¿Alguien quiere pensar en los derechos humanos?

La Venecia caribeña, por desgracia petrolera, está sufriendo el asedio de las potencias que otrora destruyeron Iraq y Libia

¿Alguien quiere pensar en los derechos humanos?

Autor: Wari

La Venecia caribeña, por desgracia petrolera, está sufriendo el asedio de las potencias que otrora destruyeron Iraq y Libia. Idénticas apetencias, distintas locaciones.

Las justificaciones se copian y pegan, marcan la pauta noticiosa, condicionan la discusión. Los datos, las evidencias, de pronto son suprimidas por las “sensaciones”.

En la testera se ubican con el ceño fruncido los injerencistas-halcones para “debatir” sobre las sensaciones con los injerencistas moderados. Tras el telón, los incumbentes cuentan las horas para recibir sus billetes o sus sumarias ejecuciones.

Tras los primeros bombardeos a Iraq en la primera cruzada humanitaria, antes de terminar el siglo pasado, lo que quedó en ruinas fue aquello que llamamos comunidad internacional. Después de que acribillaran a Gadafi en una alcantarilla, de este modo liberarse los acreedores del dinero que le debían y apropiarse de las ingentes riquezas de Libia, esas ruinas colapsaron. La comunidad internacional es hoy una montaña de escombros y cenizas.
Aún así gritó, con su voz cada vez más afónica, que Venezuela tiene la razón, que EE.UU. deberá guardarse su plan de invasión, calmar su sed petrolera exprimiendo a los que ya son sus colonias.

Pero Venezuela no sólo debe lidiar con el gigante decadente del norte, en su frontera sur Brasil está siendo gobernada por un desquiciado. Un orate que proclamó que haría caer al gobierno legítimo de Nicolás Maduro en su discurso de asunción del mando. Eso es una declaración de guerra, una intromisión criminal; la comunidad internacional hizo oídos sordos.

Como si el fascismo, los gobernantes imbéciles y deschavetados, la codicia, el instinto de supervivencia de las potencias decadentes, no fueras asuntos urgentes e importantes, además hay que hacerse cargo de todos los pajarones* atormentados con las desgracias sentimentales que cuentan de Venezuela. Como si quienes pretenden invadirla y saquearla tuvieran el afán de mitigar esos males.

Males reales, los menos, provocados por los invasores muchos de ellos, e inventados los más.

Que Venezuela ha provocado una tragedia migratoria, una crisis humanitaria. Primera vez en su historia que los venezolanos deben migrar; cuánto cobijaron a los nuestros. Cómo podría llamarse tragedia el tener que recibir a nuestros hermanos.

“Que millones han debido abandonar su país”. Les recuerdo que aún en Argentina viven quinientos mil chilenos que se arrancaron de Pinochet. Chile tenía diez millones de habitantes y huyó un millón y medio, dígame ¿Cuantos millones de venezolanos debieran migrar para alcanzar nuestro infame récord? ¿Cuántos millones de colombianos han debido fugarse? ¿Cuántos brasileños lo están haciendo? ¿Qué ocurrió con los hondureños y guatemaltecos que huyen en caravana de sus países? ¿Se le olvidó aquello que pasó hace cinco minutos? Es más, sigue ocurriendo.

Lo que no se puede concebir es cuál es la lógica en la afirmación de que un pueblo que pasa por una tragedia deba ser condenado con una invasión.

“Que el gobierno de Nicolás Maduro es ilegítimo” ¿Cual es la base de esa afirmación? Les respondo de inmediato con lo más simple, los gobiernos no son legítimos o ilegítimos dependiendo si nos gusten o no, si nos parezca flaite**, o nos desagrade su timbre de voz. La legitimidad se obtiene de distintos modos, una de ellas es la democrática. Las Naciones Unidas no proclama un sólo tipo de gobierno legítimo. De hecho la ONU respeta incluso la autonomía de las tiranías.

Despejando ese asunto de cultura general, un odioso tópico para Wikipedia, que la ignorancia común obliga a mencionar, digamos que Nicolás Maduro no es un tirano, su gobierno no es una tiranía. Es más, es una república constitucional y democrática.

