La filosofía es el sustento vital de todo lo existente y tiene su arraigo más profundo cuando ésta se hace cotidianidad. Cuando se hace costumbre; cuando se hace “dicho popular”. De una forma similar funciona la ideología –o por lo menos eso pretende-, sin embargo la ideología tiene toda una institución legal (y sobre todo ilegal) a su merced para forzar de alguna u otra manera sus principios. Dicho esto, ¿qué significa que esté en boca de todos de forma tan espontanea –como si siempre hubiese existido- el que no es conveniente ni prudente hablar en la mesa de política, ni de religión, ni de futbol? Esto lo dicen todos como una verdad absoluta e irrefutable, algo así como un mandamiento religioso de la Torá judía o el Corán musulmán ¿por qué? Por lo siguiente: estos temas hoy por hoy, y sobre todo los temas en torno a la política y religión, que son discusiones que se dan hace más de dos mil quinientos años, son los más controversiales y los más ricos en divergencia y puntos de vistas distintos. Estos temas apasionan y nos mueven llegando inclusive las mujeres y hombres a dar sus vidas si es necesario por defender sus principios políticos o creencias religiosas, pero ¿cómo llegó esto a calar tan hondo en nuestras vidas de forma tal que se evita hablar de política, religión o futbol? Creemos que el problema no pasa por una intolerancia a los diferentes puntos de vistas más que el miedo de los poderosos a que la gente piense y actué: piense su condición actual e histórica, lo cual conlleva inevitablemente a la crítica, y la crítica nos mueve (por lo menos nos interpela) a la acción. Es aquí donde esta uno de los principales problemas, pues, se puede más o menos “pensar”; se puede hacer más o menos “historia”; se puede más o menos “criticar”, pero el tema central pasa por la Acción. Cuando tenemos convicciones solidas y claras no nos queda otra opción que hacer algo por convencer y proponer a los Otros nuestros planteamientos y hacer algo. Entonces no podemos hablar de política por ejemplo, pues pensaremos, haremos un poco de historia, criticaremos y luego pasaremos a la acción y ¿adivinen qué? Así es. Este sistema está perfectamente diseñado para que no pienses, para que no revises o hagas historia, este sistema está hecho para que no sea criticado y menos para que hagamos algo por cambiarlo. Por lo menos no fuera del marco legal, no fuera de lo que está “bien visto”: puedes pensar, revisar, criticar y hacer sólo dentro de los márgenes que el Gran Hermano te concede. Entonces, las personas que ostentan del poder económico-comunicacional-estatal (y que pretenden seguir haciéndolo) nos contaron, antes de dormir, cuentos de terror sobre que la política es mala; nos lo gritan en la cara la publicidad; se mormulla en las escuelas y te lo recuerda a cada instante la represión policial ¿qué cosa? Que no podemos pensar, criticar y pasar a la acción por nosotros mismo pues se ha fraguado progresiva y sistemáticamente esta elemental facultad de la humanidad ¿cómo llegamos a este evitar hablar de estos temas que enriquecen las discusiones? O dicho de otra forma ¿cómo y cuándo fue posible que aceptáramos de buena gana la censura del pensamiento? ¿Cuándo quedaron tras rejas las ideas? Por ahora no ahondaremos en este punto, solo baste con decir que las dictaduras, las guerras de hecho, ideológicas y económicas son la piedra angular para crear estos relatos. Lo importante, una vez llegado a este punto, es qué hacemos frete a esto y, ese quehacer debe ser nuestro soporte para que florezca nuestra filosofía, de carácter Latinoamericano, que se haga carne en nuestro diario vivir. Sintetizando, y como una vez escuchamos en las marchas de Montevideo, Uruguay a propósito del XVI CLAE, “frente a la represión… organización, solidaridad y acción”.
Edison Maureira
Pensador y filósofo latinoamericano
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