La felicidad de Chile

¿Y por qué la felicidad por Chile ya no comienza por los niños? Hace poco llegó a mis manos, el libro lanzado en mayo de este año, “Salvador Allende, presencia en la ausencia”, y me llamó la atención los carteles de la UP, uno en particular, (diseñado por Larrea y Albornoz), en el cual el […]


Autor: Director

¿Y por qué la felicidad por Chile ya no comienza por los niños? Hace poco llegó a mis manos, el libro lanzado en mayo de este año, “Salvador Allende, presencia en la ausencia”, y me llamó la atención los carteles de la UP, uno en particular, (diseñado por Larrea y Albornoz), en el cual el título es; “la felicidad de Chile comienza por los niños”, en el cual aparecen niños felices y jugando lleno de colores, todos mirando sonrientes a la cara de cualquiera que sean sus espectadores.

Me dirigía a mi casa sentada en el Transantiago, como iba leyendo “Caballeros de Chile”, de Armando Uribe, no me di cuenta, en el instante en que subió una joven con un bebé en sus brazos. Se quedó de pie a mi lado. En ese momento el chofer, un hombre al frente mío, las demás personas comenzaron a alegar porque un niño sentado en la otra fila como de 8 años no le daba el asiento a la joven con su bebé. De inmediato reaccioné y le cedí mi asiento, pero eso no bastó, como si fueran cómplices, el chofer con este hombre de pie ya no al frente mío si no que a mi lado, empezó a molestar al niño, porque no había cedido el asiento. La madre se sintió avergonzada no más que él, así que el pequeño se sentó en las rodillas de ella, desconocidos seguían con sus murmullos indignados, pero hablé fuerte diciendo que no lo discriminaran, que es un niño, y me dirigí al infante diciéndole que se quedara sentado en su asiento que no se preocupara, que era su derecho, nadie dijo nada, aún así sentía miradas incómodas a mi alrededor.
Seguí leyendo. Antes de bajarme mire al niño, le sonreí y él me respondió regalándome su pequeña sonrisa. Me despedí con la mano y bajé de la gran oruga rodante. Ya me había pasado antes. Una vez en la que una mujer de no más de treinta años retó a mi pequeño hermano para que le diera el asiento, yo era una adolescente en ese entonces, por suerte íbamos con mi padre que por supuesto lo defendió, y le dijo: “Hay que empezar por respetar primero a los niños”. Ella indignada se fue de pie alegando con otro señor desconocido. Y en otra ocasión en los años noventa, cuando tenía solo 8 años con un vecino un año mayor que yo, nos dirigíamos en una de las micros amarillas a mi escuela, nadie me cedió el asiento, en un momento la micro frenó y me caí, sentí vergüenza. Hoy me sentí muy triste.

Vivimos en un país que aparece en el lugar 35 de una encuesta mundial sobre la felicidad de 98 países en total, según el estudio de la Universidad de Michigan. Sin embargo vivimos una de las mayores crisis en la Educación, sólo el 4% se invierte educación, vivimos en un sistema económico en el cual vales por lo que tienes materialmente. En un sistema pensado para que ganen las empresas privadas, y cuando un niño protesta por sus derechos es brutalmente reprimido. ¿Cuál es la verdadera felicidad de Chile?, ¿Dónde está la sabiduría que nos heredaron dos presidentes de la República?, por una parte Salvador Allende y por otra Pedro Aguirre Cerda con su flamante lema “Educar es Gobernar”.
Un país diseñado por adultos inconscientes y cegados, los niños no pagan su pasaje con dinero, están pagando con su dignidad, la supuesta felicidad de los otros, con su dignidad luchan por sus derechos. Yo les digo “Comparta su metro cuadrado, ceda el asiento a los niños, que la verdadera felicidad comienza por ellos”.

Carolina Libertad Sepúlveda Castillo

Estudiante de Pedagogía en Artes Visuales


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