Hay un sector del país que se encuentra tensionado por el homenaje que se le dedicará Augusto Pinochet a través de un documental que se presentará el día Domingo en el Teatro Caupolicán.
Pues, tenemos dos grupos en cuestión (protagonistas), con sus respectivas posiciones políticas. Por un lado tenemos a los que asistirán a esa reunión y por el otro, los que no quieren que se realice dicha actividad por respeto a los DD.HH. Suena obvio, pero es necesario contextualizar.
Comencemos con la interrogante: ¿Qué habrá pensado Ignacio Zegers?, el realizador principal del documental. Cuestionamos entonces, que lo llevó a realizar tal homenaje. Las preguntas abundan y las respuestas se multiplican.
Como principal directriz, podemos vislumbrar, por una parte a Pinochet con la imagen de una persona que impulsó un pensamiento y actividad económica, y que debió hacerse el camino para lograr sus objetivos. Y por otro lado está la imagen de una persona asesina, desgarradora, que ignoró los derechos humanos y cometió atrocidades.
De por sí, entre las dos posiciones surge una batalla, en la cual, cada bando intenta imponerse uno por sobre el otro y dignificar su pensamiento.
Hoy, en Chile, cabe preguntarse, ¿Es legal esta actividad que está organizando la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional y la Corporación 11 de Septiembre?
Es legal. Pero obviamente no incita a la paz.
Evidentemente hay personas descontentas, en contra del actuar de Pinochet. Algunas de ellas irían a realizar una “funa”. Pero no me parece que sea una idea constructiva, ni eficaz en lo que llamamos sociedad. Son más bien, recursos que en el momento de efectuarlos se lograría una descarga emocional, en la cual se daría a conocer el rechazo masivo en contra de Pinochet. Creo que no sería trascendente ni inteligente, arruinar un acto que ya está prácticamente completo. Sería brindarle material a lo que los medios de comunicación más grandes mostrarían en televisión. Es decir, se condenaría el actuar de las personas que manifiesten dicho rechazo. Por lo que, se tendería a evidenciar a través de las imágenes a las personas lanzando piedras, o elementos contundentes, lo que no siempre es la escena real vivida en la calle. Y se dejaría de lado el tema principal, que es abordar los derechos humanos y el respeto, lo que congrega a los diferentes actores a querer decir algo. Entonces, se tendería tentativamente a la manipulación de imágenes por parte de los grandes canales, para desfigurar el pensamiento del televidente y crear más revuelo.
Es decir, si se quiere mostrar el rechazo en contra de Pinochet, se podría montar un “contra-homenaje” en el cual se empleen más recursos y se brinden más documentales, respecto a lo sucedido en la época de la dictadura/gobierno militar. Así sería una batalla justa en lo que respecta a los diferentes tipos de pensamientos, independientemente de quien tenga la razón.
Cómo enfrentar esta problemática es un planteamiento extenso. El gobierno, al no dar respuestas, deja de lado el inconveniente. Cuando hubo marchas el año pasado, tenía la facultad de prohibirlas, porque algunas de las movilizaciones pasadas, para ellos, afectaban el orden público. Esto también inquietará los ánimos. Es de esta forma, que las personas nos damos cuenta del control ciudadano y el silencio que puede ejercer el poder en vías de la construcción de una mejor sociedad. Por lo menos de relaciones más llevaderas.
Por Rodrigo Ortega, estudiante de Periodismo, Universidad de Concepción