Un viejo cuento popular ruso nos cuenta la historia de Pedrito y el lobo. Pedro, un pastor que al cuidar sus ovejas le gustaba gastar bromas a los aldeanos y solía gritar ¡¡¡Viene el lobo, viene el lobo!!! haciendo que los habitantes de la aldea corrieran para impedir que mataran sus ovejas. Pero no era verdad y el pícaro Pedro sonreía ante su broma. Así, todos los días, ¡¡¡viene el lobo, viene el lobo!!! y nada, haciendo enojar a los aldeanos cansados de estas bromas. Hasta que un día, efectivamente un lobo grande y feroz comenzó a devorar a las ovejas cuidadas por Pedrito. Este gritó más que nunca, ¡¡¡viene el lobo, viene el lobo!!! pero en esta ocasión nadie acudió ante su llamado.
En el caso que ocupa este artículo una situación similar ocurre con la presencia de tropas extranjeras en Afganistán y la noticia que esas tropas se van a retirar tras 20 años de ocupación. Nuevamente se nos anuncia Urbi et Orbe, desde la Casa Blanca, que luego de dos décadas, la mayor potencia económica y militar del mundo se prepara para retirar sus tropas de Afganistán. Anuncios que escuchamos de los expresidentes Barack Obama y Donald Trump, que incluso había puesto como fecha el 1 de mayo de este 2021, según las conversaciones llevadas a cabo en Doha el año 2020, entre Washington y los talibansin que llegara a concretarse.
La fecha prevista para el retiro de las tropas según lo anunciado por Joe Biden es el día 11 de septiembre y tendrá su comienzo el día 11 de mayo. Una fecha simbólica sin duda, que marca el ataque terrorista más mortífero que se haya realizado en territorio estadounidense y cuya fecha signada como término de la presencia de tropas en el país asiático marcará también, uno de los mayores fracasos políticos militares de la historia de este país.
Este Afganistán, país de Asia Central, que Estados Unidos invadió en octubre del año 2001 bajo excusas, que a estas alturas no se sostienen en ninguna de sus variantes: Llevar la democracia derrocando al Gobierno de los talibán pero, sobre todo, sumar a este país en la denominada guerra contra el terror de Bush hijo. Capturar y eliminar a Osama Bin Laden que estaba en aquel país. Un Bin Laden que a fines de ese año 2001, se movió a través del territorio afgano y cruzó a Paquistán donde permanecería hasta el momento de su asesinato a manos estadounidenses, en mayo del año 2011, en la ciudad de Abbottabad, 120 kilómetros al norte de Islamabad, la capital de Paquistán.
Adicionemos otros objetivos peregrinos mencionados por el Gobierno de Bush hijo. Como aquel de invadir Afganistán para liberar a las mujeres, establecer un Gobierno que propiciara el desarrollo de Afganistán y terminar con los cultivos y contrabando de heroína. Y no olvidemos aquellos más geopolíticos como presionar a la República Islámica de Irán y a la Federación Rusa, ambos países fronterizos y que llegaron a tener, en plena Administración de Barack Obama a 120 mil soldados estadounidenses y otras decenas de miles de mercenarios, empresas de seguridad y militares de países aliados como Gran Bretaña en sus fronteras.
Las palabras exactas del exinquilino de la Casa Blanca, George W. Bush, para justificar la invasión aquel 7 de octubre del año 2001. “Estas acciones cuidadosamente dirigidas están diseñadas para interrumpir el uso de Afganistán como base de operaciones terroristas y atacar la capacidad militar del régimen talibán”.
20 años después las palabras tienen sabor a derrota por parte de Joe Biden quien señala, “no podemos continuar el ciclo de extender o expandir nuestra presencia militar en Afganistán con la esperanza de crear las condiciones ideales para nuestra retirada, esperando un resultado diferente. Ahora soy el cuarto presidente estadounidense que preside una presencia de tropas estadounidenses en Afganistán. Dos republicanos. Dos demócratas… No pasaré esta responsabilidad a un quinto… El mantener miles de efectivos en un solo país a un costo de miles de millones de dólares al año no tiene sentido (…) Es hora de poner fin a la guerra más larga de Estados Unidos. Es hora de que las tropas estadunidenses regresen a casa” (1). Deseos que ya habían sido expresados así como los gritos de Pedrito el pastor ¿Cumplirá ahora Joe Biden?
Una interrogante válida considerando los intereses geopolíticos, los del complejo militar industrial y los contratistas, que se han hecho multimillonarios con esta Guerra sin fin. Recordemos, que bajo el nombre hollywoodense de “Libertad Duradera” la decisión filibustera de un Gobierno ansioso por buscar nuevos enemigos, como era el de George W. Bush, en sus dos períodos, terminó generando en verdad, una Guerra Perpetua”. que tras 20 años ha significado 2,26 billones de dólares de gastos (110 mil millones de dólares de promedio por año) para los contribuyentes estadounidenses, 3 mil muertos en sus efectivos militares, 30 mil heridos y el fracaso en la guerra más larga en la que ha estado envuelto el régimen estadounidense; 150 mil muertos en la población afgana, entre ellos 45 mil miembros de las fuerzas militares apoyadas por Estados Unidos; 1, 2 millones de desplazados y millones de refugiados (2) gran parte de ellos en países vecinos, entre ellos Irán que tiene cerca de tres millones de afganos, un millón de ellos considerados refugiados.
