Estados Unidos y la oligarquía boliviana temen mucho al regreso del Movimiento al Socialismo(MAS) al gobierno en las elecciones del 18 de octubre, dentro de diez días. Después del enorme esfuerzo que hicieron para derrocarlo el año pasado, cabe esperar que realicen desesperados intentos para evitar su victoria electoral. Sobran señales de ello. Recientemente, la autoproclamada Jeanine Áñez afirmó categóricamente que el “populismo autoritario”, como llaman a los líderes con arraigo popular como Evo Morales, no regresaría a Bolivia. Es cierto que su dictadura se resquebraja y es objeto del mayor repudio popular, pero el dicho sugiere planes golpistas de la oligarquía.
El fraude contra el MAS es una de las grandes amenazas para la elección boliviana del 18 de octubre, con el objetivo de impedirle su casi segura victoria en primera vuelta. Otra amenaza es que en los días que quedan se emprendan acciones judiciales contra el abanderado a la presidencia por el MAS, Luis Arce, exitoso ministro de economía del gobierno de Evo Morales. Arce lleva de candidato a la vicepresidencia al líder indígena David Choquehuanca, ex canciller de esa administración. Ambos aparecen ganando la elección en primera vuelta en varias encuestas con más de 40 puntos.De concretarse, impediría la única posibilidad que parece tenerla derecha de ganar la elección: la unión de todas las fuerzas de ese signo en una eventual segunda ronda contra el MAS. En Bolivia, la fórmula que logre una votación de 40 puntos porcentuales, o supere por 10 puntos a la que le sigue, se adjudica el triunfo en el primer turno.
Precisamente, el cerco y hostigamiento que mantienen hace semanas organizaciones juveniles fascistoides contra la sede de la Fiscalía General(FG), en Sucre, capital administrativa del país, busca, según sus participantes, “sacar” del cargo al jefe de ese órgano, Juan Lanchipa. Para los vándalos, Lanchipa sería el obstáculo para poder proceder penalmente contra líderes del MAS, en otro capítulo de la judicialización de la política, utilizado por la derecha regional para impedir la victoria de candidatos de izquierda, acotar su actividad o deponerlos. Las autodenominadas Resistencia Juvenil Cochala y Resistencia Chuquisaqueña, organizaciones surgidas con las protestas derechistas contra Evo Morales, antes y después de las elecciones de octubre del año pasado, son las que realizan la actividad intimidatoria contra la FG, que el 6 de octubre se recrudeció con pintas insultantes en el edificio del ente, ataques al mobiliario urbano y lanzamiento de petardos, realizados con la “permisividad” de la policía, como acusó la Defensoría del Pueblo.Estas organizaciones están dirigidas por los Comités Cívicos, grupos separatistas de extrema derecha y principales protagonistas del intento frustrado de golpe de Estado contra Evo en 2008.
La semana pasada realizó una inesperada visita a Washington el ministro de gobierno, Arturo Murillo, hombre fuerte de la dictadura. Allí estuvo reunido con Luis Almagro, secretario general de la OEA, quien posteriormente expresó su preocupación por la amenaza de fraude(a favor del MAS) de que le habló Murillo. ¿Por qué estas dos peritas en dulce comienzan a hablar ahora de fraude cuando son ellas dos quienes tienen el control del Tribunal Superior Electoral y de la Misión de Observación Electoral de la OEA? Con razón Arce, el candidato masista comentó: Ojalá no estén recibiendo instrucciones de que no se lleven adelante las elecciones o finalmente, como ocurrió en Honduras, hacer fraude electoral.
Fueron Almagro y la OEA quienes con su informe falso sobre fraude electoral abrieron la puerta al golpe militar que forzó a Evo a abandonar el país. Dicho informe ha sido refutado contundentemente por Mark Weisbrost, codirector del Centro de Investigación en Economía y Política de Washington, apoyado por 132 economistas y estadísticos que pidieron a la OEA “se retracte de sus declaraciones engañosas sobre las elecciones” de octubre del año pasado. A raíz de este informe varios legisladores estadounidenses y Luz Elena Baños, representante de México en la OEA, le han pedido explicaciones al organismo sobre su informe fake, que no ha respondido ni tiene manera legítima de responder. Una encuesta reciente del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica coloca a Arce a la cabeza con 44 por ciento de los votos y otorga al neoliberal y represor Carlos Mesa 34. En tercer lugar, quedaría el líder ultraderechista oriental, Fernando Camacho, con un 12 por ciento. Encuestas revelan muchos electores indecisos.
Un camino probable que podría intentar la dictadura boliviana, con el apoyo de la OEA, de Estados Unidos y de la mediática mundial es, mediante “ajustes” al resultado electoral, impedir la victoria de Luis Arce en primera vuelta. Si es así, deberían pensarlo mejor. Las masas bolivianas, que en décadas pasadas tumbaron a varios gobiernos neoliberales, no van a doblar las manos mansamente si intentan robarles la elección.