Cada vez que alguna cuestión inquieta a la opinión pública escuchamos una declaración cuyo propósito consiste en calmar al personal, atenuar el cabreo y disipar la impaciencia: “Tamos trrraajando”.
La ortografía, -en plan fonético-, da cuenta de la pronunciación que afeccionan los patriotas que manejan la manija, -enraizada en lo más auténtico de la chilenidad y la cosa vernácula-, a menos que no se trate de algún avance sustancial, después de tanto “trrraajo”, de la calidad de la educación privatizada.
Uno sueña con que uno de estos días algún ministro, -o derechamente Bachelet-, declare que ha logrado resolver una cuestión esencial para los destinos si no de la humanidad al menos del personal, que la enorme masa de “trrraajo” acumulada terminó por transformarse en resultado concreto y que ya está, el ministro, -o Bachelet-, inicia el merecido reposo del guerrero.
El desempleo por ejemplo, visto que si de “trrraajo” se trata, hay un más millón de currantes que no logra dar golpe y que ya quisiera empuñar un martillo o un serrucho, una azada o un rastrillo, o en su defecto el trapito que agita el chato del estacionamiento con la esperanza de que le dejes al coche y de yapa le pidas que te lo lave, dos lucas resuelven, y de paso lo borren de las estadísticas de la cesantía.
Traigo este tema a colación porque las cuentas alegres y los jubilosos anuncios de las últimas semanas siguen escondiendo una verdad grande como una casa: “El aumento del desempleo continuará en el mundo en el año 2010 a pesar de la reactivación económica, y tal vez incluso en el 2011”.
No lo digo yo, lo dice Dominique Strauss-Kahn, -DSK para los amigos-, que oficia de Director General del Fondo Monetario Internacional, esa institución tan respetada por la elite local como inútil para cualquier propósito económico razonable.
Es precisamente aquí que se verifica la poderosa influencia que ejerce el campo de flores bordado en el ámbito planetario, visto que DSK no encuentra nada mejor que copiarle a Bachelet, o alguno de sus ministros, cuando prosigue sus declaraciones diciendo: “Tenemos que continuar ‘trrraajando’ para garantizar una reactivación durable en el primer semestre de 2010”. La verdad es que no dijo “trrraajando” porque Dominique declara en inglés o en francés y la entrevista fue publicada en griego, pero la intención es la misma: calmar al personal, atenuar el cabreo y disipar la impaciencia.
Porque DSK no las tiene todas consigo y sigue apretando las nalgas cosa mala. Por eso tempera el entusiasmo y previene que sería un error considerar que todo va bien. “A corto plazo corremos el riesgo de ver interrumpirse la reactivación”, dice, y agrega que no podemos considerar el crecimiento que se apoya en medidas fiscales como el signo de una bonanza durable. DSK no cree en lo que hacen los Estados o el sector público en un sentido amplio, sino en la legendaria eficacia del sector privado -los bancos por ejemplo-, que nos tiene donde nos tiene. ¿Tengo que precisar que DSK es socialista?
Pierre Cailleteau, economista jefe de la agencia Moody’s, sonríe ante el optimismo de los mercados bursátiles porque es natural que haya “un golpe de adrenalina en el momento en que el mundo descubre que después de un choque brutal, aun sigue vivo…” Pero se pregunta, inquieto, si el crédito, que es el aceite del motor económico, va a repartir. Las últimas estadísticas provenientes de Europa no son muy alentadoras al respecto. Ahora bien, sin relance sustancial del crédito no habrá inversión y el sector privado no podrá prolongar los efectos del gasto fiscal. Sólo en Francia la inversión industrial cayó en un 23%.
El consumo, que resistió durante el primer semestre gracias a la desinflación, puede hundirse. Véronique Riches-Flores, analista de la Société Générale, calculó que “el poder adquisitivo debiese recomenzar a bajar desde el cuarto trimestre de 2009”, mientras que el aumento del precio del petróleo pudiese gatillar una inflación significativa. En los meses venideros veremos aumentar la inflación y el desempleo. El consumo no saldrá indemne.
Finalmente, el tema más espinoso es el de las finanzas públicas. Los Estados invirtieron U$ 2,9 billones, -equivalente al 5,3% del PIB mundial-, para evitar una catástrofe mayor. Los déficits de los países desarrollados son abismantes. Y hay que pagar la cuenta. Véronique Riches-Flores constata: “Lo peor quedó atrás… pero lo más difícil lo tenemos delante”.
De ahí que me atreva a anunciar, yo que detesto las previsiones, que en la copia feliz del edén seguiremos escuchando las mismas burradas de quienes tienen agarrado el palito del emboque: “Tamos trrraajando…”
Por Luis Casado