Quizás uno de los momentos más esperados del regreso de Bachelet a Chile, era escuchar la opinión de la candidata en torno a los conflictos sociales surgidos a partir del 2011 y en específico a las demandas enarboladas por el movimiento estudiantil. A partir de hoy las expectativas de cambio, que muchos depositaban en la candidatura de Bachelet, comienzan a disiparse.
Y es que el tema de la Educación Gratuita no es una discusión mas dentro del programa plantado por la lucha social por la educación. Justamente este eje plantea la dicotomía radical entre derechos sociales garantizados y el mercado, una contradicción que no se resuelve dentro del debate técnico sobre el financiamiento, sino que encierra dentro de sí una visión de mundo y en el fondo un planteo político frente al Chile actual.
Cuando Bachelet plantea: “No encuentro justo que el Estado pague la universidad de mi hijo si puedo pagarlo”, se ubica en las antípodas de los reclamos del movimiento social. Decididamente se ubica en la vereda de los Golborne y Allamand.
Sus dichos esconden tras bambalinas una visión del estado y su rol para con los derechos sociales y además se adscribe a la visión de que la educación siga siendo diferenciada para ricos y para pobres, agudizando y manteniendo las diferencias, fomentando la posibilidad de que se sigan manteniendo los guettos educativos para los ricos alejados de una educación pública para los pobres.
Pese a esta clarificación de posturas, es importante resaltar que esto no es una sorpresa. No lo decimos solo por los antecedentes de su anterior gobierno, de los cuales se pueden exponer muchos y múltiples argumentos para mostrar lo alejado de Bachelet de las posturas de los estudiantes, sino también por las señales inequívocas que habían dado en el último tiempo personeros políticos cercanos a la candidata.
Escalona había señalado con claridad en diversas ocasiones la orientación que tomaría un nuevo gobierno de la Concertación. Tan claro fue, que llamo públicamente a sectores de la Concertación a que “no nos pongamos a fumar opio” a propósito del debate sobre la Asamblea constituyente. En la misma línea decía que a Bachelet no había que ponerle “salvavidas de plomo” refiriéndose a demandas de transformaciones profundas de las que podría hacer eco el nuevo gobierno de la Concertación. Más claro aún fue en la ENADE donde ofreció garantías a los grandes empresarios de que se respetará la institucionalidad. Desde ese momento ya señalaba que el punto central de la campaña seria la desigualdad y “la lucha contra los abusos”. Justamente en la vuelta de la ex mandataria al país el tema que instala es el de desigualdad tal cual lo había expresado ya Escalona.
En esto no hay casualidades y por lo tanto no da lugar a ingenuidades. Quienes mandan la Concertación hace rato que rayaron la cancha. Bachelet no esa dispuesta a “fumar opio” ni está dispuesta a pasar por aguas agitadas con “salvavidas de plomo”. El portazo a la Educación Gratuita es también una señal clara para todos los movimientos sociales que se levantan por el país.
La vuelta de Bachelet a Chile busca principalmente cumplir uno de los objetivos que Lorenzo Constants (Presidente CPC) señalaba en la ENADE 2012 o sea “fortalecer la confianza entre las personas, en las instituciones, en el gobierno, en la economía” en otras palabras crear “Un Pacto Nacional que nos permita avanzar”. Justamente este es el principal objetivo de la vuelta de Bachelet a Chile. En palabras de Escalona “la derecha fracaso en darle legitimidad a la estabilidad del país” de cajón cae que “Bachelet es la que da garantías de enfrentar las reformas que hacen falta sin generar inestabilidad”. O sea mantener el orden económico y político que impera en Chile, con un bajo costo a nivel de reformas, retomando la legitimidad a través de la imagen de Bachelet.
La lógica de los hechos es ineluctable.
Ante este cuadro el movimiento social y estudiantil en particular puede tener de todo menos ingenuidad, sobre todo este 2013.
En las últimas semanas se han sucedido diversos hechos que han vuelto a poner el tema de la educación en la agenda, sin embargo estos han sido generados por parte de Bachelet, la Concertación o el gobierno. El movimiento estudiantil ha sido reactivo a estos hechos. Esto es natural que suceda y sobre todo este año donde toda declaración y polémica sobre el ítem educación caerá de rebote al movimiento. Deberemos estar adaptados a esta lógica y hacerle frente.
Sin embargo no bastara con esto. Tal cual la Concertación ya rayo la cancha, nosotros también debemos hacerlo. Es el momento de tomar cuerpo de manera independiente como movimiento por la educación tanto a la concertación como a la alianza. Esto en ningún sentido es un capricho motivado por nuestro impulso juvenil, sino que debe estar motivado por tener voz propia en el escenario y proponer nuestras demandas con claridad y énfasis en este 2013. De otra manera corremos el riesgo de que los Bachelet o Allamand, cual ventrílocuos, intenten hacer a hablar al movimiento estudiantil acorde a sus necesidades y apuestas, que son contrarias a las aspiraciones levantadas el 2011.
La educación gratuita, Asamblea Constituyente y fin al lucro son demandas a ser defendidas con énfasis y claridad frente al oportunismo. Para hacerlo adecuadamente el momento de la lucha en la calle, de la manifestación y acción, debe ser una preocupación constante que nos permita aglutinar más fuerza y trastocar el debate presidencial 2013 acorde a nuestros intereses.
Bachelet si fuma opio y eso está claro. Fuma el opio que la mantiene alejada del Chile real que ha palpitado desde hace unos años al ritmo de las aspiraciones de la educación gratuita, la renacionalización del cobre o asamblea constituyente, en definitiva alejada de un nuevo Chile que se levanta bajo sus pies.
Por Sebastián Farfán
Ex secretario general de la Feuv