A continuación dejamos la carta abierta escrita por Nico Riethmüller, sociólogo, enviada de forma abierta al director de El Ciudadano, Bruno Sommer quien le ha dado respuesta por medio de nuestro sitio web.
Sr. Director:
Lamento muchísimo el tratamiento poco serio y tendencioso que se dio a la información en su último número dedicado a Palestina. Desde el mismo título, se está abiertamente tomando un lado de un conflicto que es mucho más complejo que el imperialismo.
Se busca poner a Israel como el producto del capitalismo impulsado por EE.UU e Inglaterra, siendo que en realidad Inglaterra ni siquiera votó a favor de la creación del Estado en 1948. Entre los primeros 5 países que votaron a favor, se encontraba la URSS, por lo que es completamente erróneo afirmar que su creación significó la polarización entre las relaciones de Occidente y Oriente de la época, sino que al contrario, era un producto común impulsado por las potencias ganadoras de la Segunda Guerra, principalmente con el rechazo del mundo árabe.
El Estado de Israel es producto inmediato del Holocausto. Si bien el movimiento sionista estuvo 60 años creando conciencia sobre la necesidad del pueblo judío de auto determinarse en un Hogar Nacional, fue el exterminio consciente y planificado de 6 millones de judíos (un tercio de la población mundial) la que llevó a las Naciones Unidas a deliberar urgentemente en la causa, ya que si habría existido un Israel en esa época, quizás esas personas se hubieran salvado. En el mundo hay más de 200 naciones, que una sea judía no debería concentrar tanto nuestra atención.
Israel tendrá 30 primeros años en los que se constituye un país moderno, socialista, donde los trabajadores tendrán un rol central. Será la cuna del único proyecto de propiedad colectiva exitoso, ejemplo de vida comunitaria en el mundo. Lamentablemente, recién después de la Guerra de 1967, Israel irá lentamente cambiando su rol en el conflicto, de oprimido a opresor, y con esto, además toman lugar la derechización política del país en los 70 y la liberalización económica en los 80. Para poder referirnos y entender el conflicto en la actualidad, no podemos desconocer este proceso histórico. Si bien el descontento general ante Israel guarda estrecha relación a este devenir de proyecto nacional que se ha formado y culminado en el escenario actual, del que como judío de izquierda merece toda mi crítica, esto no conlleva ni debería conllevar, en ningún momento, poner en duda su legitimidad como nación. El Estado de Israel es el producto de la autodeterminación de un pueblo, así como el futuro Estado Palestino también lo será.
Yo soy sionista. Creo que Israel es el Hogar Nacional Judío que existe en el mundo, y se fundó en el lugar donde tiene sentido su existencia. Porque quiero y creo en su subsistencia a través del tiempo, exijo de sus autoridades un actuar más responsable en el conflicto. También creo que Israel no debería seguir estando donde no va a estar cuando se alcance el Estado Palestino, por lo que se debería dar una solución definitiva al tema de los asentamientos. Creo que es necesaria esta postura para una paz y coexistencia verdaderas, las reales garantes de la permanencia de Israel. Soy sionista y no tengo nada que ver con un nazi, por lo tanto su comparación me ofende profundamente, además de resaltar la herida más abierta del pueblo judío en su historia.
Como judío, también soy pro palestino. Creo en la autodeterminación del pueblo palestino en un Estado soberano autónomo e independiente. Creo que hay que tomar conciencia de la situación en la que se vive en la Franja de Gaza y la Cisjordania, y me esfuerzo en la comunidad judía en escribir y revisar el conflicto de manera crítica, señalando que como judíos debemos exigir más de los gobiernos israelíes para buscar una solución pacífica y duradera hacia el conflicto. Porque creo en la educación, dirijo mi mensaje especialmente hacia los más jóvenes, para que las nuevas y futuras generaciones de judíos no queden como fanáticos defendiendo lo indefendible, sino que sean personas más conscientes que busquen siempre vías de comunicación, entendimiento y paz, como la única vía posible de solución al conflicto que debemos transmitir y esperar, entendiendo que nuestra identidad judía debería ir en pos de la dignidad humana.
Es por esto que siento, cuando leo un reportaje como los de esta edición, que todo mi trabajo se va a la basura, que los fanáticos de un lado pueden justificar su actuar según las declaraciones de los fanáticos del otro, que al final son necesidades actuales extremas que se mezclan y confunden en discursos radicales de décadas atrás, negando la existencia del otro, cuando como personas de izquierda deberíamos hacer todo lo contrario. Deberíamos generar responsablemente los canales y vínculos de comunicación para buscar alcanzar el diálogo y entendimiento entre los pueblos. Pudieron haber llevado a cabo un reportaje que buscara realmente generar una conciencia verdadera para los dos lados del conflicto, en entregar puntos de autocrítica para todos y reparar odios que llevamos cargando tras generaciones. En vez de eso, cayeron en hacer propaganda. Este reportaje reproduce discursos antagónicos que se oponen entre sí, fomentando el odio y el resentimiento. Esto en un medio de izquierda es inaceptable, debemos buscar siempre construir algo más.
Así como se condena al terrorismo de Estado aplicado por Israel en las últimas excursiones a territorios palestinos, también debemos condenar activamente los atentados terroristas perpetrados especialmente contra la población civil israelí, sin discriminar entre mujeres y niños. La unión de Al Fatah con Hamas es la expresión de cuando el poder político justifica y promueve la violencia y la educación hacia el odio. Debemos educar siempre hacia vías pacíficas de solución y exigir mucho más de nuestras autoridades.
