulnerabilidad. En aquellos/as que necesitan mayores oportunidades de aprendizaje para salir de los círculos de pobreza. Pero finalmente son los que menos reciben… son los otros u otras que siguen esperando tiempos mejores…
Entonces, si el factor acumulativo de la discriminación está representado por el/la otro/a como fuente de todo mal… ¿Quiénes son, dónde viven, qué aprenden en los establecimientos educacionales?
Por Verónica Alejandra Lizana Muñoz
Abril 30 de 2014