Paradójico, pues se señalaba que se iba a combatir al terror y las acciones del ejército estadounidense junto a socios como Gran Bretaña, lo que concretaron fue una política de más terror, de tierra arrasada, bombardear a la población civil, asesinatos selectivos, detenciones y secuestro de cientos de personas, encerrados en la Cárcel de Guantánamo – en el territorio usurpado a Cuba – (gran parte de esos detenidos sin cargo alguno y que pasaron por sesiones de tortura denunciados y que pueden significar uno de los puntos para que Estados Unidos responda ante la Corte Penal Internacional. Cientos de prisioneros encerrados en condiciones extremas con temperaturas altísimas y tratados fuera de toda legislación internacional de protección a los prisioneros políticos.
Un Estados Unidos que en estos 20 años lo que ha hecho es intensificar la división del país, tensionar a la zona de Asia Central ayudar al incremento de la producción de drogas como la heroína y finalmente terminar sirviéndose de mercenarios, empresas de seguridad, permitiendo contratos millonarios a empresas ligadas a los altos cargos de la política norteamericana y el mencionado complejo militar industrial. Y, sin haber logrado ninguno de sus planeados objetivos. Por ello, resultan poco creíbles las palabras de Joe Biden cuando recordó su etapa como vicepresidente de la administración del expresidente Obama y su viaje a Afganistán, “allí me convencí, que solamente los afganos tenían el derecho y la responsabilidad de manejar su país”.
Las incongruencias del presidente estadounidense son evidentes cuando sostiene «creo que nuestra presencia en Afganistán debería estar centrada en la razón por la cual fuimos en primer lugar: Para asegurar que Afganistán no sea usado como una base para atacar nuestra patria. Nosotros cumplimos con ese objetivo». Incongruencia y una mentira más grande que los nuevos portaviones estadounidenses pues ¿cuándo Afganistán atacó a Estados Unidos o sirvió de base para atacar a Estados Unidos?
Recordemos que 15 de los 19 atacantes de las torres gemelas y el Pentágono eran ciudadanos saudíes. Incluso, jueces norteamericanos dictaminaron que Arabia Saudita debía compensar económicamente a los familiares de las víctimas generando la indignación de la Casa al saud y la amenaza de retirar sus fondos de inversión en Estados Unidos si seguía el proceso judicial. Hasta ahí llegó la investigación de la justica de este país, que protege a Arabia Saudita incluso si ello significa no investigar la muerte de las 2.966 víctimas, los 24 desaparecidos y los 25 mil heridos. Así pues Biden, así como Obama y Bush no han cumplido ninguno de los objetivos propuestos. Y eso se llama fracaso.
Fracaso vislumbrado por los medios estadounidenses como The New York Times que en su visión de mundo habla que “en las ciudades de Afganistán, la nueva sociedad de clase media que surgió bajo el manto de seguridad de Estados Unidos durante los últimos 20 años teme el retorno de los talibán… además, y quizás lo más importante, es que existen demasiados posibles centros de resistencia armada que no desaparecerán silenciosamente. Eso, a su vez, conduciría a una intensificación de la guerra civil que ya está consumiendo gran parte del país” (3).
De las autoridades, políticos y militares estadounidenses no podemos esperar nada positivo, incluso dudar de este tipo de decisiones. Sus propósitos son siempre un cúmulo de falsedades, de inventos e informes de inteligencia que favorecen a la agresión y las guerras de rapiña. The Afghanistan Papers, de 2015 que fue descubierto y publicado por The Washington Post en el año 2019 sostiene que los estadounidenses, favorables a la guerra, han engañado durante mucho tiempo a los estadounidenses sobre lo que se podía lograr en Afganistán. Los mandos militares estadounidenses han dicho en privado y en público que los Gobiernos de Estados Unidos no estaban preparados para Afganistán y que el pueblo estadounidense no conocía la “magnitud de la disfunción” al llevar a cabo la guerra.
El pueblo estadounidense no sólo no conoce la magnitud de la disfunción sino que es completamente ignorante por una parte y pleno apoyo en otra, de las secuelas de las intervenciones de su país en el mundo (que no los exculpa de apoyar a administraciones de gobiernos belicistas) con un pensamiento totalitario, hegemónico y absolutamente de desprecio al resto del mundo. Con un presidente como Joe Biden que afirma que “en los últimos 20 años la amenaza terrorista se ha hecho más dispersa, ha registrado una metástasis en el mundo» haciendo referencia al terrorismo enquistado en Asia Central, Occidental, en el Magreb y el Sahel africano, como si Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, junto a Arabia Saudita y el sionismo, sus grandes aliados en Asia occidental fuesen ajeno a ese nacimiento y desarrollo de los grupos extremistas, que arrasan a los pueblos de esas regiones.
Afganistán es la prueba que Estados Unidos tropieza una y otra vez con la misma piedra y lo seguirá haciendo pues está en su médula, en su esencia su conducta agresora, esa idea de ser un país con un mandato divino de imponer su visión del mundo. Mientras Estados Unidos, ojalá, se vaya por la puerta de atrás, con la cola entre las piernas, los países vecinos de Afganistán hablan de la necesidad de reconstruir este país, de avanzar en diálogos de paz entre los talibán y el Gobierno.
1.https://www.milenio.com/internacional/estados-unidos/relacion-unidos-afganistan-joe-biden-retira-tropas
2.https://www.elperiodico.com/es/internacional/20210414/afganistan-guerra-enquistada-eeuu-dejado-11655485
3. https://www.nytimes.com/es/2021/04/16/espanol/estados-unidos-retira-afganistan.html