Estos genios del Gobierno no son ni más ni menos que el resultado de la educación del dinero y los valores de la Iglesia. Una Iglesia donde la gracia de uno -cardenal Medina- es ladrar como perro, y la gracia del otro –Piñera- era bailar thriller. Buenos para el dinero ambos, para la cultura, nada. ¿A quien complace esas gracias? A los primos mentales, el rico y el pobre.
La canción de cuna que todos conocemos, Las Manitos, como muchas, fue creada para incentivar los sentidos en los niños. Canciones que ayudan al bebé a comprender su entorno, conectando música, lenguaje y cuerpo. Con esos aprendizajes el cerebro avanza para quizás comprender algún día algo más complejo, como una sinfonía. Aún así, si no logramos comprender la sinfonía, con esas canciones nuestros cerebros han avanzado y con los años Las Manitos ya no satisface nuestra necesidad musical. Como con el lenguaje, con el tiempo y educación vamos comprendiendo mensajes más complejos, lecturas más exigentes. Con la música ocurre lo mismo. Por eso nos aburren algunas canciones que, al oírlas de niños, hoy nos parecen básicas y claro, buscamos algo más interesante. ¿Listo?
Todo este proceso, pensando que nos han incentivado los sentidos y alguna inquietud de cultura desde pequeños, creciendo en un entorno de música y todo tipos de artes.
Y podríamos decir que a mayor nivel económico, mayor acceso a la cultura. La máxima: ”La cultura es sólo para los ricos. Los pobres no entienden de cultura y no comparten los mismos gustos”, se podrá aplicar en otro planeta, mas no en Chile. Acá, ricos y pobres son iguales de “cultos”.
Son iguales y, tanto arriba como abajo, todo lo que supone el menor esfuerzo intelectual “la lleva”. Tanto arriba como abajo el billete es el único tema, y es para lo único que usan el cerebro, no la cultura. Les vuelve igualmente locos la Shakira, el Chayanne, el Luis Miguel. Se relacionan entre ellos desde distintas alturas pero están juntitos siempre. La nana y la patrona, el empresario y los peones comparten los mismos gustos. Vineros y religiosos por igual. Chupan y llenan las iglesias. Los niños ricos dicen cuatrshro y los niños pobres dicen cuatrshro. Los niños ricos ven a su mamá mandoneando a la nana, y los niños pobres ven a su mamá, que sí es la nana, también mandoneada en casa.
Y no me vengan con que la clase alta es cultivada y que sus viajes por Disneylandia les abrió la mente, (los del teatro municipal no vivirían “cagaos de hambre”) no, estos son igualitos. Ven teleseries, realities, van a ver a Luis Miguel, Arjona y Américo juntos con los de abajo. Melodías que les regocijan, las frases tan profundas del amor les atraviesan el corazón y les producen escalofríos. Esa clase culta produjo a Alberto Plaza, Cecilia Echeñique, Pablo Herrera, Miguel Piñera, Keko Yunge, el grupo Ariztía. Todos valuartes.
Y así como se comporta el patrón con los peones, se comporta el peón con su señora. Se justifican y se odian, pero sólo por estar en la vereda contraria. Cuando el peón se convirtió en contratista, se llenó de mal gusto, como los ricos, con joyas para él y la ‘ñora, y explotó aún más al peón. Juegan el mismo juego y lo aceptan. ¡Si son iguales! El rico con el pobre se cuidan, se defienden. Se jactan, los dos, orgullosos del Ejército en la Guerra del Pacifico y la celebran. El pobre ayuda a sostener el sistema y endurece sus cimientos. Porque es y piensa como el rico. Solo que desde la otra esquina.
El pobre no sale a protestar a La Moneda por justicia social, a lo más quema neumáticos, y en su propio barrio. No hace demandas, se enfrenta a la policía en su propia población, sin ningún discurso porque no le interesa el bien común. El pobre y su amigo rico se relacionan por medio de las fundaciones, la caridad del Hogar de Cristo, la Teletón y mil cochinadas como esas. Se adormecen entre ellos. De lo contrario, por impotencia frente a tanta injusticia, el pobre se haría escuchar y, unidos, la guillotina habría caído hace mucho. Pero no. Ellos se cuidan, Patrón y peón. ¿Han visto alguna vez una marcha de pobres harapientos por La Moneda?
¿Pero cómo no va a ser culto si ese otro es diputado y abogado?! ¿Y acaso no has visto cómo esos compañeros de curso limítrofes, mononeurales y sistémicos son los que llegaron más lejos en sus profesiones? ¿Y por el contrario, el pensador, el inquieto, el que se cuestiona, patea piedras? El que no supo nunca jugar estas reglas del juego, porque le parecieron inmundas, el desplazado, el que después de Las Manitos buscó mucho más. El hueón-hueón. Ese “po”, El clase media.
Ese clase media que subvenciona a estos otros dos parásitos sociales, pagando impuestos por los dos. Al rico que lo heredó todo y al pobre que le regalan todo. Pavimenta las calles para las micros y los autos de lujo, mantiene viva la cultura asistiendo a los conciertos o teatros de grupos que no son ni serán tocados por los medios populares.
El político aplaude a rabiar a la Yuri en el Festival de Viña. El clase media paga los sueldos de todo Chile. Construye las cárceles, de las que se evaden el lumpen de arriba y de abajo, financia a los jueces que les hacen pagar los partes que no pagan ni arriba, ni abajo. Financia los hospitales para pobres y paga el bono consulta de la clínica de ricos. ¡Construye puentes, construye todo! Paga el impuesto a los libros que no leen los de arriba y que les regalan a los de abajo, que tampoco leen.
El clase media discute con la pareja los pasos a seguir. En los otros, en cambio, el macho es el jefe. Se hace lo que él diga, es el proveedor, el que ronca. ¿Y ellas? Estas usan el poto como moneda de cambio. Ella para imponer derechos, la entrepierna es su única arma.”¡Francisco Javier dormirá en el sofá esta noche”, “El Jonatan se tendrá que culiar a la vecina por hueón!” La mujer clase media no usa la vagina para discutir un tema, ella usa argumentos, que además son escuchados. Lo que para ricos y pobres es ser macabeo, para el clase media es simplemente respeto por el otro.
Víctor Jara y Violeta Parra, estudiados en todas las escuelas de música del mundo, en Chile no tienen cabida. Y seamos sinceros, a la gente no le gusta y no los entienden. Analfabetos musicales que no comprenden lo que Violeta y Victor le dejaron al mundo. Abajo siempre ganará la ranchera. Arriba ni pensarlo. Y es que no lo entienden. Una marcha militar les mueve. Se quedaron mentalmente en “Las Manitos”. Víctor y Violeta están vivos por la clase media. Es ella quien mantiene la cultura.
Y ahí pasó un auto último modelo, es un ejecutivo de una tienda top. Viene escuchando una de Arjona, igual que el juRgolista que viene atrás. Pelo al viento como los dueños del mundo. El mundo de Las Manitos donde ricos y pobres son pobres por igual.
Por eso, cuando te digan que quitar la educación musical para darle cabida a más matemáticas y lenguaje tiene su lógica y es la súper medida, están en lo cierto. El feriano y el especulador no necesitan arte en esa área son analfabetos.
Por Mauricio Contreras
Vocalista y guitarra de Huinca
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