¿Quién dijo fascismo?

Se nos ha convencido que el fascismo es exclusivo de la derecha, pero existe un fascismo eterno, que está todos los días junto a nosotros, desde un pasado pensado para construir futuro en afán de trascendencia y por lo tanto de conservación de un orden jerárquico y dogmático


Autor: Sebastian Saá

Se nos ha convencido que el fascismo es exclusivo de la derecha, pero existe un fascismo eterno, que está todos los días junto a nosotros, desde un pasado pensado para construir futuro en afán de trascendencia y por lo tanto de conservación de un orden jerárquico y dogmático.

En Chile durante los últimos 20 años se ha perfeccionado el estado policíaco-empresarial heredado de Pinochet.

El reduccionismo binarista de la falsa dialéctica existente entre derecha e izquierda intenta bloquear asociaciones completamente atingentes. El poder que ha detentado la Concertación, o los partidos dominantes de una supuesta centro izquierda, ha tenido una fuerte influencia del más clásico autoritarismo.

Las fuerzas armadas también han estado ligadas a la centro izquierda. Ya lo vemos con González Videla, el “Gabrielito” de Neruda,  que consiguió seducir al bate nacional que incluso se inspiró en vuelo poético, para luego traicionar a la “Alianza democrática” que le diera la primera magistratura. El “paco” Ibáñez, después de su reaccionario primer mandato y posterior exilio, volvió con “legitimas aspiraciones” apoyadas por el movimiento nazi criollo, pero le ganó Alessandri. Mientras fue senador  se preparó para competir nuevamente en 1952, año en que el “General de la Esperanza” fue respaldado  por el Partido de Mujeres y el Partido Agrario Laborista, que le dieron el segundo gobierno, donde abolió la “Ley Maldita” que prescribía a los comunistas. Algo es algo.

Variopinta, camaleónica y gatoparda es nuestra clase política, en donde el discurso es tan amplio, que hace goles a diestra y siniestra a un incauto arquero que no tiene equipo y que apabullado por los embates decide mirar desde el travesaño.

Tenemos señores y señoras que creen en la disciplina de la RDA, en la dominación del estado moderno por medio de la soberanía, teniendo potestad incluso de los crímenes cometidos en contra de la escuadra civil chilena.

La llegada de Pinochet al Parlamento, el poder que democratiza el estado y el afectuoso recibimiento de Andrés Zaldívar, que ese mismo día fue elegido presidente del Senado.

Los conceptos de honor y gloria para José Bernales y el decreto presidencial de Verónica Michelle de dos días de duelo nacional. Sin dejar de mencionar la medular intervención “democrática” de la Constitución gremialista realizada por Ricardo Lagos, que por medio de su firma avalaba leyes como la antisindical seguridad interior del estado, antiterrorista, entre otras aberraciones en un estado de derecho. Todo ello hace pensar en los tótem patriarcales, los discursos donde se declaran principios que nunca son finales, el marketing político, el lenguaje técnico que coloca a los adminis-traidores del poder, en posición de “autoridades”, el lenguaje «científico» de gerontócratas de cuello y corbata que recurren a hipócritas giros de palabras extraídas de algún almanaque leguleyo, simplemente con el afán de intimidar y confundir con su lenguaje de castas. Son los que mantienen limitados los sueños jóvenes de todos.

Los zares republicanos que defienden a toda costa su pasado heroico y  que hace 20 años tiraron la toalla y colgaron los guantes, se alejan de las experiencias vitales de los seres humanos, marcando a la nación con una identidad mercantil, derrotista y acomodaticia.  A causa de esto, atomizada, dispersa, aún miedosa, o simplemente apabullada por el poder.

Lo más triste es que Harboe, un joven de la patria, ha sido trincado por los tentáculos más viscosos del fascismo eterno convirtiéndolo en un gringoprusianonazifascistaconcertacionista (lo más granado de las corrientes que nos dominan) El delfín  retrata de la mejor forma el oscuro mapa del miliquismo chileno y su consiguiente progreso,  que con máscaras civiles de talante soberbio y democrático, sostenidas por los gruesos elásticos del ESTADO DE DERECHO, solapa las ignominiosas perversiones, sin ser estas de izquierdas ni derechas, sino nada más que fascistas, pues provienen de un poder totalizante encarnado por el Estado.

por Karen Hermosilla


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