Hoy se cumplen 40 años del triunfo de Salvador Allende, la noche del 4 de septiembre de 1970. Como nunca antes en la historia de Chile, una elección presidencial iba a cambiar su curso de manera tan radical. ¿Qué y cómo recordamos este hecho, hoy, en el marco del bicentenario, con la derecha en el Gobierno y una oposición desarticulada?
El peso del acontecimiento en sí mismo, el agitado y convulsivo desarrollo posterior del Gobierno de la Unidad Popular, y su violento y dramático desenlace en 1973, constituyen vivencias históricas tan fuertes que sus recuerdos son los que primero nutren nuestra memoria al evocar la elección de Allende en 1970.
En una segunda línea rememorativa, y también en el análisis histórico, emerge la experiencia de la dictadura como prisma para leer lo que implicó la llegada de la Unidad Popular al Gobierno. A menudo recordamos septiembre de 1970 desde la importancia que adquiere por los procesos que desencadenó y que afectaron nuestras vidas y nuestra historia posterior.
Por último, el simbólico proceso de recuperación de la democracia que se inicia en 1990 constituye también una ‘posterioridad’ desde la cual es posible evocar septiembre de 1970, como el último hito democrático, republicano y electoral, que da sentido y proyección a los vaivenes de una transición democrática demasiado terrenal.
Lo que definitivamente se encuentra en un lugar mucho más profundo de nuestros recuerdos es la ‘anterioridad’ a la elección de septiembre de 1970. De diversas maneras y por múltiples motivos, la memoria colectiva va sedimentando sus recuerdos, a menudo guiada por sus vivencias posteriores. Esto, que puede ser comprensible desde los procesos de memoria, no lo es desde el análisis y la reflexión histórica. Más aún, la mirada reflexiva está llamada a jugar un rol de ‘ayuda-memoria’, que no reemplaza pero que gatilla. Comprender, retrospectivamente, un suceso de la importancia que tuvo la elección presidencial de 1970, supone interrogarse sobre el tiempo que lo precedió.
¿Cómo era el Chile de 1970, en el que se produce el triunfo de Salvador Allende? ¿En qué sentido se podría afirmar que la victoria de la Unidad Popular corresponde a la dinámica histórica de su tiempo? ¿Cuánto de ‘punto de llegada’ y cuánto de ‘punto de partida’ tiene este acontecimiento?
Chile era una sociedad que ya navegaba sobre las agitadas olas del cambio social. Su sistema político clamaba por una reforma profunda, cuestión que ninguno de los tres candidatos dejó de reconocer al momento de escribir sus programas. La cultura peleaba, palmo a palmo, con la política y la economía, su influencia en la sociedad y en las personas. Una gran mayoría de chilenos y chilenas creía que manteniendo firme el timón de la nave, sin desviar el rumbo, se llegaría a puerto: cada vez eran más los que, en cubierta, recibían la brisa transformadora de los cambios y miraban desde la proa un futuro que se veía más cercano. Entre los rostros, los había también huraños, es cierto. Basta, en ambos casos, mirar las fotos de época.
Las claves de comprensión de la coyuntura de septiembre de 1970 están mucho más relacionadas con el tiempo precedente que con lo que ocurrió después. Qué saludable sería discutir y conversar sobre las condiciones que hicieron posible el triunfo de la Unidad Popular, más que volver a reproducir argumentos gastados por el uso y el abuso.
A cuarenta años de la elección presidencial de 1970 vale la pena agitar los recuerdos del tiempo que la precedió o, más bien, dejarse agitar por esos recuerdos.
Por Pedro Milos
Director del Departamento de Historia de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la UAH.