Obviamente no hablo de matemáticas. Hablo de los proyectos políticos actualmente en pugna. Hace treinta años, gracias a la Constitución de Pinochet, Jaime Guzmán y Ricardo Lagos, Chile es dirigido por un solo sector político-ideológico. La economía, la educación, los medios de comunicación, la política, nuestra relación con el mundo, todo, absolutamente todo, funciona desde una sola lógica y se rige bajo una forma de ver el mundo: La Eternización de los privilegios materiales para unos pocos, el fundamentalismo católico y el egoísmo elevado al rango de principio.
Hace cuarenta años que en Chile gobierna un solo sector político-ideológico. No hay pugnas políticas. No hay dos formas de ver las cosas. Sólo hay pugnas intestinas que no pasan de lo farandulero. Entre Piñera, Longueira, Andrade, Tohá, Lagos, Bachelet, Larraín, Walker, Hinzpeter, Escalona, Estévez, Solari, Novoa, Lavín, ¿Qué diferencias hay? ¿Y entre Luksic, Matte, Angelini y Saieh?
Al caer la dictadura cívico-militar, la troika de los militares, los boys de Chicago y los gremialistas se vieron obligados a mostrar una suerte de “alternancia” para mantener incólume todo lo logrado. La Concertación aceptó entrar al régimen del “binominalismo” y con ello legitimó y profundizó el legado de estos grupos. Los más de veinte años de “binominalismo” han sido uno de los peores fraudes de la historia de Chile. Nunca hubo dos formas de ver el mundo, menos dos maneras de mirar el país. Nunca hubo dos proyectos políticos en pugna. Nunca estuvo en peligro el modelo impuesto con sangre por la troika.
El “binominalismo” se funda en un acuerdo mínimo, que en el caso de la Concertación y la derecha llegó varias veces a ser un acuerdo máximo. El “binominalismo” tiene como condición de funcionamiento la aceptación unánime de una sola forma de ver las cosas y gobernar.
El matrimonio es tan evidente que los “líderes” de la Concertación y la derecha comparten sus barrios, los colegios de sus hijos, sus destinos vacacionales, sus balnearios de fin de semana, los mismos autores literarios y la lista sigue y sigue. Los que se negaban a aceptarlo mientras la Concertación estaba en el gobierno lo han comprobado con algo de rabia en los pocos meses de gobierno piñerista.
Una condición básica para que exista democracia es que la ciudadanía tenga varias opciones para elegir quién va a dirigir su país. En los últimos cuarenta años en Chile la ciudadanía no ha tenido más de una opción. De ahí que en todas las elecciones el candidato o partido que siempre gana es el de los no inscritos. La derecha tiene un proyecto político nítido: Es el que ha dirigido a nuestro país en las últimas cuatro décadas. El centro se plegó a ese proyecto.
¿Hasta cuándo la izquierda seguirá ausente por no tener un proyecto político propio y acorde a nuestros tiempos?
Por Salvador Muñoz
Cientista Político y Presidente del Partido de Izquierda Paiz.
Twitter: @SalvadorMunozk
Politika, segunda quincena enero 2011
El Ciudadano N°95