¿Nací nazi o nazi nací?

(Tarea de historia para Lavín)

A veces hablamos pestes de la televisión chilena pero hay programas en que por su fuerza, sobriedad y coraje, son un aporte a la memoria de nuestro país. Me refiero al reportaje que realizó Televisión Nacional sobre la ratonera que montó la Dirección de Inteligencia Nacional, Dina, en una casa de calle Conferencia, lugar donde desaparece parte importante de la dirección política clandestina del Partido Comunista el año 1976. Y con ellos desaparece también parte importante de la historia de Chile. Es bueno contextualizar esto recordando que hoy el Misterio de Re-Educación pretende seguir borrando historia de Chile.

Recuerdo que entre las atrocidades y bajezas que se denunciaron en ese programa de televisión estaba la de cómo los torturadores y asesinos terminaban bien su trabajo cuando le sacaban a los asesinados los dientes de oro y luego quemaban con un soplete el rostro del muerto, para luego lanzarlos al mar desde un helicóptero. Es en ese momento que comprendo más a cabalidad que nunca el horror que causaba en los europeos solo la mención del nombre de Augusto Pinochet. Era nuestro chilean Hitler.

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¿Cúanto de nazi hay en cada uno de nosotros? ¿Nacimos nazis? ¿En qué punto del dial se bifurcaron los caminos y ese tipo que era un ser humano como usted o como yo se deshumaniza por razones de estado y termina en un cuartel del barrio alto sacando dientes de oro a los asesinados en su tiempo libre de su trabajo como empleado público? ¿En manos de quién cayó el Estado el 11 de septiembre de 1973?

Hace unas semanas y cruzando una calle en el centro de Santiago, un taxista nazi me lanza su auto encima y me golpea la pierna. Le increpo que eso no se hace y él se baja y se va directamente hacia mí , yo tenía mis manos abajo. Me insulta y desprevenidamente me pega un puñetazo en el ojo derecho. Le digo guatón maletero y recibo otro combo en la nariz. Aparece una suerte de Clark Kent o jovencito de la película quien le para el carro al taxista nazi. Voy a Carabineros, tengo el ojo hinchado.

Sangro de la nariz. Explico el hecho, doy el número de la patente, estampo la denuncia. Un mes después recibo carta de Fiscalía. El caso se archiva por no haber mayores antecedentes. ¿Tenía la patente del taxista nazi y no tenía mayores antecedentes? Raro me parece. Así los medios de comunicación de masas llenan páginas y páginas llamando a detener a la delincuencia y cuando uno entrega la patente de un delincuente a Fiscalía ¿no lo considera un antecedente?

Pero tal vez no estamos todos hablando el mismo idioma y a lo mejor para el señor fiscal un antecedente es otra cosa, no sé , tal vez, una fotografía tridimensional con la cabeza de cerdo del taxista nazi, amén de todos sus antecedentes comerciales, y una grabación hecha por las cámaras de seguridad de la unidad operativa de tránsito del momento exacto en que el taxista nazi no respeta mi derecho humano y arrasa con este derecho a punta de puteadas y combos.

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¿El taxista nazi es pariente del funcionario aquel del Fosis que despidió a Corvacho, un afro-chileno de Arica, por el simple hecho de que era negro? La Fiscalía que no considera la patente del vehículo de un delincuente como antecedente para citarlo, ¿prodiga una actitud nazi como norma de convivencia entre los ciudadanos de este país?

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Las dependientas que le ofrecen hielo al joven nazi que agrede a puñetazos y patadas a un tipo en el suelo del local de comida rápida, y no ayudan al agredido ni llaman a carabineros:

a) ¿Son nazis en sí mismas?

b) ¿Son neonazis?

c) ¿Son pobres minas asustás que pensaron “si no le ofrecemos hielo para que deshinche su manito al agresor, capaz que nos saque la chucha a nosotras también”?

d) ¿Fueron sólo consecuentes con el mercado y su mercadotecnia y ocurría que el agresor era cliente frecuente? (-y no es chiste-)

e) ¿Sólo lo atendieron porque estaba más cerca ?

Charly García llamaba nazis a sus enfermeros en un reportaje de televisión. Y por otro lado hace poco un poeta chileno me dijo: “…y es que en ese tiempo yo era nazi”. Eso ocurrió cuando yo le enrostré su falta de delicadeza una vez que me trató a gritos en el pasillo de una universidad. Estoy pensando dejarme un ridículo bigotito y escribir mi lucha.

Por Mauricio Redolés

El Ciudadano N°94, primera quincena enero 2011