En un artículo anterior (gonzalezllaguno.blogspot.com) analizaba el Programa Político del Gobierno a la luz de lo planteado en sus dos primeros discurso del 21 de Mayo. En esa oportunidad afirmaba que no sólo se trataba de un programa débil y temeroso, sino también ajeno. Débil porque es muy poco lo que se propone como objetivo político en términos de más participación deliberativa y temeroso porque no se avanza sustancialmente en la profundización de nuestra democracia. Finalmente, ajeno porque es un programa que ha sido diseñado sobre la base de ideas que ya forman parte del debate público, político y legislativo. Es en el ámbito de la modernización del Estado donde mejor se siente y mueve el Gobierno. De hecho, es ahí donde pone todas las fichas de la eficiencia de la razón técnica instrumental. Este aspecto del programa lo analizaré en otro artículo.
Lo anterior, me llevó a plantear tres hipótesis; a) que el Gobierno no tiene programa político, b) que al Gobierno no le interesa la política y c) que la política se subordina a la economía. De ese modo, el Gobierno no cree en la política. Al Gobierno le incomoda la política y su lógica de negociación. En ese escenario, la política no sólo debe estar al servicio del crecimiento y el desarrollo, sino también debe generar las condiciones institucionales y sociales para crecer de manera ilimitada. La política no puede ni debe interferir en los negocios o en la voracidad del capital.
Finalmente, al evaluar cada una de las medidas propuestas, se constataba que los avances son mínimos. En esa ocasión, me interesa evaluar de manera más amplia el Programa político del Gobierno. Las reformas políticas propuestas se diseñan sobre la base de un diagnóstico que se hace de nuestra democracia. En esa dirección, lo primero que se afirma es que la democracia chilena “está enferma”. Desde fines de los ochenta “está perdiendo fuerza y vigor y sufre los embates de enfermedades que la debilitan”. En esa perspectiva la debilidad de nuestra democracia se expresa en tres rasgos:
a) Una “ciudadanía cada día más distante de la política” (sólo 6,5 millones votan de un total posible de 11,5 millones), b) Un “envejecimiento progresivo de nuestro padrón electoral” que se expresa un muy bajo nivel de inscripción electoral (sobre todo, los jóvenes) y c) Una “muy mala evaluación de nuestras instituciones políticas, especialmente el Congreso y los partidos políticos”.
Sobre ese diagnóstico, el programa político (“débil, temeroso y ajeno”) se orienta al “perfeccionamiento de nuestra democracia… (ya que)… debemos construir una democracia más vital, cercana, transparente y participativa”. Para ello, se identifican ocho medidas que tienen por objetivo contribuir a sanar y “perfeccionar nuestra democracia”.
1. La primera medida se orienta a “rejuvenecer nuestra democracia y ampliar la participación ciudadana” por medio de la Inscripción automática y Voto voluntario. Este proyecto si bien está a punto de convertirse en Ley, no podemos dejar de mencionar que se trata de un proyecto que ya estaba en el Parlamento y que la discusión se viene desarrollando desde hace varios años.
2. El Voto de los chilenos que residen en el extranjero ha sido una materia que ha generado importantes tensiones entre los bloques políticos. En las actuales condiciones esta medida está estancada y no tiene posibilidades de convertirse en ley. El punto de quiebre se encuentra en que mientras el Gobierno quiere que ese derecho sea para aquellos que mantienen “un compromiso y sentido de pertenencia con nuestro país”, la oposición quiere que ese derecho no tenga condiciones.
3. Fortalecimiento de “la democracia regional y comunal haciendo más directa y participativa la elección de sus autoridades”. En este aspecto no hay avances. No hay proyectos de ley presentados por este Gobierno ni por los anteriores con la excepción de la elección popular de los Consejeros Regionales.
4. Cambio de fecha de las elecciones presidenciales; se “adelanta la fecha de la primera vuelta para el tercer domingo de noviembre y, la segunda, cuatro domingos después”. De todas las propuestas esta es la única que muestra avances significativos, concretos y definitivos. Piñera agradece al “Congreso por su aprobación esta semana”.
5. Reforma a la Ley de Partidos Políticos orientada a que sean a) “más transparentes, democráticos y abiertos a la ciudadanía y b) establecer primarias voluntarias, vinculantes, simultáneas y organizadas por el Estado, para elegir a los candidatos a cargos de elección popular”. A la fecha no hay avances en esta materia. Sólo intenciones.
6. Creación de “la iniciativa popular de ley”. Dicha medida, “permite que con las firmas del 0,1% de los electores, los ciudadanos puedan presentar proyectos de ley al Congreso Nacional, que no sean de iniciativa exclusiva del Ejecutivo”. No hay avances ni proyecto conocido.
7. “Simplificaremos los plebiscitos comunales para facilitar la participación de los vecinos”. En esta iniciativa tampoco hay avances. Un proyecto de reforma política en perspectiva de la profundización democrática debe avanzar hacia la instauración de plebiscitos nacionales.
8. Perfeccionaremos los proyectos de ley sobre declaración de intereses y patrimonio de autoridades. Se instituye la figura del “Fideicomiso Ciego, a fin de impulsar la transparencia”. Tampoco hay avances en esta materia. Se trata de proyectos ya conocidos en el parlamento.
Evaluemos. De los ocho desafíos sólo dos muestran avances importantes (inscripción automática, voto voluntario y cambio en las fechas de elecciones). Las otras seis se dividen entre las que han sido materia de debate legislativo (votos chilenos en el extranjero, declaración de patrimonio) y las que sólo son intenciones (partidos políticos, iniciativas de ley, democracia regional y plebiscitos comunales). Como se observa, los avances no sólo son mínimos, sino también carentes de ambición democrática y participación ciudadana deliberativa.