Somos Kaikai y Trentren Vilú, revolviendo todavía despacito las mareas y los cerros… Que sí organizarse, que no hacerlo, que los comunachos, que los anarcaos, que los solitarios, que los mapuche por su lado, que los ambientalistas son puros cuicos, que los homo se pusieron conservadores… Somos los primeros palos de la barricada que empieza a armarse. En la larga mesa del té (o del mate pa los que gustan del mate) se oyó de todo. Parece que vamos bien, hemos colmado calles, llenado el espacio sonoro en los barrios con nuestras cacerolas, alzado demandas ante el gobierno burgués, tomado parte de la institucionalidad que sentimos nuestra; nos hemos encapuchado, hemos puteado a los encapuchados. Una certeza: Para todos todo.
¿Será contraproducente seguirnos insultando entre negros, rojos, rojinegros, verdes, multicolores? La divergencia teórica es siempre interesante y provee múltiples puntos de vista que otorgarán diversas respuestas y salidas ante las problemáticas que nos imponga la clase opresora. Otra certeza: El puño izquierdo es el que alzamos todos (falta, tal vez, que ciertas facciones mapuche entiendan que la lucha es de clase, no de raza). Pero de ahí al insulto odioso, sólo se dan pasos atrás.
Deberíamos atacar contentamente y por todas las vías que la larga experiencia nos entrega en forma de herramientas teóricas y de praxis, desde abajo, horizontalmente, verticalmente para otros, de a uno solo para todos. Certeza: Que si alguien ha de mandar, que mande obedeciendo ¿mucho zapatismo, acaso el lonko en nuestras comunidades no manda obedeciendo, desde hace cientos de años atrás? Vamos matándonos los prejuicios de entre los pelos, pellizcándolos entre las uñas.
Tal vez, por ahora no se consiga nada en cuanto a las demandas del movimiento estudiantil, pero hemos aprendido que es más rápido derribar la estructura entera que ir perno por perno; en ese sentido, las estrategias seguirán siendo numerosas, pero al parecer hemos cohesionado ciertas ideas políticas y ciertos fines… Somos un bloque multicolor, infinidad de cerebros. Certeza, la última: Nadie es menos o más «revolucionario», nadie sabe más, todos sabemos cosas distintas.
Al parecer esta oleada será intensa y larga, recién vamos despertando, pero ¿Qué pasará si llegamos a un punto en que la burguesía nos tire los perros otra vez? ¿Habrá con qué ganar, alcanzará para ganar? ¿Cuántos estarán dispuestos a ver y sentir un río de sangre otra vez? ¿Podríamos anticipar esa situación? La milicia de los opresores está repleta de individuos que pertenecen a nuestros barrios, a nuestros dolores, a nuestra clase, podría ser una opción a estudiar el iniciar alguna campaña propagandística destinada a que nuestros paisas, por mucho uniforme y fierro que carguen, no pierdan el sentido de pertenencia (de clase), que se dispare una voz a correr entre ellos, una chispa que incendie el prado (como dijo Mao, creo).
Creo que estoy parlando webadas, pero, parece que fue Malatesta (si alguien me saca la duda, se agradece) quien dijo algo así como que: Debemos organizarnos cada vez que las razones para organizarse son más numerosas que las razones para no hacerlo.
Foto: AP