¿Y usted de qué vive?

Hace unos días recibí una invitación para departir con estudiantes de literatura de una prestigiosa universidad tradicional

¿Y usted de qué vive?

Autor: Wari

Hace unos días recibí una invitación para departir con estudiantes de literatura de una prestigiosa universidad tradicional. La invitación consistía en asistir un viernes después de mediodía a leer textos de mi producción y luego tener una conversación con el público asistente. Acepté encantado el destinar parte de mi tiempo en trasladarme mediante el método del Transantiago, ya que no tengo auto, a ese prestigioso templo del saber para compartir la lectura de algunos de mis textos, amén de intercambiar opiniones sobre el devenir de la escritura de un servidor. Hasta ahí todo iba bien. Les expliqué que sólo faltaba saber lo de los honorarios, es decir cuánto iba a cancelar esa universidad por mi trabajo profesional.

¡Ahí la cagué! (1)

Creo que la respuesta de la secretaria que me llamaba -a la que le pagan un sueldo para hacer trabajar gente gratis- ante mi requerimiento, no se condice con la de una funcionaria de una de las universidades chilenas de más altos aranceles y en donde con mis ingresos sería imposible matricular a algún hijo mío o hija mía en alguna carrera de ese centro de estudios.

La respuesta fue más o menos en la onda de que me ubicara, de que qué les estaba hablando, de que cómo se me podía ocurrir cobrarles dinero, o sea esa cosa tan mínima sucia y pedestre que se llama luca, “ensuciando” toda una relación espiritual del más alto nivel que me planteaba una universidad que me brindaba el alto honor de invitarme a hablar a sus estudiantes, pertenecientes sin duda a las clases más altas y acomodadas de Chile, y yo, el poeta prácticamente beneficiado por el hecho que se fijaran en mí…¿les pedía plata?. Y luego, como era de esperarse, el argumento de fondo: Pero es que Fulano, Zutano y Mengano, todos ellos poetas de gran renombre habían asistido gratis a esos encuentros y jamás se les había pasado por sus poéticas cabezas solicitar en forma tan desagradecida, desagradable e inoportuna, dinero por sus servicios.

Días después me llaman de una radio o canal de tv online de una ciudad fuera de Santiago, cuento corto, piden que les vaya a entretenerles el almanaque un rato, que conversemos, lleve la guitarrita para hacer una suerte de recital de fogata con mis canciones, etc. Ya no les hablo de honorarios sino de una pequeña contribución por gastos diversos.

¡De nuevo la cagué! (2)

La respuesta era calcada a la de la funcionaria de la universidad cara y bolsera. Que como Fulanito y sus Sirenitas de Lontué, Zutanito y sus Zombras Parlantes y Mengano Blues Espirienz, habían ido gratis a su programa online, que luego de estar ahí sólo la cuenta Twitter de cada uno de ellos había subido en cuatro billones de visitas, que poco menos ellos me daban la mano y yo les daba la pata. No había caso. Para que se hagan una idea lo que yo les solicitaba era plata para los pasajes ida y vuelta para quien escribe estas líneas y un asistente, un par de almuerzos y a lo mejor un par de taxis para moverse, lo que dista mucho de pedirles que pagaran por lo que realmente vale una actuación.

Igual con Simellaman Boys fuimos a tocar gratis por la defensa del agua en Vallenar el fin de semana antepasado, y también hemos estado en muchas actividades donde no se nos paga un peso como escuelas de nivelación organizadas por los vecinos de la Nueva Escuela de Renca, Encuentro Nacional de Pobladores, Pre-universitarios populares, en defensa de los presos políticos, aniversarios de poblaciones o en recuperación de edificios patrimoniales. Si hay que hacer una contribución con música y poesía…de allá somos. Pero con sectores vulnerables siempre.

¡Ah!, y me olvidaba… una vez el Banco Itahu nos invitó a tocar por una plata que no alcanzaba ni para cambiarle cuerdas al bajo, esto fue hace unos meses. Les dijimos que era muy poco. La lista de artistas que nos contraponían como “los ubicados que sí sabían hacer negocios” era repetir la historia de la funcionaria universitaria que prodiga la cesantía entre los poetas o de los ciberfrescos de la web. Por lo menos los anteriores daban la cara y decían sus nombres. La funcionaria del Itahu sólo firmó con un enigmático “Daniela”. Cero respeto. Pero lo decía Brecht: “Si es delito asaltar un banco, mayor delito aún es fundar uno”. Hace frío, como que llegó La Polar. ¿O no, dice usted?

(1) ¡Tanto que me dijo mi mamá que no me dedicara a la literatura!

(2) ¡Tanto que me dijo mi mamá que no me dedicara al rock!

Por Mauricio Redolés

El Ciudadano Nº104, segunda quincena junio 2011


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