Nuevamente la brecha separó a estudiantes entre ricos y pobres; los primeros pueden nuevamente ser parte del plantel de las estatales prestigiosas, y el segundo de las privadas, que siguen manteniendo la interrogante en la calidad.
Si bien los sistemas de créditos han favorecido a los institutos y universidades privadas con el Aporte Fiscal Indirecto y las diversas formas de pago creadas para que estas instituciones educacionales reditúen positivamente el negocio, nuevamente son las que absorben a los alumnos de menor puntaje, que prácticamente corresponde por antonomasia a los más humildes. Es por ello que es un nicho conveniente para ambos.
Pero, ¿Cómo hacer entender a un joven que socialmente es impulsado a estudiar, pues le es expuesto como panacea de movilidad, que este tipo de educación no le favorecerá en el futuro?
Cuántos niños endeudan a sus padres con la ilusión de mejorar su destino económico, intentando quebrarle la mano al naturalismo, trazando un plan de acción por medio del canal educativo, y al salir se dan cuenta que serán cesantes ilustrados, tendientes a trabajos temporales, que evidentemente mantienen las brechas socioeconómicas que hacen liderar a Chile en el ranking de la concentración económica.
Ya sabemos que este tipo de sistema educativo y la misma PSU han sido de provecho para los que siguen lucrando con la educación, se redacten o no declaraciones de principios como la Ley General de Educación. Es así como los jóvenes deben saber que no es un drama el no estudiar apenas se sale de cuarto medio, y que no deberán encerrarse en un baño durante años como lo hacen los adolescentes japoneses que se sienten derrotados, ni pensar que estudiar sin vocación, según lo que disponga el puntaje y en una institución de dudosa calidad, lo beneficiará realmente en el futuro.
En este caso es de suma importancia seguir rasando la cancha, pero más importante aún es que los competidores dispongan de zapatillas y no cojeen. Para eso no es necesario hacer esfuerzos en el plano económico, sino que en el cultural, tratando de guiar a los jóvenes hacia nuevas alternativas de desarrollo.
¿Cuántos políticos y funcionarios públicos no son titulados? Ya hemos visto varios casos en donde grandes personeros han falseado su currículo para encubrir un proceso inconcluso en sus vidas, llevando al engaño a la sociedad toda que ha ligado el peso del poder y el éxito a brillantes carreras académicas.
Sería bueno que como sociedad pudiéramos transparentar los canales de ascenso social, que muchas veces tienen que ver con capacidades ajenas a las del rendimiento intelectual y más van por el lado de las redes de apoyo y contactos. Sabemos de sobra los puntajes mediocres de la Ministra de Educación [en 2007, Yasna Provoste] cuando rindió la P.A.A en el año 1987, situación que hoy no hace mella en el desarrollo de su cargo y la confianza depositada por la autoridad.
El apoyo a las artes y la cultura debería ser también una alternativa seria para que muchos jóvenes opten por este camino y éste no sea utilizado nada más para los grandes eventos publicitados por el Gobierno. Las Escuelas de Rock, Balmaceda Arte Joven, Matucana, podrían ser experiencias que provean de una instrucción diseñada para la apertura de nuevas vías de desarrollo, y no solamente un espacio de seducción propagandístico del Gobierno.
Hacer permanentes estas instancias y fomentar la independencia juvenil, por ejemplo logrando que los egresados de cuarto medio, trabajen, viajen y se desarrollen, sin trazar inmediatamente un futuro cada vez más incierto, es una buena forma de cambiar la cultura pedagógica que producto de la época ha marcado a fuego la insustancial frase “el tiempo es dinero”.
Por Karen Hermosilla
Columna publicada originalmente el 28 de diciembre de 2007