En nuestra isla se presentan cifras críticas de violencia intrafamiliar. Basta con que un grupo de mujeres se reúna a conversar para que salgan a flote historias de heridas y moretones, hijos abandonados y padres borrachos. A diario escuchamos que en alguna comuna de Chiloé, una niña o un niño fue abusado o que pululan por las calles pervertidos que manosean a las niñas.
A pesar de la crudeza de esta realidad, este tipo de violencia es sólo la punta de un iceberg infinitamente arraigado en nuestra cultura: el machismo. Y el machismo está presente en muchas más acciones que replicamos cotidianamente. Por ejemplo, cuando criamos a las niñas para protegerse y escapar de los violadores, pero no enseñamos a los niños a no violar; cuando le decimos a los niños que hay mujeres que merecen respeto y otras no; cuando asumimos que los roles que se han impuesto a las mujeres tienen menos valor que aquellos que se imponen a los hombres; y así, un sin número de otras acciones y actitudes que naturalizan la diferencia de trato basada en nuestro género.
Por eso, es imprescindible erradicar la violencia, no sólo de pareja, sino también con los niños, y con las niñas. Del mismo modo, sabemos que esto no sucederá si no admitimos que es la sociedad la que promueve y permite este tipo de actos, al asumir que la mujer está al servicio de la sociedad y por lo tanto, de los hombres.
En ese sentido, la eliminación de la violencia parte por la eliminación de sus causas, entendiendo que éstas están arraigadas en nuestra sociedad. Si bien hay algunos avances en materia de violencia de género, no basta con crear centros de acogida para mujeres maltratadas, no basta con enviar a los niños abusados a hogares de Sename (lo que incluso podría ser un castigo), no basta con empoderar a las mujeres para que no permitan el maltrato, no basta con rehabilitar a los maltratadores…
Lo que nuestra sociedad necesita es una profunda revisión de sus fundamentos forjados por siglos de poder masculino y desvalorización del ser mujer. Debemos erradicar la idea de que unos valen más que otros, desde la madre que cría a su varoncito con mucho más esperanzas que a sus hijas. Debemos erradicar el machismo.
Magíster en Artes mención en Lingüística, Candidata a concejala por Castro