Estamos al borde de una guerra monetaria y en Chile nadie se entera.
Razones:
1°. Porque el presidente pirotécnico entretiene al personal mientras el Parlamento aprueba un escandaloso regalo a la gran minería del Cobre; y
2°, porque en política monetaria el ghetto de flores bordado mantiene un peso sobrevalorado que favorece a las multinacionales que exportan beneficios y a las que importan productos de consumo.
Esta última vaina se juega en dos tiempos:
a) Primero mantienes un peso bajito para que los inversionistas extranjeros se beneficien al traer los pocos capitales con que compran el país y tengan ventajas para exportar sus productos desde Chile.
b) Sostienes luego un peso sobrevalorado para que los inversionistas extranjeros se beneficien en el momento de llevarse el modesto lucro de su abnegada labor, y puedan venderte lo que producen en el primer mundo.
La Asamblea General conjunta del FMI y del BM llega a conclusiones similares: “Para que las exportaciones de los países llamados desarrollados tengan más competitividad es necesario que las monedas de los países en desarrollo se revalúen, que valgan más frente al dólar, para que las mercancías de los países desarrollados tengan más competitividad en los mercados globales”. El Chile obediente, obedece.
Dominique Strauss-Kahn, regente del FMI, le pide al mundo evitar una guerra monetaria. Lo hizo desde Yalta, símbolo ominoso. Los “expertos” actúan como los pastores de la Iglesia: Te apartan del mal y te muestran el camino. Raúl Cameo, editor de PR Newswire Latinoamerica, escribía hace un mes: “Saxo Bank pronostica que el Euro rondará U$ 1,25 en el corto plazo. En los próximos tres meses podría caer a 1,17 y en doce meses lo veríamos en 1,12”.
Cuando escribo esto, el Euro vale U$ 1,42. Los Estados Unidos manipulan el valor del dólar a la baja, joden a los europeos y le exigen a los chinos revaluar el yuan. Estos últimos, para esquivar el ataque adoptaron una paridad fija yuan/dólar y plantean que hay que definir otro sistema monetario abandonando la preeminencia del dólar. De eso va la guerra de las monedas. Y el dólar baja que es un primor.
En marzo del 2008, ante una situación similar, el entonces presidente del Senado Adolfo Zaldívar, que de esto entiende un puña’o, escribía: “Existe prácticamente un consenso entre los economistas, tanto de la Concertación como de la Alianza, que el actual tipo de cambio se encuentra por debajo del tipo de cambio de largo plazo, no habiendo acuerdo sólo en qué porcentaje por debajo se encuentra”. Sin explicar lo que es un “cambio de largo plazo” Adolfo agregaba: “También existe consenso entre los economistas que, ante esta situación, las autoridades económicas (Gobierno y Banco Central), deben actuar. Sin embargo, no existe un acuerdo respecto de qué tipo de instrumentos son los óptimos para esta intervención”. Cantinflas no lo hubiese dicho mejor.
Dos años más tarde son los Cantinflas de La Tercera los que hacen declaraciones para el bronce: “Fluctuaciones del tipo de cambio entre 750 y 430 pesos por dólar, como se han observado en Chile en nuestra breve historia de flotación cambiaria, son evidencia clara de que el mercado puede sostener expectativas extravagantes” (sic). Para estos patriotas la mano invisible que guía el mercado hacia la eficiencia se nos ha puesto “extravagante”, lo que no deja de ser cómico viniendo de unos payasos.
¡Cuando uno piensa que María Olivia Recart cree que la baja del dólar se debe a la fuerza de la economía chilena! Aparte los payasos y los Cantinflas, las razones por las que en Chile nadie se entera de la guerra monetaria son dos:
1°. Porque el presidente pirotécnico entretiene al personal mientras el Parlamento aprueba un nuevo y escandaloso regalo a la gran minería del Cobre.
2° Porque en política monetaria el ghetto de flores bordado mantiene un peso sobrevalorado que favorece a las multinacionales que exportan beneficios y a las que importan productos de consumo.
Me permito agregar una tercera: Nuestros “expertos” nacionales creen que la tasa de cambio la fija el mercado. Adam Smith: Ora Pro Nobis…
Por Luis Casado
Polítika, primera quincena noviembre 2010
El Ciudadano N°90