Respecto a la legitimidad del gobernante, ésta ha sido dada por los propios opositores al participar de los distintas elecciones, en donde se ha demostrado que el actual presidente cuenta con la aprobación de la mayoría absoluta de los venezolanos.

Entonces cuando usted diga que “Maduro no representa al pueblo venezolano”, le pido que se demore un poco más y diga lo que está ajustado a los hechos, que “Maduro no representa a una minoría de venezolanos”. Si usted asume la posición del opositor radical como suya, tenga presente que no es un demócrata, es un faccioso, una persona que intenta quebrar un sistema político para imponer la voluntad de una minoría de ciudadanos.

Si aún no entiende de qué versa el asunto le pediré que hable con los opositores radicales a Piñera, de esos que dirían “él no es mi presidente”. Ahora imagine que ese grupo, numeroso pero minoritario, pretendiera quebrar el sistema político chileno. Podría valerse de muchas excusas, de la ilegitimidad de los derechos de agua y pesca, de las sistemáticas violaciones a los DD.HH en contra de los menores de edad y mapuches. Su postura podría ser razonable pero en ningún caso legítima, es más, la buenas razones usadas de mala fé se tornan en ilegítimas. Una guerra contra un gobierno constitucional emprendida por una minoría no hace si no legitimar aquello que se quiere derrocar.

Usted que anda pregonando que Maduro es Pinochet, demórese un poquito y contraste la información disponible. Pinochet perdió por paliza el único proceso eleccionario al que se sometió, habiendo expulsado del país al diez por ciento, torturado a otro diez por ciento y habiendo masacrado a más de tres mil opositores. Algo no me cuadra, usted se dice inteligente, empero realiza esas comparaciones.

Usted me dice que la represión de las protestas hace ilegítimo a un gobierno ¿Recuerda el 2001-2002 de Lagos? ¿El 2006 de Bachelet? ¿El 2011-2012 de Piñera? Cien detenidos en Santiago como si nada, cientos de heridos por cada jornada. Olvidó los primeros años de nuestro “retorno a la democracia”, un promedio de 30 muertos por cada once de septiembre, hasta cuando ganó Colo Colo la libertadores murieron como 40 personas.

Me parece estar hablando con un prototipo de inteligencia artificial, que hasta nuevo aviso es más artificial que inteligente. Honestamente no puedo entender sus afirmaciones. Menos puedo hacerlo cuando sus argumentos ocultan que tras lo humanitario se esconden los fascistas y criminales de EE.UU, Israel, Inglaterra, Francia, Colombia y Brasil. Y eso usted lo sabe.

El derecho a la autonomía de los pueblos es el fundamento del derecho internacional; lo contrario al derecho es la fuerza. Venezuela es autónoma; si a usted lo ofende la autonomía es de aquellos que quiere librar a ese valeroso pueblo a los lobos, olvidando que usted también es potencial carne para las hienas.

No existe en el derecho internacional ninguna institución, norma o argumento que permita la destrucción de un Estado miembro de la comunidad internacional. Si tanto se preocupa por los derechos humanos recuerde que la guerra es la mayor de todas las violaciones a los derechos fundamentales, el principio y la causa de todos los tratos crueles inhumanos y degradantes.

Los derechos humanos no se defienden en abstracto, no se sostienen en un mundo perfecto en que se puede optar entre el bien y el mal. Esta es la vida real, el mundo real, con sus buitres sedientos de sangre y petroleo sobrevolando a su agónica presa. Usted no defiende a los opositores venezolanos, usted defiende los intereses de una minoría transnacional, esa misma que le roba el cobre sin que usted reclame. Usted está defendiendo que se sostenga la tendencia, que se marche a paso firme hacia el precipicio.

Por favor no me hable de derechos humanos, no ensucie tan prodigiosa construcción, usted quiere la guerra porque está profundamente aburrido. Por favor, reconózcalo.

* Chilenismo, sinónimo de distraído, crédulo, ingenuo.
** Chilenismo, sinónimo de persona de origen humilde, marginal, con escasa educación formal y o malos modales. Término clasista que usan personas pobres para designar a otras también pobres.

Por Ariel Zúñiga Núñez (@azetaene)

Publicado originalmente el 29 de enero de 2019 en Violencia y Control Social.


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