Por Adalberto Santana
Sin duda la región latinoamericana se encuentra en los momentos actuales en una situación compleja y difícil de salir sin fricciones violentas en diversos escenarios. En Bolivia, Ecuador, Chile, Honduras, México y Haití, se presentan los más cruentos conflictos políticos y sociales de fines de 2019. Año conflictivo por la suma de tensiones que se han acumulado.
Sin duda en Bolivia, presenta uno de los escenarios más contrastantes dentro de los países de la región. La renuncia condicionada del presidente Evo Morales a la presidencia del Estado Plurinacional de Bolivia, emerge como por una serie de campañas desestabilizadoras así como presiones internas y externas contra el gobierno de izquierda de ese país sudamericano.
Pensamos que Bolivia de la mano del presidente Evo Morales estaba considerado económicamente hasta 2019 como el país latinoamericano con mayor crecimiento de la región con más de un 4,5 % del PIB, en trece años de gobierno el presidente Evo Morales redujo los niveles de pobreza en más de un 30%, así como otros indicadores mostraban que Bolivia era económicamente el país más prospero de la región . Es decir, la situación del país mejoró mucho para los sectores más vulnerables de la nación andina. Sin embargo, el trabajo de propaganda derechista caló más profundo en los sectores medios y altos para acumular fuerzas e incluso en determinados sectores populares y universitarios ideologizados por la derecha que sumaron sus contingentes para derrocar al primer presidente indígena de Bolivia.
El mismo mandatario boliviano el pasado domingo 10 de noviembre afirmó que «Ha habido un golpe cívico, político y policial». Agregando a la vez que su principal pecado es «ser indígena». Así, con toda razón se ha reconocido por múltiples voces que en Bolivia se ha dado un nuevo golpe de Estado. Internamente los sectores de la derecha política, oligárquica, militar y social boliviana, ha conjuntado sus esfuerzos con los organismo intervencionistas como la Secretaría General de la Organización de Estados Americanos (OEA) dirigida Luis Almagro, quien se ha destacado por su política intervencionista contra gobiernos progresistas de América Latina. Incluso para nada a condenado la sangrienta represión que se ha ejercido en Ecuador y Chile contra las protestas sociales en esos países latinoamericanos. Por el contrario Almagro es de los actores foráneos que ha contribuido para asestar un “golpe blando” en Bolivia.
Otro elemento que muestran las políticas golpistas, fue que en los primeros días del mes de noviembre los grupos paramilitares y encapuchados de las hordas de la derecha boliviana orientados por los candidatos perdedores en el proceso electoral salieron a las calles del país para generar terror y violencia. A lo que se sumó el hostigamiento de las fuerzas policiales y militares de vieja tradición golpista condicionando con su hostigamiento la renuncia del presidente Evo Morales.Tal como llegó a expresarlo sin recato el Jefe del Ejército boliviano, Williams Kaliman. Quien afirmó tajantemente: “Después de analizar la situación conflictiva interna, sugerimos al presidente del Estado que renuncie a su mandato presidencial, permitiendo la pacificación y el mantenimiento de la estabilidad por el bien de nuestra Bolivia”. Incluso es en esa particularidad del “golpe blando”, el propio Evo Morales se ha dicho que permanece en la zona cocalera del centro del país, donde comenzó su actividad política cuando fue dirigente de los indígenas cultivadores de la tradicional hoja de coca andina. Momento en que también las fuerzas policiacas sublevadas intentaron detener al mandatario boliviano, por supuesto con una orden de aprehensión ilegal.
Esta situación a la que ha llevado el golpismo en Bolivia, ha generado una crisis política para dejar al país en un cruento vacío de poder.Sobretodo viendo que muchos ministros y los presidentes de la Cámara de Diputados y del Senado también han dimitido. Así, la situación del país figura en el escenario latinoamericano como la reiteración de los golpes de Estado de la derecha regional que han llevado a cabo en Honduras contra Manuel Zelaya (2009); en Paraguay contra Fernando Lugo (2012) y en Brasil con Dilma Rousseff (2016). Formula que a través del llamado “golpe blando” le ha resultado políticamente a las derecha latinoamericana y a sus aliados externos como Donald Trump, la mafia cubano-americana y por supuesto a la Agencia Central de Inteligencia (CIA). Incluso también le ha sido rentable a esa derecha encontrar a presidentes conversos como Lenin Moreno en Ecuador, que llegó con un programa progresista y se viró finalmente a la ultraderecha. ¿Donde será el próximo golpe blando? Siguen estando en la mira de la ultraderecha latinoamericana y del imperio yanqui: Venezuela, Nicaragua, Cuba y no hay que descartar que en un mediano plazo se intente hacer un golpe blando en México contra Andrés Manuel López Obrador y en Argentina contra Alberto Fernández. Mientras tanto Evo Morales es recibido por el gobierno de México como asilado político.
Adalberto Santana es Doctor en Estudios Latinoamericanos e investigador titular del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe (CIALC) de la UNAM. Entre sus libros figuran: El pensamiento de Francisco Morazán (1992, 2000, 2003, 2007 y 2019); El narcotráfico en América Latina (2004 y 2008), Minorías sociales en América Latina (2014) . Recibió Mención Premio Casa de las América (2003).