¡Vote por mí!

¡Estoy feliz! He descubierto que puedo ser presidente y me siento tan emocionado que necesito compartirlo con alguien


Autor: Sebastian Saá

¡Estoy feliz! He descubierto que puedo ser presidente y me siento tan emocionado que necesito compartirlo con alguien. Por suerte me di cuenta estando en Chile, porque es una ‘lata’ tremenda hacer los trámites de residencia y nacionalización. Así me lanzo con papeles en orden y sin más trámite. Además, según lo prueba la soltería de la actual presidenta, acá ni siquiera necesito buscarme a alguien como la glamorosa Michelle… Obama, para que me apañe en la campaña.
¡Prometo educación para todas y todos! (nótese mi manejo del género políticamente correcto). ¡La única forma en que saldremos del subdesarrollo es apostando por la educación de calidad! En mi Gobierno, daremos becas para todas y todos (nótese otra vez). ¡Habrá salud a todo nivel y abriremos las clínicas privadas para los sectores más desfavorecidos! ¡Y empleo! ¡A nadie le faltará el trabajo!
Ahora, por favor, no me pregunte cómo. No sea ‘latero (a)’, mire que eso no lo explica nadie ¿Por qué yo? Si mi candidatura a la presidencia de América Latina (¿Por qué no? Mejor si es en toda América: Si todos soñamos en lo mismo que Bolívar, no es prerrogativa de los tan de moda bolivarianos y bolivarianas).
Yo soy un político moderno, así que no me pida temas de fondo, ni mucho menos me presione para que le ofrezca detalles de mi programa de Gobierno. ¿No ve que necesito ajustar mi agenda para participar en los conciertos de los artistas que me adhieren? Y además, escuchar a mis asesores y asesoras para que me orienten cuál es el reality de moda para ver si logramos instalar un debate con mi principal opositor (que en el fondo es lo mismo que yo), justo cuando sea eso que llaman repechaje, en momentos de la mayor audiencia. Todo esto se lo digo con una gran sonrisa en la boca, por supuesto, no vaya a pensar que no he aprendido que siempre hay que sonreír.
La clase política dice qué, pero nunca dice cómo, así que se me hace fácil sumarme, sobre todo ahora que estoy sin trabajo y en cada sitio donde escribo han tomado la costumbre de no pagar. Obvio, como a mí me encanta, esto no se puede considerar un trabajo. Así que decidí crecer de una vez por todas y dedicarme al “noble” oficio de gobernar.
De cualquier modo, y por fortuna, no hay movimientos ciudadanos en nuestros países que me obliguen a cumplir las promesas. Tampoco me preocupa hacerlo bien, igual ya no hacen falta líderes bien capaces: Para eso está el partido que, con alianzas incluidas (cuoteos lo llaman otros(as)), se encargará de elegir a mis asesores en diversos ámbitos y siempre queda la oportunidad de renegar de mi agrupación política y retirarme de las filas en mitad de mi mandato.
Otro beneficio: Me adjudico un sueldo de por vida y con eso me puedo dedicar libremente a contar historias y a fotografiar sin preocuparme de qué echar a la olla. ¿Qué es una motivación egoísta? ¿En que siglo vive? ¡Obvio!, un representante de nuestro tiempo difícilmente puede perder el tiempo pensando en el bien común. ¡Individualismo salvaje al poder! Pero otra será la consigna para la campaña y los medios de comunicación. ¿Le parece? Ya buscaremos algo que suene bien.
Pero bueno, como esta es una conversación privada, entre nosotros queda y de pronto se gana un Ministerio ¿Estamos de acuerdo? Es que de todos modos hace falta al menos desahogarse cuando uno toma este tipo de decisiones fundamentales en la vida.
Así que, usted señorita, señora y señor: ¡Vote por mí! No tengo plata pero la tendré cuando termine mi mandato. ¡Apoye mi candidatura! Verá que no le defraudaré y seré un fiel representante de nuestro tiempo –esto coherente con lo que pienso y estimo del tiempo que vivimos-.
De cualquier forma ¿Qué puede perder? Peor de lo que estamos no se puede (los y las del común, digo). De pronto una persona así de desconocida logra lo que los otros no. Le podemos dar con el palo al gato. ¿O vamos a seguir escogiendo a los mismos y mismas de siempre? A la larga ¿No llevan demasiado tiempo perpetuando la dominación de estos mismos y las mismas? Ya es hora de que escojamos a alguien que se nos parezca y que esté igual de jodido que uno: Para que al menos uno se salve.
Si a la larga, digámoslo claro, desde que nos robaron la ilusión, los políticos y políticas de este nuevo siglo son el fiel reflejo de lo que el sistema deja que sean. Sólo hay que buscar un buen lugar que nos permita vendernos. Y para eso está la gente, para que nos voten y nos suba el precio. ¿Qué más puede perder?: ¡Vote por mí!

por César Baeza


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