¡Basta! Dejemos de jugar e improvisar

Columna de opinión.

¡Basta! Dejemos de jugar e improvisar

Autor: Daniel Labbé Yáñez

Por Carlos Favre Rodríguez, profesor 

Sin duda alguna, estamos viviendo una crisis a nivel mundial. El informe sobre los efectos socioeconómicos del Covid–19 de las Naciones Unidas, ya lo planteaba en marzo, al señalar que “el mundo se enfrenta a una prueba sin precedentes. Y ha llegado el momento de la verdad”. Una crisis que está trayendo consigo problemas sociales y económicos. Esto lo deja clarísimo el titular de una noticia del periódico El País del 21 de abril: “El coronavirus amenaza con llevar a la pobreza a 29 millones de personas en América Latina”. Pero esto no es todo, porque también estamos enfrentando grandes complicaciones e inconvenientes con el agente transformador de nuestra sociedad, la educación. Y corresponde actuar lo antes posible, debemos preocuparnos y ocuparnos de este problema ¡es urgente! 

Y para esto, es necesario que exista un vínculo coherente entre todos los agentes del Gobierno y la ciudadanía, principalmente con aquella que está inmersa en el contexto y en la realidad. Por ejemplo, con aquellos profesores(as) que llevan años de experiencia, en colegios de distintas dependencias o de distintos sectores (urbanos y rurales). Y también, con Equipos Directivos, Centros de Alumnos(as) de algunos establecimientos, alcaldes de diferentes comunas, apoderados(as), con organizaciones educativas -como Elige Educar, Educación 2020-. Por último, realizar una encuesta por la página del Ministerio de Educación, no por correo; a este recurso le “sacaron el jugo” cuando el año pasado preguntaron por el Sistema de Admisión Escolar… ¿Por qué ahora no?

Y sí, reuniones con todos ellos, porque lo que estamos viviendo es grave y no es superficial. Lo señaló Mandela: «Es el arma más poderosa que se puede usar para cambiar el mundo», y esta debemos ocuparla, los(as) niños(as), jóvenes y la sociedad entera lo requieren.

¡Basta!, por favor. Para estas futuras decisiones, piensen en los(as) estudiantes, en aquellos niños(as) y todos(as), los(as) profesores de nuestro país. Porque ellos(as) son personas, no son un número de lista ni una calificación, no son la hora que marcaron en la entrada y salida del colegio, no son un puntaje SIMCE o PSU.


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