Espero que con la misma dureza que se critica a Israel, se realice en una próxima edición un especial sobre Irán y cómo los derechos humanos son basureados constantemente. Sobre cómo la mujer es tratada de una manera bestial como si fuera un objeto de posesión, lapidadas las adúlteras por ofender a los hombres, o los homosexuales ahorcados públicamente por su condición sexual, o sobre cómo se han reprimido duramente por la fuerza los movimientos sociales de estudiantes y trabajadores, y sobre como los jóvenes que protestan al gobierno islámico opresor luego en las cárceles son violados y torturados a diario.
Defender la dignidad humana va mucho más allá de hacer propaganda anti imperialista.
Por Nico Riethmüller
Sociólogo
Sr. Nico Riethmüller:
Le respondo a su carta señalando en primer lugar que difiero absolutamente en su apreciación que considera poco seria nuestra publicación especial referente al pueblo palestino. Ello pues la edición en cuestión, está compuesta de artículos históricos serios, muy bien escritos e investigados que lo que hacen es mostrar justamente el otro lado de la moneda, las atrocidades que Israel ha tratado de guardar bajo la alfombra, su impunidad.
Hemos mostrado abiertamente lo que los medios amigos de Israel han ocultado al pueblo chileno por largos años.
Usted dice que partiendo del titular se toma un lado del conflicto. Pero el titular “Palestina libre” se origina en el hecho comprobado de que Palestina sufre la ocupación militar más larga de la historia moderna y según dictámenes de la comunidad internacional emitidos por la ONU, debe ponérsele término. ¿Qué tiene de “tendencioso”? ¿O Israel pretende que su ocupación sea eterna?
Por otra parte, parece que siempre queda grabado en el subconsciente uno de los argumentos favoritos de los jerarcas israelíes: “el conflicto no se soluciona porque es muy complejo” Y claro que es complejo, pero lo es porque la forma en que Israel se apropió de Palestina provocó que así fuese. En efecto, 5 millones de refugiados palestinos a los cuales la ONU reconoce su derecho a retornar al actual Israel y recobrar sus propiedades; un muro de 700 km de largo que, al igual que el de Berlín, algún día deberá caer; 500 mil colonos israelíes en asentamientos ilegales, que algún día deberán ser evacuados, etc. ¿Se ha preguntado alguna vez usted, qué responsabilidad les cabe a los palestinos por esta “complejidad”?
Respecto a sus líneas: “En el mundo hay más de 200 naciones, que una sea judía no debería concentrar tanto nuestra atención…”, puedo decirle que por supuesto, a quienes pudieron continuar viviendo donde siempre o a aquellos judíos europeos que llegaron a colonizar Palestina, no debería importarles. Pero a quienes fueron expulsados de su tierra o masacrados para posibilitar el estado judío, sí les importa. Incluso al Presidente Obama, que dirige al país más incondicionalmente aliado de Israel, parece importarle cuando declara que “el sueño de un Estado judío democrático no puede hacerse realidad en una ocupación permanente” de los territorios palestinos.
Junto a lo anterior y dando respuesta a su carta, usted señala que se pone en duda la legitimidad de Israel como nación…, pues déjeme decirle que las naciones o existen de hecho, o no existen; a nadie se le ha ocurrido jamás entrar a discutir si la existencia de una nación es o no legítima.
Luego usted señala abiertamente “Soy sionista y no tengo nada que ver con un nazi, por lo tanto su comparación me ofende profundamente, además de resaltar la herida más abierta del pueblo judío en su historia…”, a lo que le comento que si le ofende la comparación, debería abogar más enérgicamente por el término de la ocupación, que es la que se sustenta en conductas de Israel idénticas a las aplicadas por el nazismo, tanto en la creación de campos de concentración y ghettos, apartheid, asesinatos, masacres, etc. El hecho de declararse sionista lo hace aparecer cohonestando dichas conductas, las cuales son inseparables de la ideología sionista, para la cual los palestinos constituyen seres humanos de valor inferior. Si la herida del pueblo judío realmente continúa abierta, según sus palabras, ella no se cerrará por el hecho de provocarle una similar a otro pueblo.
Algo que me parece peor aún de sus palabras, es una falacia recurrente de la propaganda israelí: : poner en un mismo plano a la potencia ocupante y al pueblo ocupado. Usted dice “Así como se condena al terrorismo de Estado aplicado por Israel…, también debemos condenar activamente los atentados terroristas…”
Donde le invito a abrir más los ojos, las reacciones del pueblo palestino existen por una ocupación militar indefinida de su territorio. La responsabilidad de terminar con la ocupación recae en su totalidad en quien la provocó y que, además, posee uno de los ejércitos más poderosos del mundo. Parece absurdo responsabilizar al pueblo ocupado por las consecuencias inevitables que genera la ocupación.
Por último una reflexión para usted, que se declara persona de izquierda: creo que la impronta de la izquierda ha consistido, desde siempre, en un discurso que refleja su preocupación preferente por el respeto de los derechos humanos, por los más desvalidos y oprimidos, y en oponerse a quienes los han puesto o mantienen en dicha condición. Israel, única potencia nuclear en Medio Oriente, parece no requerir de dichas preocupaciones, además de poseer una alianza indisoluble con la principal potencia mundial, la cual no puede ser calificada precisamente de izquierda. No parece suficiente para una persona que invoca su calidad de izquierdista, conceder que los asentamientos deberían ser desmantelados y olvidarse, sin más, de las gravísimas violaciones a los derechos humanos del pueblo palestino que la potencia ocupante perpetra a diario y de los 5 millones de refugiados, que son tan seres humanos como los israelíes y cuyo derecho al retorno permanece hoy tan vigente como en 1948.
Nico, la defensa de la dignidad humana se hace trabajando y abogando por los más débiles, no justificando ni menos minimizando el rol de opresor y sus cruentas atrocidades.
Por Bruno Sommer
El Ciudadano